
Médicos piden escuchar las alertas de advertencia como dolor de pecho, palpitaciones o agotamiento físico, que deben tomarse en serio durante el trayecto.
Fiebre, ahogo, presión alta, descompensaciones, hipoglucemias o lesiones musculares. Estas son algunas de las situaciones que, año tras año, atienden los cuerpos de socorro durante la romería a Cartago. Para evitar complicaciones, el Colegio de Médicos y Cirujanos hace un llamado a todas las personas que planean peregrinar hacia la Basílica de Nuestra Señora de los Ángeles a prepararse con responsabilidad.
Aunque muchos romeros subestiman el esfuerzo, caminar varios kilómetros —a veces durante horas o incluso días— representa una exigencia física real. Y más aún si se padece una enfermedad crónica, se tiene obesidad o simplemente no se está acostumbrado a realizar actividad física de forma regular. La recomendación médica es clara: si hay dudas sobre si el cuerpo está preparado, lo mejor es consultar con el médico antes de iniciar el recorrido.
“Entendemos que es una actividad física fuera de lo normal, que no estamos acostumbrados a realizar y que conlleva ciertas exigencias para el cuerpo. Por eso, si la persona es hipertensa, debe asegurarse de tomar el medicamento adecuado a la hora correspondiente; si usa insulina o fármacos para el control del azúcar, no dejar de aplicarlos ese día. Y recordar que necesitará un aporte energético adicional, por lo que es importante llevar una fruta o algún alimento permitido en su dieta. También, los medicamentos deben protegerse del calor, la humedad y la suciedad, por lo que estos pueden guardarse utilizando bolsas herméticas, llevar agua para tomarlos, y programarse alarmas para no olvidar las dosis”, explicó el Dr. Elliott Garita Jiménez, presidente del Colegio de Médicos y Cirujanos.
Agrega que se debe prestar atención a señales de alerta como dolor en el pecho, ahogo, frialdad corporal, palpitaciones o sensación de desmayo y lanzó un llamado especial en caso de tener gripe o fiebre. “Pensemos que una forma de dar gracias es quedarnos en casa, terminar de curarnos y evitar contagiar a otros”, explicó el Dr. Garita Jiménez.
Desde el punto de vista preventivo, el Dr. Alejandro Madrigal Lobo, director del Consultorio Médico del Colegio de Médicos y Cirujanos, recalcó que el calzado puede hacer una gran diferencia y apunta a que este debe ser cómodo y usado previamente, ya que los zapatos nuevos pueden causar ampollas o incluso torceduras. Además, hay que protegerse del sol con bloqueador, gorra y ropa que cubra la piel, y no descuidar la hidratación antes, durante y después de la caminata.
“El cuerpo nos avisa cuando algo no anda bien. Si hay dolor muscular intenso o agotamiento extremo, no siga a la fuerza. Acuda a los puestos de la Cruz Roja o salud, y consulte si puede continuar”, detalló el Dr. Madrigal Lobo.
En un país donde, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Nutrición del Ministerio de Salud del 2009, seis de cada diez adultos mayores presentan sobrepeso u obesidad, los cuidados alimenticios durante la romería no deben tomarse a la ligera.
El Dr. Mauricio Barahona Cruz, especialista en nutrición clínica, recomendó iniciar la jornada con una dieta balanceada, y mantener un aporte calórico constante durante el trayecto. “Por cada hora de caminata, se deben consumir entre 80 y 100 calorías. Esto se puede lograr con cereales integrales bajos en azúcar, frutas, sándwiches con proteína y jugos naturales.”
En cuanto a personas con obesidad, el Dr. Barahona Cruz advirtió que, si no están acostumbradas al ejercicio físico, deberían haberse preparado semanas antes.
“Una valoración médica previa es indispensable. Hay que revisar si toman medicamentos que afectan la presión o el ritmo cardíaco, y si tienen enfermedades asociadas que aumenten los riesgos. También hay que adaptar el esfuerzo según el horario y el clima, ya que el calor aumenta la exigencia física y la necesidad de líquido”, manifestó el Dr. Barahona Cruz.
Los especialistas coinciden en que hacer la romería no es una competencia ni una prueba de resistencia. Se trata de un acto de fe, que debe vivirse con conciencia del propio cuerpo, sentido común y responsabilidad. Escuchar las señales físicas, caminar acompañado y evitar exponerse innecesariamente puede hacer la diferencia entre una experiencia espiritual positiva y una emergencia médica.