La primera vez que escuché sobre un centro de mantenimiento de aeronaves imaginé grandes hangares en aeropuertos de Norteamérica. De niño me intrigaban los procesos técnicos para poner a volar a los aviones. Un MRO (Maintenance, Repair & Overhaul) es un taller especializado que ofrece reparaciones, revisiones mayores, pintura y fabricación de piezas. Uno de los más grandes de nuestro continente está en Latinoamérica: Aeroman, en El Salvador. Fundado en 1983 con 32 empleados, hoy genera más de 3500 empleos directos y aporta significativamente a la economía del país vecino.
Estos datos demuestran el enorme potencial de la industria aeronáutica para generar empleo, no solo del turismo sino también en áreas técnicas especializadas en mantenimiento aeronáutico. Esto genera relevancia ya que en Costa Rica la tasa de desempleo ronda el 6,9 %, una de las más altas de la OCDE. El sector de jóvenes menores de 25 es el más crítico.
Frente a esta realidad, Guanacaste y Limón vienen a mi mente. Ambas provincias han dependido históricamente de la agroindustria y el turismo, cuentan con aeropuertos cercanos a centros urbanos y reúnen condiciones para atraer industrias como Aeroman. La pregunta es: ¿Cómo puede Costa Rica potenciar su economía derivada de la aviación en estas regiones?
Los problemas y soluciones de un país dependen de su gestión política y de sus respectivos procesos logísticos. Si mantenemos las mismas recetas, obtendremos los mismos resultados para el empleo en zonas rurales. Veamos dos acciones concretas que podrían facilitar el establecimiento de estas industrias:
Implementar el modelo de Zona Franca en los terrenos sin utilizar de los aeropuertos de Limón y Liberia
El régimen de Zona Franca (RZF), vigente desde los años noventa, ha sido fundamental para el desarrollo del país. Ha permitido atraer inversión, transformar procesos productivos, generar empleo, promover encadenamientos y producir impacto fiscal positivo.
Actualmente, este régimen genera más de 200.000 empleos, representa más del 60 % de las exportaciones del país y aporta más del 7 % del PIB. Por cada dólar exonerado, el país recibe entre 6 y 9 dólares en contribuciones totales.
Si Costa Rica desea potenciar aún más las industrias de valor agregado, la aviación debe incluirse dentro de este régimen. Bajo un esquema de alianzas público-privadas (APP), se podría financiar, construir y operar infraestructura aeroportuaria destinada a los MRO en Limón y Liberia. Esto no solo transformaría la estructura productiva local, sino que generaría empleo especializado y oportunidades de desarrollo económico regional.
El modelo educativo sueco enfocado en carreras técnicas aeronáuticas
El modelo sueco de educación, inspirado en la propuesta de 1955 de Milton Friedman, plantea que el financiamiento educativo debe entregarse al estudiante y no al Estado, promoviendo sana competencia entre centros educativos. Según Friedman, cambiar el orden de los factores (financiar a las familias en lugar de a las instituciones) altera el resultado: mayor calidad, eficiencia y equidad.
De contar con estos talleres en estas potenciales zonas francas, el siguiente paso sería formar talento humano de calidad. Para ello se deben crear colegios técnicos especializados en aeronáutica cercanos a los aeropuertos, operando bajo un sistema de bonos educativos. De esta forma, los centros públicos y privados dejarían de recibir fondos directamente del Estado y su único ingreso serían los cupones que los estudiantes entregan al matricular.
Esto generaría competencia necesaria entre los colegios, tendrían incentivos reales para ofrecer programas educativos de calidad, contratar a los mejores docentes y ajustar su oferta a las necesidades del mercado aeronáutico. Costa Rica invierte aproximadamente 5,700 dólares en educación técnica y alrededor de 12,600 dólares en educación universitaria pública. Con los bonos, las familias decidirían dónde invertir estos recursos, eligiendo instituciones que verdaderamente preparen para este tipo de empleos de alto valor agregado.
Mediante convenios entre los MRO y los colegios técnicos, los estudiantes podrían realizar prácticas profesionales supervisadas, adquiriendo experiencia real en el entorno aeronáutico. Esto facilitaría su inserción laboral tal como ha ocurrido en Suecia durante décadas.
Poner a cruzar en su nivel de vuelo optimo a este tipo de industria en Costa Rica requerirá trabajo y voluntad política. Capacidad de pensar fuera de lo convencional y apostar por oportunidades innovadoras que están al alcance del país. Este plan de vuelo tomara varias generaciones de estudiantes en lograr el destino final de desarrollo económico que se plantea.
Henry Ford decía: “Cuando todo parezca ir en contra, recuerde que el avión despega contra el viento”. Costa Rica puede aprovechar los desafíos actuales como impulso para despegar hacia un futuro próspero basado en la libertad, innovación y el desarrollo regional.
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