
El robo de contenedores sigue siendo una de las amenazas más significativas para la cadena logística en Costa Rica. Según datos del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), entre 2020 y 2024 se registraron 580 casos de sustracción de contenedores, y en lo que va de 2025 las denuncias superan los 90 incidentes. La problemática persiste y exige un análisis profundo de cómo las empresas y el país gestionan la seguridad logística.
El impacto de estos robos va más allá de la pérdida material inmediata. Cada incidente genera retrasos en la entrega, incrementa los costos operativos y erosiona la confianza de los clientes y socios comerciales. En 2024, las pérdidas económicas asociadas a estos delitos alcanzaron ₡2.677 millones, afectando tanto a la exportación de productos estratégicos; como a la importación de productos esenciales para el país, incluyendo alimentos, electrodomésticos y materias primas.
Un patrón recurrente es que la seguridad sigue siendo vista como un gasto, no como una inversión estratégica. Muchas compañías, aun conscientes de los riesgos, optan por soluciones económicas que solo cumplen con formalidades, sin ofrecer protección efectiva. La contratación de servicios de seguridad muchas veces se realiza sin auditar ni verificar protocolos, capacitación de personal o eficacia operativa, y el seguro se convierte en la única medida de mitigación.
A esto se suma una falta de conciencia sobre la vulnerabilidad de sus operaciones. Muchas empresas desean estar protegidas, pero no comprenden plenamente cómo y dónde podrían ocurrir los robos ni cómo sus procesos internos pueden exponerlos previamente.
La responsabilidad de proteger la mercancía recae primeramente en las empresas que importan y exportan. Conocer su “core business” e identificar los procesos críticos, identificar amenazas para esos procesos críticos para luego analizar los riesgos internos y externos va a permitir tomar decisiones informadas sobre las medidas necesarias de seguridad, siendo así más efectivos y no sólo tomar una decisión basada en un criterio económico, muchas veces subjetivo. Todo este proceso permite lograr una contratación de soluciones de seguridad efectivas. No se trata solo de delegar la protección al transportista o al proveedor de seguridad: incluso al subcontratar, la empresa debe auditar, supervisar y verificar que los sistemas y protocolos estén correctamente implementados.
Muchas empresas transfieren el riesgo al contratista o confían únicamente en las pólizas de riesgos. La seguridad debe gestionarse como un proceso integral, en el que cada actor comprende su rol y se asegura de que las medidas adoptadas correspondan a la realidad de su operación y contexto de riesgo.
Una estrategia eficiente protege la mercancía, asegura la continuidad del negocio y refuerza la confianza de clientes y socios. Costa Rica enfrenta retos particulares: rutas críticas como la 27 (San José-Caldera) y la 32 (San José-Limón) concentran gran parte de los incidentes, y la falta de cobertura de señal en algunos tramos dificulta la implementación de tecnologías de monitoreo. La criminalidad organizada sigue adaptándose y aprovechando estas vulnerabilidades, especialmente en periodos de mayor movimiento de contenedores.
El servicio ideal combina seguridad física, tecnología avanzada e inteligencia artificial: monitoreo GPS en tiempo real, alertas automáticas ante movimientos sospechosos, geocercas dinámicas, control de accesos y presencia estratégica de supervisores en zonas críticas. La inteligencia artificial aplicada al video-análisis y al monitoreo de rutas permite anticipar incidentes, optimizar la respuesta y reducir costos.
En zonas donde la señal no es confiable, se puede complementar con radiofrecuencia y patrullaje avanzado, ajustando la estrategia a la realidad del país. Además, es vital que el personal de seguridad tenga un perfil técnico especializado, con capacitación constante y supervisión profesional, evitando depender únicamente del número de oficiales, sin control ni capacitación adecuada.
La prevención del robo de contenedores exige un cambio de mentalidad: pasar del deseo a la conciencia, del gasto a la inversión estratégica y de la improvisación a la planificación basada en análisis de riesgos y contexto. La responsabilidad recae en quienes operan y gestionan la carga, y solo mediante la colaboración entre empresas y proveedores de seguridad comprometidos con la calidad, se puede garantizar que la cadena logística de Costa Rica sea resiliente, eficiente y confiable.
Artículo de opinión escrito por Fernando Gamboa, jefe comercial y asesor ejecutivo de seguridad, Grupo EULEN Costa Rica.