Aquellos que siguen nuestro trabajo en la Fundación OMINA nos han oído hablar acerca del impacto social y ambiental que tiene la vestimenta. Saben que, cuando nos vestimos, estamos haciendo una elección poderosa. Una elección que no sólo informa sobre nuestros valores éticos, sino que puede afectar incluso el destino del planeta. Así que ustedes aquí, hoy, vestidos con sus togas y birretes, están lanzando un mensaje muy potente. ¡Están diciéndole al mundo que obtuvieron su título universitario! Para ustedes y sus familias, las más sinceras felicitaciones por este logro decisivo. Luzcan hoy con orgullo esas togas y birretes porque son el testimonio de su esfuerzo; simbolizan su voluntad de superación y, con ella, su voluntad de mejorar el mundo. Para todos ustedes, ¡un merecido aplauso!
El día de hoy debería ser todo sobre celebraciones, yo sé. Sin embargo, vamos a tener que ponernos un poco serios, porque quiero aprovechar esta oportunidad para hablarles sobre el mundo en el que, a partir de ahora, comenzarán a ganarse la vida.
El más reciente libro del historiador Yuval Noah Harari, titulado 21 lecciones para el siglo XXI, comienza diciendo: "En un mundo inundado de información irrelevante, la claridad es poder". Esta frase ha resonado mucho en mí últimamente, y es tal vez el mensaje más urgente que quiero transmitirles. En estos tiempos caóticos, en que tanta información contradictoria satura Internet, cuando es cada vez más difícil saber qué creer, cuando muchos quieren oír falsas respuestas simples para problemas complejos, en estos tiempos –insisto–, resulta fundamental tener claridad acerca de lo que sucede, hacia dónde nos dirigimos y cuál es nuestro propósito en la vida. Créanme, amigos míos: yo no soy amante del drama; pero su generación tendrá que tomar las decisiones más desafiantes de la historia de la humanidad, y deberán hacerlo con los ojos bien abiertos.
Seguramente muchos de ustedes conocen el último informe de las Naciones Unidas elaborado por los mejores científicos del clima del mundo. Este informe advierte que tenemos sólo doce años para impedir que la temperatura global no suba más de 1.5 grados Celsius. De lo contrario, enfrentaremos una cantidad creciente de desastres naturales como sequías, inundaciones, calor extremo y la extinción de gran parte de la vida silvestre y las fuentes de alimentos. Todo esto resultará en una pobreza que afectará a cientos de millones de personas y que, en última instancia, causará la muerte de muchos seres vivos, incluyendo por supuesto a los humanos. Estamos a punto de enfrentar la amenaza ambiental más grave que haya experimentado nuestro planeta. Este informe histórico de la ONU declara que hacen falta cambios urgentes y sin precedentes para alterar nuestro destino.
Paradójicamente, este informe se publica en medio de la promesa del presidente Donald Trump de retirar a los Estados Unidos del Acuerdo de París, que se creó justamente para combatir el cambio climático. Este informe se publica en momentos en que el quinto país más grande del mundo en territorio, Brasil, parece estar a punto de elegir a un presidente que planea abrir el Amazonas a la tala comercial. Este informe sale a la luz en un momento en que, en el Océano Pacífico, hay una masa flotante de basura –una de tantas– del tamaño de Francia, y al tiempo en que el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) informa que el 80% de las especies de agua dulce han disminuido en población, al igual que más del 50% de las especies terrestres y el 40% de nuestros bosques.
Estoy segura de que todos ustedes están conscientes del estado del planeta que están heredando. Y puedo imaginar que estarán pensando "¿Cómo llegamos hasta acá?" Si, durante las últimas décadas, la comunidad científica nos viene advirtiendo sobre la inminente catástrofe ecológica, ¿cómo es que los gobiernos y la sociedad civil no reaccionan o, en el mejor de los casos, lo hacen tan tímidamente? ¿Por qué los consumidores siguen comprando como si no hubiera un mañana, aunque la mayoría es consciente de las consecuencias ambientales de su consumo? El estilo de vida aspiracional dominante sigue siendo tener más en lugar de tener mejor.
En este contexto, no es de extrañar que la idea de los seres humanos como agentes racionales esté siendo cuestionada. Algunos economistas del comportamiento y psicólogos evolutivos incluso afirman que, contrario a lo que pensábamos, la mayoría de nuestras decisiones se basan en la emoción más que en la razón. Argumentan que la mayoría de nuestros puntos de vista están moldeados por un pensamiento grupal comunitario en lugar de una racionalidad individual, y que mantenemos estos puntos de vista debido a la lealtad con el grupo. Este concepto ciertamente parece plausible cuando vemos a los políticos apelando al odio y al miedo de los votantes para ganar elecciones.
A fines del siglo XX había un cierto optimismo basado en la creencia de que la democracia y el capitalismo de libre mercado estaban destinados a conquistar el mundo y convertirnos en sociedades pacíficas, libres y justas. Sin embargo, en los últimos años hemos visto con decepción cómo, a través de la meta-información, se pueden manipular elecciones democráticas, y nos hemos dado cuenta de que un sistema económico alimentado por el consumismo está agotando los recursos del planeta y llevando a la Tierra a un estado del cual no podrá recuperarse jamás.
