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Hipertensión, diabetes y obesidad elevan la probabilidad de desarrollar insuficiencia cardíaca.

La insuficiencia cardíaca afecta actualmente entre el 1 % y el 2 % de la población adulta a nivel mundial, y su prevalencia continúa en aumento debido al envejecimiento global y al avance de enfermedades crónicas como la hipertensión y la diabetes. Se estima que 64 millones de personas en el mundo padecen de esta condición. En Costa Rica, las enfermedades cardiovasculares, como la insuficiencia cardíaca, son las causantes del 33% de las muertes por enfermedades crónicas en este país.

“La insuficiencia cardíaca es la incapacidad del corazón para cumplir adecuadamente sus funciones básicas: llevar la sangre a todos los tejidos del cuerpo y recibirla a una presión adecuada. Cuando una de estas funciones se altera, aparece la insuficiencia cardíaca, generalmente con un corazón dilatado. Esto reduce su rendimiento y da lugar a manifestaciones clínicas importantes”, explicó el médico especialista en cardiología y subespecialista en insuficiencia cardíaca, Eduardo Roque Perna. 

Aunque su nombre suena menos alarmante que un infarto o un cáncer, padecer de insuficiencia cardíaca y no llevar un tratamiento adecuado, puede resultar en un pronóstico incluso más severo que algunos tipos de cáncer. Según el doctor Perna, 1 de cada 4 personas desarrollará esta condición a lo largo de su vida.

Entre los factores de riesgo más comunes entre la población costarricense están:

  • Hipertensión arterial mal controlada.
  • Diabetes tipo 2.
  • Obesidad abdominal.
  • Tabaquismo.
  • Sedentarismo y alimentación con exceso en sodio.

Los síntomas más comunes incluyen fatiga persistente, dificultad para respirar (disnea), tos o sibilancias persistentes, acumulación de líquido extra en los tejidos corporales (edema), falta de apetito, náuseas, confusión, deterioro del pensamiento, aumento de la frecuencia cardiaca y cambios de peso. Estos signos suelen aparecer de forma progresiva, lo que puede retrasar el diagnóstico si no se reconocen a tiempo.

La prevención es la mejor arma contra la insuficiencia cardíaca

Para reducir la incidencia de insuficiencia cardíaca en el país, se recomienda adoptar un estilo de vida preventivo y saludable. Esto incluye mantener un peso adecuado, controlar enfermedades crónicas como hipertensión y diabetes, reducir el consumo de sal y alcohol, manejar el estrés, hacer ejercicio regularmente y evitar el tabaquismo, así como visitar a su doctor con regularidad. 

“A partir de los 40 o 45 años, las personas deberían hacerse controles periódicos de presión arterial, colesterol y azúcar en sangre, incluso si no tienen síntomas. Estos chequeos permiten detectar a tiempo condiciones que pueden desencadenar insuficiencia cardíaca”, recomendó el especialista.

El diagnóstico oportuno permite iniciar un tratamiento que no solo mejora los síntomas, sino que prolonga la vida. Hoy en día, hay tratamientos que reducen la mortalidad y las hospitalizaciones por esta afección.

“Existen tratamientos médicos conocidos como “Los Cuatro Fantásticos” (Sacubitril/valsartán, betabloqueadores, inhibidores SGLT2 (glifozinas) y antagonistas del receptor mineralocorticoide) que actúan sobre diferentes mecanismos y que combinados, mejoran significativamente la calidad de vida del paciente. No es suficiente tomar uno solo. La clave está en usarlos juntos y tener un seguimiento médico continuo”, aseguró el cardiólogo Perna.

Además, es importante asegurarse de que los medicamentos, especialmente si son genéricos, cuenten con estudios de bioequivalencia que garanticen su efectividad. Es decir, que tenga la misma composición del medicamento innovador u original.

Una enfermedad que impacta la salud mental

La insuficiencia cardíaca no solo limita la actividad física del paciente, sino que también impacta su estado emocional. De acuerdo con el doctor Eduardo Perna, las personas que padecen esta afección suelen sentirse una carga para sus familias. Por eso, es fundamental el acompañamiento empático de sus familiares, promoviendo una alimentación saludable en el hogar y alentándolos a realizar actividad física que le ayude a mejorar su calidad de vida.

“Cuanto mejor se sienta el paciente, mejor será su calidad de vida, incluso antes de que la enfermedad aparezca”, concluye el especialista.


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