Estoy a punto de terminar una excelente lectura del autor judío Ilan Pappé que definitivamente recomiendo a todas aquellas personas interesadas en conocer el trasfondo de la crisis vivida en el Medio Oriente. El texto de Pappé, de nombre ‘’Breve historia del conflicto entre Israel y Palestina’’, se adentra sobre los acontecimientos dados incluso mucho más antes de 1948 (año en el que se establece el Estado de Israel tras el Plan de Partición de la Resolución 181 de las Naciones Unidas). Y es que, precisamente, tendemos a creer que esta gran crisis comienza hace menos de 100 años, cuando realmente comienza a finales del siglo XIX, con los orígenes del movimiento sionista como se conoce hoy, uno que, a mi criterio y después de haber leído el ilustre libro de este autor quien además es judío, no es más que un movimiento antisemita, que se sustenta en ideas esterotipadas sobre las personas judías y que aspira a ideales de supremacía racial altamente peligrosos, e incluso, no muy lejos de ser parecidos a aquel pensamiento nazifascista que aniquiló las vidas de más de 6 millones de judíos durante el Holocausto.

Con lo que dije anteriormente, estoy segura que ya habrá más de una persona sionista que pretenda decirme lo que ya he oído por más de año y medio: ‘’no es judía’’, ‘’está diciendo datos errados’’, ‘’su pensamiento es antisemita’’, etc. No obstante, he de comentar lo siguiente: los principios derivados del Tikkun Olam y los valores judíos son exacta y precisamente una razón suficiente para que quienes somos personas judías nos posicionemos en contra del movimiento sionista, el cual no tiene absolutamente nada que ver con el judaísmo. Pero, de aquí surge una cuestión, entonces, ¿de dónde surge el sionismo? Adentrémonos en la tesis de Pappé para entender las raíces cristianas del sionismo.

Sí, así como lo acaba de ver usted quien me lee: el sionismo tiene raíces cristianas, no judías. De acuerdo con Pappé (2024, p. 8), el sionismo comenzó en el siglo XVI como un "proyecto evangélico cristiano en Europa. Un cifra significativa de cristianos protestantes creía que el regreso del pueblo judío a ’Sion’ satisfaría las promesas de Dios a los judíos en el Antiguo Testamento. Este sería un presagio de la Segunda Venida de Cristo…".

El autor amplía que este movimiento es el primero en considerar a las personas judías como miembros de una nación o raza en lugar de creyentes de una fe, y añade además que su motivación para el apoyo a esta causa no era para nada simpatía a las personas judías. De hecho, cuenta Pappé, muchos de estos cristianos evangélicos eran antisemitas que querían expulsar a las personas judías de Europa. Asimismo, con el paso de los años, esta idea sionista se convertiría en algo políticamente conveniente para las élites que querían acabar con el Imperio Otomano (que para ese entonces era al que formaba parte Palestina como territorio), pues mediante la utilización y movilización de las personas judías hacia Palestina bajo esta idea de ‘’conquistar Tierra Santa’’, podrían quitarle las tierras a la población musulmana.

Como vemos, el sionismo per se se origina del cristianismo, y además, claramente tiene bases sumamente antisemitas. Digo, ¿querer expulsar a la población judía de Europa no sólo para "librarse" de ella, sino además para utilizarla como fines políticos de expansión imperialista? Si eso no es antisemita, entonces no sé lo que es. Sin embargo, aquí hay otra pregunta, ¿y el sionismo judío? ¿Cómo se llega a vincular al sionismo con el judaísmo, a pesar de ser dos aspectos totalmente diferentes?

