Recuerdo cuando era estudiante en Noruega y ahorraba dinero para comprarme una cámara digital que veía los sábados en una tienda. Cuando reuní todo el dinero y me disponía a comprar la cámara, la noche antes tuve un intensísimo dolor de muela que no me permitió dormir ni un minuto. Nada deseaba más que consultar un dentista. Al día siguiente, fui al dentista, me arregló la muela y le pagué el dinero que tenía ahorrado para comprarme la cámara digital. Tomé la decisión más acertada entre mi felicidad y mi querer desde el punto de vista de coherencia energética.
Querer con disciplina estratégica significa ser coherente entre lo que quiero y lo que me hace feliz. Estamos inundados de información que nos tienta y nos seduce para asociarnos con versiones ajenas y superficiales de felicidad. ¿Realmente esa versión de felicidad de una persona sonriente, estéticamente bella, en un entorno paradisíaco, es como nosotros percibimos la felicidad? Debemos conectar con la propia versión y cultivar la relación entre esa felicidad que queremos sentir de manera permanente y aquello que deseamos con intención.
Crear nuestro mapa energético nos permite tener claridad de cuáles son aquellas actividades, relaciones y posesiones materiales que nuestro cuerpo registra con nota 10 en afinidad. Ahí debemos concentrar nuestras intenciones. Todo lo que se aleje de un 10 energético y vigoroso percibido por nuestro radar nervioso debería ir, poco a poco, quedando relegado o bajarle la frecuencia con la que entramos en su contacto o desvincularnos del todo de ello. Es un ejercicio facilísimo de hacer que enriquece el alineamiento entre nuestra felicidad y nuestro querer.
Todas las decisiones son irracionales. No las podemos racionalizar con herramientas tecnológicas y métodos de decisión. Apenas podemos justificarlas. Cuando decidimos algo, en realidad estamos desplegando el sistema de conexión entre nuestra felicidad y nuestro querer. Eso es único, subjetivo, propio e irracional de cada ser humano.
Al respecto, ofrezco tres recomendaciones:
- Sea muy crítico con sus deseos
- Retrase la satisfacción de los deseos
- Pregúntese qué se puede lograr sin lo que deseo
Mi máximo anhelo como ser humano es estar despierto, percibirme lúcido, sentirme libre, y ayudar a otros a conectar con su lucidez para restaurar y forjar juntos esa libertad que estamos perdiendo.
Escuche el episodio 270 de Diálogos con Álvaro Cedeño titulado “Intenciones estratégicas”.
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Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio.