
El fin de año trae consigo una de las tradiciones más queridas por las familias costarricenses: la elaboración de tamales.
En medio de esta costumbre que une generaciones, la carne de cerdo juega un papel clave en la mesa navideña y, por lo tanto, también lo hace la salud animal. Mantener estándares adecuados de bienestar, bioseguridad y producción responsable es fundamental para garantizar alimentos inocuos y de calidad, especialmente en los periodos de mayor demanda.
En Costa Rica, el consumo de carne de cerdo mantiene una tendencia al alza. De acuerdo con estimaciones del sector, el consumo per cápita alcanza 19,3 kilogramos por habitante por año, reflejando la relevancia creciente de esta proteína en la dieta nacional, particularmente en las festividades de fin de año. Este aumento subraya la importancia de fortalecer las buenas prácticas sanitarias para asegurar que los productos derivados del cerdo lleguen a los hogares con los más altos estándares de calidad e inocuidad.
La salud porcina no solo impacta a los productores, sino también al bienestar de las comunidades. Por ello, un enfoque preventivo en las granjas, acompañado de medidas de bioseguridad y vigilancia sanitaria, resulta esencial para proteger a los animales, evitar pérdidas productivas y mantener la confianza del consumidor. La prevención sigue siendo la herramienta más eficaz para preservar la integridad de las cadenas alimentarias.
“Cuando entendemos que la salud no termina en las personas, sino que abarca también a los animales y al entorno que compartimos, logramos avanzar hacia soluciones más sostenibles y efectivas. La prevención, la educación y la colaboración son las herramientas más poderosas para proteger la salud de todos”, explicó Luis Diego Rojas Hernández, presidente de la Cámara Costarricense de Porcicultores (CAPORC).
Desde CAPORC, se promueve activamente la importancia de la sanidad, el bienestar animal y la trazabilidad como pilares para fortalecer la producción porcina. Estos elementos no solo contribuyen a la inocuidad alimentaria, sino que además favorecen prácticas productivas sostenibles que benefician a las comunidades rurales y a toda la cadena de valor.
La temporada navideña representa una oportunidad para reforzar la educación sobre buenas prácticas, recordando que la inocuidad de la carne depende del trabajo conjunto entre productores, autoridades, industria y consumidores. Un país con animales saludables es un país con alimentos seguros y familias protegidas.
“Nuestro compromiso es acompañar al sector porcino con soluciones que fortalezcan la prevención, el bienestar animal y la producción responsable. La salud del cerdo es también la salud de las comunidades que dependen de esta actividad”, agregó Rojas.




