Un gran hombre —el Dr. Oscar Arias— por el que siento un profundo respeto y admiración, me dijo una vez que la primera lealtad que debe tener una persona que se involucra en política es la lealtad a la Patria.
Hoy dada la coyuntura política que vive el país, me siento en la obligación ética y moral de manifestar públicamente a quién apoyaré en la segunda ronda de la elección para Presidente de la República.
Apoyaré a Carlos Alvarado porque lo considero más capacitado para gobernar y respetuoso de los derechos humanos, como debería corresponder a todo hombre o mujer que se siente en la Silla Presidencial de este país de paz. Espero que don Carlos Alvarado, como un hombre joven y de la nueva era, haya aprendido lo suficiente para no repetir los errores de su partido y entender que la ética y la lucha contra la corrupción no es propia de un solo partido político.
Aunque aún resuenan en mis oídos las acusaciones sin fundamento de corrupción hechas contra el Partido Liberación Nacional por parte de don Luis Guillermo Solís en sus primeros 100 días de Gobierno o los eslogans de “vamos o no vamos a sacar a Liberación” de doña Epsy Campbell —actual candidata a vicepresidenta—, tengo que colocarme como buena socialdemócrata del lado correcto de la historia. Si practicáramos el “ojo por ojo” la humanidad quedaría ciega.
Estoy segura de que muchos otros liberacionistas, patriotas y orgullosos de nuestro legado socialdemócrata le darán su apoyo a Carlos Alvarado; y de que, como PLN, nos reagruparemos para seguir siendo el partido que nuestros fundadores nos legaron y que queremos legar a nuestra juventud.
Winston Churchill decía que “El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones”, y aunque yo disto mucho de ser una estadista, entiendo lo que significa la responsabilidad que implica la lealtad hacia la Patria.
Hoy espero estar haciendo lo correcto por Costa Rica, una Costa Rica por la que todos debemos luchar, entendiendo que los Derechos Humanos son de todos y para todos. Que un candidato “amenace” con sacarnos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos es una amenaza que nos afecta a todos y no solo a un grupo. Para el bicentenario de nuestra democracia tenemos que tener un país libre, soberano, donde los derechos de todos sean tan importantes como el desarrollo tecnológico, científico, y económico.
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