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No todos viven la Navidad y el fin de año con alegría; también hay silencios que pesan y recuerdos que duelen.

En estas semanas la mayoría de los lugares y comercios se visten de luces y los hogares se llenan de preparativos, muchas personas descubren que la alegría navideña convive, en silencio, con emociones encontradas. La nostalgia por quienes ya no están, la distancia física de los seres queridos o la simple sensación de tristeza puede intensificarse justo cuando todo alrededor parece pedir celebración.

En estas festividades de Navidad, no siempre el ánimo y el entusiasmo acompaña el ritmo de las fiestas. “Aceptar que no todos vivimos estas fechas con el mismo espíritu de celebración, es un primer acto de autocuidado”, explica Álvaro Solano, director de la Psicología de Universidad Fidélitas. “No se trata de evadir las emociones, sino de darles un espacio para vivirlas sin represión”.

Honrar la ausencia sin negar la tristeza

Para quienes lidian con la pérdida de un familiar o un amigo cercano, este periodo suele reavivar recuerdos que duelen. Los especialistas sugerimos transformar la añoranza en un gesto de homenaje: encender una vela, preparar una receta que era parte de la tradición, compartir historias o rescatar algún ritual que la persona ausente apreciaba. Permítase expresar, Son maneras sencillas de mantener el vínculo y, al mismo tiempo, encontrar consuelo, agregó Solano

Los sentimientos de dolor no desaparecen por completo. Pero reconocerlos, en vez de combatirlos, permite que la tristeza transite con menos peso.

Cuidarse también es poner límites

Solano insiste en que la presión social por “estar bien”, tener reuniones perfectas o alcanzar un ideal de felicidad puede convertirse en una carga innecesaria. Establecer límites, acudir solo a las actividades que nos hacen sentir cómodos o reservar momentos de descanso ayuda a equilibrar la jornada emocional.

Practicar la gratitud, incluso en pequeñas dosis, o buscar actividades significativas, desde caminar en silencio hasta escribir lo que uno siente, son herramientas sencillas que suelen aportar claridad y calma, manténgase en contacto con alguien de su confianza las redes de apoyo nos fortalecen como personas. 

La soledad en tiempos de fiesta

Para quienes viven solos, el contraste entre el ambiente festivo y el propio silencio del hogar puede ser especialmente duro. Por eso es importante crear rutinas que aporten calidez.  Por ejemplo, preparar una comida especial para uno mismo, hacer una llamada a un amigo, participar en un voluntariado o sumarse a actividades comunitarias. No es una cura mágica, pero sí una forma de recordar que siempre existen espacios donde se puede pertenecer.

En palabras de Álvaro Solano, “buscar apoyo, ya sea en la familia, en amistades o en un profesional de salud mental, es un acto de valentía, no de debilidad. Y puede marcar la diferencia en cómo atravesamos estos días”.

Lo mejor es el autocuidado

La clave no está en forzarse a sentir alegría, sino en cuidarse con sinceridad: dormir lo necesario, bajar el ritmo físico cuando el cuerpo lo pide, aprender a buscar compañía cuando hace falta, reconocer las emociones sin juzgarlas.

No hay una manera correcta de vivir la Navidad. Lo que sí existe es la posibilidad de tratarse con gentileza, recordando que el bienestar emocional es un regalo que también merece envolverse y entregarse a uno mismo.