Diez años después de la crisis financiera del 2008, sabemos que nuestra forma de consumir y, por extensión, nuestra forma de vida, no es económica, social o ambientalmente sostenible. Necesitamos evolucionar hacia una "economía de bienestar”, una economía diseñada para servir a las personas y al planeta. Esta necesidad de cambio es muy perceptible cuando nos tomamos el tiempo de escuchar lo que las personas identifican como lo más preciado en sus vidas, como la educación que reciben sus hijos, el tiempo que tienen para jugar con ellos o la calidad del aire que respiran. Estas cosas han dejado de ser valores subjetivos y se han convertido en indicadores concretos de bienestar y progreso, y como tales han sido corroborados en múltiples ocasiones, incluso en artículos académicos de las mejores universidades y centros de investigación del mundo.
Vivimos tiempos difíciles de navegar, con fake news que penetran nuestras vidas a través de las redes sociales, y falsos problemas inventados deliberadamente para desviar nuestra atención de lo importante. Esta era, llamada de la Post-Verdad, se caracteriza por la enorme cantidad de información disponible y, a la vez, por la dificultad para discernir entre realidad y ficción. Es una época en que nuestro perfil demográfico determina nuestra percepción de la realidad y permite incluso predecir nuestras acciones. Este es un momento que requiere que ustedes, como ciudadanos responsables, inviertan tiempo y esfuerzo en desafiar sus propios prejuicios y verificar sus fuentes de información. Es un momento de mucha introspección y auto-cuestionamiento. Un esfuerzo, desafortunadamente, que no todos están dispuestos a hacer.
Si bien es cierto que Internet está lleno de propaganda y foros mal informados, también sigue siendo una herramienta mágica para buscar la verdad y acceder al pensamiento crítico independiente, al igual que los libros y las conversaciones de mente abierta. Estas son todas las herramientas a su disposición para navegar por su futuro. Porque tengan esto en cuenta: la educación no termina en la universidad. Para obtener esa claridad esencial en un mundo tan preocupado por las apariencias, necesitamos educarnos continuamente sobre lo que está sucediendo en el mundo: cómo llegamos aquí y qué debemos hacer para corregirlo. La claridad, lograda por esta búsqueda continua de conocimiento, será la herramienta más poderosa que tendrán en la vida.
Al estar aquí hoy, obteniendo su título universitario, todos ustedes están mejor equipados para los desafíos de este siglo XXI. El esfuerzo que ustedes y sus familias han hecho les permitirá enfrentar mejor la disrupción masiva que causará la cuarta revolución industrial. En los próximos años, la fusión de biotecnología con tecnologías de la información cambiará drásticamente la forma en que producimos, trabajamos y nos ganamos la vida. Miles de millones de seres humanos quedarán fuera del mercado laboral, al tiempo que el ingreso básico universal parece ser una muy cercana realidad. Todo esto pasará en el transcurso de sus vidas y ciertamente requerirá una nueva mentalidad de parte ustedes. Una mentalidad de siglo XXI.
Créanlo o no, yo alguna vez tuve su edad. ¡Y quisiera creer que no fue hace tanto! Así que recuerdo cómo me sentía, y recuerdo mis preocupaciones en ese momento. “¿Cómo consigo un trabajo en la industria para la que me he preparado?” “¿Cómo ganarme la vida?” “¿Cómo tener éxito?” Por supuesto que ustedes están preocupados por su futuro inmediato. ¡Es una inquietud legítima! “¿Podré encontrar trabajo?” “¿Comprarme el carro?” “¿Pasarme a vivir sola?” Pero les insto a pensar con más amplitud que eso. Involúcrense en el destino colectivo de la humanidad. Tengan en cuenta que, si el futuro de la humanidad se decide en su ausencia, mientras están demasiado ocupados con sus propias vidas, ni ustedes ni sus hijos estarán exentos de las consecuencias.
Vivimos en una sociedad obsesionada con los logros egocéntricos donde el concepto de éxito se reduce a tener fama y dinero. Perseguir este modelo de vida los conducirá a una existencia vacía, sin sentido ni propósito. Porque, en verdad, el éxito en la vida viene en muchas formas y puede medirse de maneras diferentes. Como dijo mi compatriota, el poeta uruguayo Mario Benedetti, “la perfección es una pulida colección de errores". Por lo tanto, prepárense para aceptar el fracaso como un camino hacia la excelencia a lo largo de su vida profesional y personal. Y, sobre todo, abracen una causa; busquen tener un impacto positivo en la vida de otras personas. Tengan éxito haciendo el bien. Libérese de las imposiciones contemporáneas y sigan la máxima de Einstein: “No traten de ser personas de éxito. Traten de ser personas valiosas”.
Como cineastas, creativos, fotógrafos, arquitectos y diseñadores del futuro, ustedes son los responsables de crear la cultura de la próxima era. Les insto a participar activamente en el cambio que necesitamos. Usen sus habilidades para el bien común. Recuerden de qué se trata realmente la creatividad: un acto creativo es revolucionario; un acto creativo redefine la realidad, es transformador. La creatividad auténtica es una fuerza potente que desafía lo ordinario y altera el poder. La creatividad trae cambios profundos. Así que úsenla para cambiar el mundo y no se conformen con menos. Por mucho que ustedes necesitan un futuro, el futuro los necesita aun más a ustedes.
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