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La ciberseguridad ha evolucionado más allá del ámbito técnico para convertirse en un pilar estratégico de las organizaciones.

En un entorno donde las amenazas digitales crecen en volumen y sofisticación, tanto las entidades públicas como privadas deben fortalecer sus capacidades para proteger sistemas, datos y servicios críticos.

Según el informe IBM X-Force Threat Intelligence Index 2025, América Latina fue la quinta región más atacada en 2024, concentrando el 8% de los incidentes que IBM X-Force respondió a nivel mundial. El sector financiero y de seguros lideró los ataques en la región con un 33% de los incidentes, seguido por manufactura y energía, ambos con un 20%.

Pasos por seguir 

El primer paso es realizar un diagnóstico integral de su postura actual de ciberseguridad: identificar vulnerabilidades, evaluar riesgos y revisar políticas internas. Luego, es clave desarrollar o fortalecer planes de continuidad del negocio y respuesta ante incidentes. Por otra parte, también será necesario capacitar al personal en buenas prácticas y actualizar las herramientas tecnológicas que protegen la infraestructura digital. 

Adaptarse es la mejor defensa

Anticiparse desde ya permitirá a las organizaciones no solo evitar sanciones, sino también fortalecer su reputación y resiliencia. La confianza de los usuarios, clientes y aliados dependerá cada vez más de cómo las empresas protegen la información. La ciberseguridad no es un gasto, es una inversión estratégica.

La preparación para este nuevo marco normativo requiere liderazgo. Las juntas directivas y los equipos ejecutivos deben asumir un rol activo, asignando recursos, promoviendo una cultura de seguridad y alineando los objetivos del negocio con las exigencias regulatorias. Solo con una visión clara desde arriba se podrá construir una defensa efectiva y sostenible ante las amenazas del ecosistema digital.

Este entorno evoluciona rápidamente, y con él, las amenazas que enfrentan las organizaciones. Las nuevas regulaciones en materia de ciberseguridad marcarán un estándar más riguroso para la protección de sistemas, datos e infraestructura crítica. Aquellas organizaciones que actúen con anticipación no solo cumplirán con los requerimientos legales, sino que también se posicionarán como líderes responsables, resilientes y confiables en la nueva economía digital.