Descubrir a Claudia Piñeiro no es, en absoluto difícil ni inesperado: es una escritora consagrada, ampliamente conocida, cuya obra ha sido adaptada en varias ocasiones. Pero en un mundo con tanto que leer, no se puede, ni se debe, culpar a alguien de no conocer a x o y autor. En literatura, mientras leamos, nadie se pierde nada, hay demasiado y siempre será inabarcable. Es una de las tristezas para los que leen, saber que quedarán lejos de nuestros ojos tantos textos, que nunca habitaremos tantos mundos preciosos y terribles de los que querríamos ser testigos desde la seguridad de las letras. Hoy es un momento propicio para acercarse a lo que están haciendo las escritoras argentinas, Schweblin, Enriquez, Piñeiro. Su capacidad para sumergirnos en atmósferas es asombrosa.

Yo no conocía la obra de Piñeiro, la conocí de la manera más bella en que puede descubrirse un libro, y es, por intermedio de otro escritor, en este caso, Saramago, a quien amo desde Todos los nombres, y que habló muy bien de ella. Saramago fue jurado del premio Clarín de 2005 que galardonó Las viudas de los jueves (Alfaguara), una novela de Piñeiro que no he leído y que conocí primero en su adaptación homónima de 2023 por Netflix. Es un pendiente.

Para iniciar mi aventura en su obra escogí Catedrales. La que disfruté en su versión Kindle. Fue una experiencia gozosa. La novela comienza con gran intensidad, que no solo se mantiene, sino que crece en cada capítulo. Se trata de la tragedia que enlutó a la familia Sardá, Ana, una adolescente de 17 años es asesinada, quemada y descuartizada en un descampado en las afueras de Buenos Aires. Su muerte queda impune y en el misterio por treinta años hasta que el esfuerzo inclaudicable de un padre encuentra la terrible verdad.

Esa joven tenía dos hermanas, Lía, quien se declara atea y abandona Argentina rompiendo casi todo contacto con su familia, con su madre católica, con su hermana Carmen, dogmática y conservadora. Mantendrá una serie de cartas con Alfredo, su padre, cartas en las que ella ha prohibido la mención de cualquier evento relacionado con su familia, incluida la muerte de Ana.

La novela está organizada en capítulos desde el punto de vista de cada personaje, iniciando con Lía en su librería en Santiago de Compostela, donde recibe la visita de Carmen y su esposo Julián, antiguo candidato a cura. Buscan a su hijo, que rompió contacto con ellos en un viaje a las más bellas catedrales de Europa, uno que planeó con su abuelo Alfredo. La forma hipócrita, manipuladora y, en secreto, horrible de Carmen se hace presente inmediatamente; incluso en su necesidad de ayuda no desaprovechará la oportunidad de maltratar a su hermana, revelando cruelmente la muerte del padre, de una forma que removerá las entrañas del lector.

En el segundo capítulo conocemos al hijo, Mateo, y nos damos cuenta cómo afectó la muerte de Ana a su familia, impactando a un joven que no había siquiera nacido para ese momento. En este capítulo entendemos que la verdad se revelará poco a poco y que, como lectores, deberemos juntar las piezas entre las cenizas de las memorias e intereses de cada personaje, incluso cuando sumergirse en ellas resulte desagradable. No las de Mateo, en el libro hay personajes claramente blancos y negros, no hay grises, y en esto no debe haberlo: alguien se aprovechó de una jovencita y la condenó a una muerte horrible, y no contento con eso, descuartiza y quema su cuerpo. No hay espacio para debatir filosóficamente sobre el mal, un padre, ante su inminente muerte, necesita descubrir la verdad.

El tercer capítulo está muy bien logrado, Marcela, amiga de Ana. Una imagen religiosa, el arcángel Gabriel, le cayó encima y afectó su memoria. Amnesia anterógrada, se llama, y por ello nadie escuchará lo que tiene que decir, que Ana murió en una banca de la iglesia católica donde esperaban a un hombre que no llegaría. Pero el cuerpo de Ana apareció lejos de ahí. El sacerdote no escuchó nada, solo a Marcela.

Elmer es la voz del cuarto capítulo, un investigador privado que, hace treinta años y siendo investigador público, dudó del dictamen inicial que cerró la investigación. ¿Por qué quemar un cuerpo? ¿Por qué descuartizarlo primero y quemarlo después? ¿Deseaban ocultar algo? Con Elmer los recuerdos confusos de Marcela y una promesa hecha a Ana nos darán la verdad.

Lo que sigue es terrible. Se impone el cinismo, la maldad disfrazada de beatitud. El capítulo cinco le da voz a Julián, nos dice cosas que ya sabemos, pero lo hace con maestría, podemos introducirnos en su mente. Y lo mismo el siguiente, Carmen, una voz espantosa. Asistimos a algo que no es un crimen, es algo más, es la implosión de las relaciones familiares deterioradas por el fanatismo

Llegamos al epílogo, Alfredo, y donde esperamos una resolución vengativa, encontramos alguien desahuciado por el cáncer, fuerzas tiene, para mucho, pero se ha quedado sin tiempo, y debe enfocarse en lo realmente importante, Lía, Mateo, reconstruirlos, unirlos. Alfredo descubre la verdad del crimen en lo esencial, pero no profundizará en algunos elementos, por miedo, por lástima. Es un epílogo muy sereno luego de tanta violencia y descaro, un epílogo para la vida y no para la muerte.

La novela es cautivante, su crueldad atrapa, nos urge a avanzar, descubrir qué conoce la siguiente voz, a la vez que nos deja una nostalgia abandonar a Lía, a Mateo, a Marcela, sabemos que no volveremos a escuchar sus pensamientos, incluso que no sabremos qué pasó con ellos, pero el crimen nos llama, determinar qué pasó realmente con esa jovencita y qué dicen sus verdugos. Piñeiro logra con un éxito impresionante introducirse en la mente de personajes muy dispares, no se sienten forzados ni panfletarios, se nota el arduo trabajo de investigación, de pensar como los que no piensan como yo, por despreciables que sean. Los personajes se construyen de forma muy consistente, no hay incoherencias entre ellos, sus miedos, sus ideologías, las redes que los amparan y escudan.

Para quien desee una novela fácil, entretenida y bien lograda, esta es una gran opción. No es una trama súper novedosa, ya desde el segundo capítulo o incluso desde el primero podemos prever qué pasó, pero nos aparece la urgencia de verlo ahí, confirmado.

Al investigar para esta reseña descubrí, además, que recientemente concluyó la grabación de su adaptación cinematográfica.