El texto, de acuerdo con la idea anterior, comenta que la expansión del sionismo dentro de comunidades judías se da principalmente a fines del siglo XIX como método de resistencia nacionalista a la subyugación por parte de grandes imperios, donde muchos grupos en estos contextos políticos buscaban rebelarse formando una identidad nacional. En este contexto del siglo XIX, surgen líderes sionistas como Theodor Herzl, quienes comienzan a liderar, con un ferviente apoyo del ya mencionado grupo de evangélicos cristianos, una movilización hacia Palestina. Posteriormente, con figuras como las de Jaim Weizmann, se afilan las ideas sionistas y comienzan a proponer peligrosas nociones de revisionismo histórico como por ejemplo el famoso mito que ‘’Palestina era una tierra vacía’’ antes de la llegada de los sionistas. Estos dirigentes sionistas, además, no confiaban en la coexistencia pacífica; conforme avanzó el movimiento sionista, para los 1920s siendo precisa, se incrementa el afán por limpiar étnicamente la zona de Palestina y ‘’judaizarla’’.

Lo más interesante de todo esto, es que se omite que existían (y aún existen) personas palestinas judías. Aunque una parte importante de palestinos son musulmanes, también hay pues palestinos tanto cristianos como judíos. Ahora bien, otra idea que expone Pappé es que el movimiento sionista no era uniforme; existían varias personas de diferentes contextos que eran sionistas (cristianos evangélicos, fervientes antisemitas que querían la expulsión del judaísmo de Europa, aristócratas anglojudíos que querían expulsar a las personas trabajadoras judías de Europa, entre otras).

De esta exposición de los orígenes sionistas según las ideas del ilustre Pappé, llego a concluir que, efectivamente, el sionismo es antisemita. No solo es antisemita porque busca reducir y encasillar la religión judía a un Estado y omite completamente la diversidad de la diáspora judía alrededor del mundo, sino que además se sustenta en la instrumentalización política de las personas judías y nuestra fe para fines de ciertos grupos particulares. De igual forma, es antisemita porque cree en una noción supremacista de ‘’superioridad’’ bajo la cual se justifica la limpieza étnica en razón de una promesa en torno a una tierra surgida de un texto religioso hecho hace miles de años.

Finalmente, es antisemita porque pone en riesgo a las personas judías. Al justificar la barbarie, el apartheid, la ocupación ilegal y el genocidio bajo el nombre de las personas judías, el movimiento sionista nos pone como principales responsables, cuando claramente no es culpa del judaísmo, sino el sionismo, que se libren estas atrocidades desde hace más de 100 años. Asimismo, al ponernos en esa posición, hace que el señalamiento recaiga en nosotros, cuando bien muchísimas personas judías somos antisionistas y no nos sentimos representadas en absoluto por el sionismo. Y esto sin mencionar que el mismo lobby sionista ataca a muchas personas judías que se oponen a Israel y osa en acosarlas, deslegitimarlas, decir que "no son personas judías de verdad", etc. Así, es hora que quienes siguen al judaísmo y apoyan al sionismo, abran los ojos y se den cuenta que, apoyar al sionismo, es apoyar a la inseguridad y al riesgo para las personas judías. El sionismo hace daño y pone en riesgo a las personas de todos los credos y religiones, al ser un movimiento político basado en la supremacía.

Vale destacar una última idea: todo fundamentalismo religioso es peligroso. Muchas personas en occidente enfatizan el fundamentalismo islámico para criticar los extremismos religiosos. Sin embargo, con mucha doble moralidad, se olvidan del creciente fundamentalismo cristiano en occidente que persigue y busca acabar con los derechos de las personas LGBTQIA+ y las mujeres fomentando discursos de odio y desinformados, e incluso, del fundamentalismo religioso de quienes son sionistas y a la vez personas judías que buscan legitimar las ideas supremacistas para justificar el establecimiento de un Estado genocida de apartheid y ocupación ilegal. Desde mi óptica, ningún tipo de fundamentalismo está bien, y es hora que llamemos las cosas como son. Es un discurso sumamente islamofóbico referirse a las personas musulmanas como ‘’fundamentalistas’’ en su generalidad (cuando bien sabemos que, como en cualquier credo, a como hay personas fundamentalistas, hay muchas otras que no), pero callar ante los discursos supremacistas de otros credos.

Estamos ante contextos adversos, donde leer, pensar críticamente y reflexionar es crucial para evitar el esparcimiento de todo tipo de discurso de odio, tanto el antisemita como el islamofóbico, entre otros.

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