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La gestión eficiente de la infraestructura nacional se ha convertido en uno de los grandes retos estratégicos para Costa Rica.

Desde carreteras y puentes hacia sistemas de agua, transporte y energía, la calidad, la sostenibilidad y modernización de la infraestructura son determinantes para el crecimiento económico, la competitividad y el bienestar social del país.

Ante este panorama, la ingeniería en gestión de infraestructura emerge como un campo clave, donde se combinan conocimientos técnicos, planificación, administración de recursos y visión estratégica. No se trata únicamente de diseñar obras, sino de garantizar su correcta planificación, ejecución, mantenimiento y renovación a lo largo del tiempo.

En Costa Rica, los desafíos son múltiples; el envejecimiento de estructuras críticas, la falta de mantenimiento preventivo, los cuellos de botella en inversión pública y la necesidad de adaptación al cambio climático exigen un enfoque más integral y profesionalizado en la gestión de infraestructura.

“Es necesario que el país invierta no solo en nuevas obras, sino en mejorar la manera en que las gestiona. Necesitamos ingenieros y profesionales en administración pública, capaces de liderar proyectos con criterios de sostenibilidad, eficacia financiera y alto impacto social”, explicó Melissa Lara, directora de la Escuela de Administración Pública de la Universidad San Marcos.

Las universidades e instituciones técnicas están llamadas a fortalecer la formación de profesionales en esta área, integrando conocimientos en tecnología, normativa, financiamiento, gestión de riesgos y participación ciudadana. Asimismo, es fundamental actualizar los marcos regulatorios y fomentar alianzas público-privadas que impulsen la innovación y la ejecución eficiente de proyectos.

Según estimaciones del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), para 2050, el 25% de la población costarricense tendrá 65 años o más, en comparación con el 11% actual en 2024. Este cambio demográfico plantea interrogantes sobre la sostenibilidad y adecuación de las infraestructuras existentes para atender las necesidades de una población cada vez más envejecida.

Con la creciente urbanización y la presión sobre los servicios públicos, la gestión inteligente de la infraestructura es una prioridad nacional. Costa Rica requiere una visión de largo plazo, liderada por profesionales capaces de transformar los desafíos actuales en oportunidades de desarrollo sostenible.