
Experta en nutrición de Herbalife explica las señales más comunes que podrían revelar una dieta desequilibrada.
Alimentarse de forma saludable no se trata únicamente de mantener un peso adecuado. La calidad nutricional de lo que se consume a diario impacta directamente en la energía, el sistema inmunológico, la digestión e incluso el estado emocional. Muchas veces, el cuerpo comienza a enviar señales sutiles cuando algo no está funcionando bien. Aprender a reconocerlas es clave para tomar decisiones más conscientes y mejorar el bienestar general.
Algunos de estos síntomas pueden atribuirse al estrés, la falta de descanso o el ritmo acelerado de vida. Sin embargo, detrás de ellos podría esconderse una alimentación deficiente. A continuación, la nutricionista Ana Cristina Gutiérrez, miembro del Consejo Consultor de Dietistas de Herbalife, explica cuáles son las señales más comunes que podrían indicar una dieta desequilibrada:
- Sentir fatiga constante, incluso después de un buen descanso.
- Tener hambre continua o antojos frecuentes de alimentos con alto aporte de azúcares y grasas.
- Presentar cambios de peso repentinos, sin una causa evidente.
- Experimentar molestias digestivas como hinchazón, estreñimiento o digestión lenta.
- Notar alteraciones en la piel, como acné, resequedad o pérdida de brillo.
- Observar debilitamiento del cabello, caída excesiva o uñas frágiles.
- Sufrir dolores de cabeza frecuentes, posiblemente asociados a deshidratación o deficiencias nutricionales.
- Percibir cambios en el estado de ánimo, como irritabilidad, ansiedad o dificultad para concentrarse.
Estos síntomas podrían reflejar la falta de nutrientes esenciales, como hierro, vitaminas del complejo B, vitamina D, ácidos grasos omega-3 y fibra. Además, una dieta desequilibrada puede alterar la microbiota intestinal, un componente clave del sistema inmune, y aumentar la vulnerabilidad a enfermedades e infecciones.
También se ha demostrado que existe una relación directa entre lo que comemos y cómo nos sentimos emocionalmente. Las dietas con exceso de azúcares simples y grasas pueden afectar negativamente la producción de neurotransmisores como la serotonina, lo que puede impactar el estado de ánimo y la capacidad de concentración.
Incorporar hábitos alimenticios más saludables puede marcar una gran diferencia. Algunas recomendaciones sencillas incluyen:
- Priorizar alimentos frescos y naturales: frutas, vegetales, cereales integrales, legumbres y proteínas magras.
- Reducir el consumo de productos con altos niveles de sodio, azúcares añadidos y grasas poco saludables.
- Variar los colores en el plato: cada color en los alimentos naturales refleja la presencia de distintos fitonutrientes.
- Comer con regularidad y no saltarse tiempos de comida para mantener niveles de energía estables.
- Controlar las porciones sin caer en restricciones extremas.
- Escuchar al cuerpo, prestando atención a las señales de hambre, saciedad y otros cambios físicos.
Además, estudios como el publicado en el European Food Safety Authority Journal señalan que, para mantener una hidratación adecuada, se recomienda consumir aproximadamente 2 litros de agua al día en el caso de las mujeres y 2,5 litros en el caso de los hombres.
Cuidar la alimentación no significa seguir dietas estrictas ni eliminar grupos de alimentos. Se trata de nutrir el cuerpo con lo que necesita para funcionar correctamente, prevenir enfermedades y sentirse mejor cada día. Con pequeños ajustes y decisiones conscientes, es posible mejorar la salud física, mental y emocional.