
Ante las nuevas dinámicas laborales es urgente que los espacios laborales potencien la creatividad y la interacción, y que las personas cuenten con entornos más cómodos y humanos.
Hablar de bienestar en las empresas es una necesidad estratégica. Su impacto va más allá de la productividad y se consolida como un valor diferencial en culturas organizacionales que buscan atraer, motivar y retener talento. En un entorno laboral en constante transformación, es clave repensar cómo respondemos a las exigencias del mercado, la tecnología y, por encima de todo, a las expectativas de las personas.
Es ahí donde surge un reto con la Generación Z. Nacidos entre 1996 y 2010, esta generación ha traído nuevos aires y dinámicas al mercado laboral, y Costa Rica no es la excepción. ¿De qué estamos hablando?
Estamos hablando de un grupo etario que ha tenido que hacerle frente a un panorama laboral marcado por el teletrabajo, la presión por el éxito prematuro y una creciente y acelerada digitalización. Producto de estas variables, la Generación Z ha presentado un fenómeno denominado “task masking”.
Este concepto consiste en simular estar ocupado en tareas laborales, aunque realmente ya se hayan terminado, o no se estén realizando en ese momento. El objetivo es enfrentar presiones laborales, disminuir el estrés y crear la ilusión de realizar multitareas, sin disminuir la eficiencia.
Ante este panorama, se vuelve indispensable que los líderes de equipos de trabajo se cuestionen ¿Se están adaptando realmente las empresas a las dinámicas de trabajo que exigen las nuevas generaciones? ¿O solo existe preocupación por definir y cumplir jornadas de ocho horas? ¿Deben los colaboradores simular estar ocupados, o la solución reposa en permitir que los resultados hablan por sí mismos, más allá del tiempo invertido?
El estrés como integrante de la planilla
Se vuelve urgente repensar la forma en que se diseña un entorno laboral (tanto si hablamos de estética, como de dinámica laboral), de manera tal que se potencie la creatividad, los espacios de crecimiento, desconexión y comunidad, y que las personas cuenten con entornos más cómodos, humanos y de interacción.
Los espacios flexibles promueven justamente eso: que las empresas reconozcan el rol que tienen los entornos para la productividad y para el bienestar de los colaboradores, en un escenario donde el estrés es uno de los principales problemas.
Así lo revela un estudio realizado por la empresa estadounidense de análisis y asesoría Gallup, al detallar que el 44 % de los colaboradores en Latinoamérica presenta estrés diario. Se trata del estudio State of the Global Workplace: 2024 Report.
En esa edición, el nivel de estrés de los colaboradores superó en tres puntos el índice registrado en el 2023.
Los datos para Costa Rica no son diferentes. Reportes de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), indican que los días laborales perdidos por incapacidades relacionadas con trastornos de ansiedad aumentaron de 180 mil a más de 455 mil entre el año 2019 y el 2023.
¿Qué puede y debe hacer una empresa ante estas cifras? La educación y sensibilización son claves, como lo son también los espacios flexibles, que responden a una necesidad logística y también a una necesidad de socialización, de movimiento, de relajación y de pausas que permitan mejorar la productividad.
Entornos más humanos, productivos, sostenibles y pensados para el colaborador deben ser la prioridad para los líderes que tienen como bandera promover equipos de trabajo con equilibro entre la parte laboral y personal, con confianza y autonomía, y enfocados a resultados.
Escrito por: Jimena Quirós, gerente de mercadeo de WeWork Costa Rica