Desde que se anunció hace algunos meses atrás, la formación de un Gobierno de Unidad Nacional, se auguraba un frente sólido, capaz de gobernar sin color político y con ideales más allá de las de una sola agrupación, sin embargo estos últimos días lo que ha visto es un intento de co-presidencia en la cual se le tiene que agradar a los distintos sectores para que la cosa camine y es ahí donde no se avanza como país en ningún tema, porque las contradicciones se vuelven obvias y la capacidad de toma decisiones se ve empañada por subjetividades de los distintos bloques.

Un claro ejemplo de ello, fue el envío del presidente de los proyectos de matrimonio igualitario y de unión civil a la asamblea legislativa para que se discutiera en sesiones extraordinarias, debido a la prioridad del tema y a la tibieza de actuar de la Sala Constitucional al respecto; sin embargo en tal acto solo se dejan entrever las necesidades de cumplir partes del acuerdo PUSC-PAC y se deja atrás todo derecho humano de miles de costarricenses que por años han esperado no un gesto de un “país pro-LGTBI” sino un derecho fundamental como lo es elegir con quien unirse.

A don Rodolfo Piza debe de recordársele que él es parte del gobierno Alvarado Quesada y que el Ejecutivo tiene un presidente y dos vicepresidentes —no más— los cuales el pueblo el primero de abril pasado decidió elegir. Sus subjetividades deberían estar lejos de las mesas de negociaciones en temas en donde lo que se busca es justicia pronta y para todos.

A los distintos diputados y diputadas también vale girarles un recordatorio: no existe estado de derecho en donde se coaccionen decisiones o apoyos a temas de índole humano que sobrepasen los límites de las inconstitucionalidades.

Que estos 18 meses en los cuales se “discutirá” el tema en la Asamblea Legislativa nos sirvan para reflexionar sobre la necesidad de redireccionar la búsqueda del principio de equidad en los diversos temas de la agenda nacional y que nos ayuden en un futuro a decidirnos por líderes que no sucumban ante presiones conservadoras que impidan o limiten lo imparable, como lo es el progreso de las sociedades.

Que el acuerdo que se firmó para respaldar este segundo gobierno del PAC nos recuerde también que hay temas con los cuales no se puede negociar ni mucho menos hacer trueques políticos, mucho menos cuando las monedas de intercambio son las libertades  y los derechos de algunos de los 4.500.000 millones de habitantes que forman parte de este país.

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