Uno de los mayores principios que como diputada de la República debo tener es responsabilidad con el país. En medio de la discusión fiscal, el compromiso por sostener un Estado de Derecho solidario y pacífico debe imperar, a pesar de que muchas de las personas que votaron por mí adversen mi posición de respaldo a la reforma fiscal.

No le he dado la espalda ni a las personas que me eligieron ni a Costa Rica. Desde el jueves anterior estoy votando una a una las mociones de reiteración del expediente 20.580 de acuerdo con lo que más le conviene al pueblo costarricense, así está demostrado en las actas y así se puede corroborar públicamente.

A lo que sí he dado la espalda es a los privilegios salariales, a las irresponsables pensiones de lujo y a las protestas de sindicatos que defienden sus beneficios y no los de la mayoría.

Es trascendental aclarar que cualquier moción que parezca conveniente en el plan fiscal puede no serlo, por lo que debe reinar el análisis y la responsabilidad con el país, no la opinión de la masa. Para eso me han elegido, para tomar decisiones correctas que beneficien a los ciudadanos sin dejarme llevar por intereses.

Debemos finalmente entender que la situación económica de Costa Rica actual y la que se avecina me obliga a tomar posiciones pensando en el bienestar de nuestra población aunque a muchos no les parezca. He escuchado por mucho tiempo las necesidades de los costarricenses y es por eso que, responsablemente, hoy busco sanar las finanzas públicas de este país, consciente de que si no se hace, en un tiempo estaremos sufriendo problemáticas más graves, como el recorte de programas sociales que hoy benefician a tantos costarricenses.

Hoy un sector de compatriotas me critica, pero con la consciencia tranquila, tengo la seguridad de que estoy dando lo mejor de mí para construir un país mejor.

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