El pasado 21 de junio, en el marco de la celebración del Día Internacional de la Música, el Teatro Popular Melico Salazar fue escenario de un concierto sinfónico que trascendió la mera expresión artística para convertirse en un emblemático hito de la inclusión social multivía. Este evento (impulsado por la Fundación SIFAIS, que por más de catorce años ha trabajado en la formación artística en comunidades en situación de vulnerabilidad) demostró de manera contundente el poder transformador del arte como agente de cambio social.

La propuesta del concierto fue singular: reunir a más de 120 músicos en un mismo escenario, abarcando un espectro generacional amplio, desde los 6 hasta los 73 años. La diversidad se manifestó no solo en la edad, sino también en la trayectoria de los participantes, que incluyó desde principiantes absolutos hasta veteranos de la música clásica y el rock nacional. Gran parte de esta orquesta, más de 90 músicos, proviene de las comunidades de La Carpio y Birrí, marcando para muchos de ellos la primera vez que pisaban un escenario de la magnitud y significado histórico del Teatro Melico Salazar.

La Carpio, el asentamiento de migrantes más grande de Centroamérica, es un barrio que históricamente ha sido asociado con desafíos como la pobreza estructural, la delincuencia y la violencia. Sus habitantes, en su mayoría migrantes y refugiados nicaragüenses, han encontrado en programas como los de SIFAIS una vía para acceder a la educación artística, en áreas como la música, el inglés, la computación, el boxeo y el judo, entre otros, a través de Cuevadeluz. La Fundación SIFAIS ha sostenido firmemente la convicción de que, si bien la eliminación de la pobreza no está directamente en sus manos, sí lo está la provisión de una mayor integración y oportunidades que permitan a las personas superar sus carencias o, al menos, sobrellevarlas con mayor dignidad.

El concierto del 21 de junio fue una manifestación palpable de esta filosofía. Historias individuales ilustraron el impacto profundo de la formación artística:

  • Don Gerardo, un vecino de Birrí de 73 años, a pesar de no haber tenido acceso a la educación formal y no saber leer ni escribir, se animó a aprender violín hace solo seis meses, logrando leer música antes que el alfabeto.
  • Doña Margarita, de 63 años y sobreviviente de cáncer, encontró en el violín y la perspectiva de tocar en el Melico Salazar una poderosa motivación para superar una profunda depresión.
  • Doña Aurora, de 71 años, quien ha dedicado su vida al lavado de ropa ajena, comenzó a aprender violín hace ocho meses, impulsada por su hija de 50 años, quien también se unió a la orquesta.

Estas narrativas no solo conmueven, sino que validan la misión de la Fundación SIFAIS. Para las múltiples decenas de jóvenes que optan por integrar un ensamble musical dos o tres veces por semana en lugar de estar en las calles, esta oportunidad representa un camino hacia el desarrollo de confianza y constancia en la afinación de los instrumentos de cuerda. La orquesta misma se convierte en una metáfora de la vida, enseñando a articular talentos y a construir comunidades más armoniosas mediante la paciencia y la perseverancia.

El evento contó con la participación generosa de destacados exponentes del rock nacional, quienes donaron su tiempo y talento para enriquecer la interpretación sinfónica de piezas icónicas. Artistas como Luis Montalbert (Gandhi), Marta Fonseca y Bernal Villegas (Suite Doble), Filipe Perez (424), Guido Fernández (Voodoo) y Miguel Solari se unieron a la Orquesta de Cuerdas de LUZ del SIFAIS.

Un momento significativo fue la reintegración de la banda Balance, formada en La Carpio en los primeros años de SIFAIS. Sus miembros, Josué en la batería, Valeria y Yoheck en las guitarras, y Sarah en la voz, junto a Willy, cuya pericia en la guitarra eléctrica es sobresaliente, son hoy profesionales, y en la música que dieron sus primeros pasos en las aulas de Cuevadeluz. Esto subraya la capacidad de SIFAIS para impulsar una "segunda generación de talentos" en las comunidades.

La dirección musical estuvo a cargo del maestro Ernesto Gallardo, director de orquesta y líder del Instituto Nacional de la Música (INM), quien fue un artífice excepcional del montaje escénico, logrando amalgamar a todos los integrantes y facilitar la participación de 18 jóvenes instrumentistas de viento del Instituto Nacional de la Música.

Es importantísimo destacar la valiosa colaboración de diversos aliados estratégicos. El Teatro Popular Melico Salazar y el Ministerio de Cultura, al ceder gratuitamente el espacio en un día y horario de excepción, hicieron posible una verdadera fiesta de la inclusión social, accesible para todos. Asimismo, la Fundación FASE ha sido un pilar fundamental, no solo al facilitar el método Bornoff para la enseñanza de cuerdas, sino también al financiar a tres de los profesores, Javier Campos, Sara González y José Pérez, quienes hacen posible la magia en escena. Este método, cabe señalar, permite un aprendizaje conjunto, rápido y versátil, facilitando a los estudiantes la evolución en el dominio de varios instrumentos de cuerda a la vez en pocos años.

Este concierto fue una poderosa afirmación de que la calidad artística y la inclusión social pueden coexistir y potenciarse mutuamente. Como señaló Paola Jeffres, coordinadora de Cuevadeluz y una de las primeras chelistas formadas por SIFAIS de la Carpio, la mayor recompensa es observar cómo las propias comunidades comienzan a superar el estigma negativo y el anonimato que han padecido por largo tiempo. El evento no solo empoderó a los participantes, sino que también inspiró a cientos de espectadores, demostrando que la solidaridad, la amistad y el cariño son fuerzas capaces de transformar realidades.

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