Hemos crecido en un entorno cultural y en una época histórica donde se equipara el éxito con el dinero, pero es una visión muy limitada. En una escala de valores, sería fácil encontrar apoyo para la idea de que el dinero es inferior indicador de éxito que el sentido de propósito, el motor que dinamiza tantas obras de vida en la humanidad. Nos atrevemos a sugerir, además, que el sentido de propósito es inferior indicador de éxito que la eficacia.

Pensemos en eficacia como hacer bien lo correcto, o hacer las cosas que valen la dicha. Ambas definiciones nos posicionan ante una realidad: el éxito no es obra de un solo día. Es la obra de una vida entera dedicada al cultivo del bienestar, a la búsqueda de sentido de propósito, al servicio de los demás, a forjar de manera proactiva un futuro próspero, mejorando un poquito cada día.

La eficacia sólo cobra vida en el presente. Entonces, debe cultivarse la presencia, que implica una aceptación manifiesta de las circunstancias tal como son, reconociendo la realidad para poder actuar sobre ella. Implica también el perdón para liberarse y soltar el rencor y el resentimiento que anclan a las personas al pasado e impiden su avance y florecimiento. Lo más elemental que requiere es paciencia, esa "ciencia de la paz" que nutre la perseverancia y la confianza en el proceso, incluso cuando los resultados no son inmediatos. Especialmente para resultados que no son inmediatos, que suelen ser los de mayor valía e impacto.

El pasado también puede nutrir la eficacia. No es un lastre sino un gran maestro, pues cada experiencia, cada desafío, es una oportunidad de aprendizaje que estimula el crecimiento. La decisión es de cada persona de asumir esa actitud.

El futuro, aunque incierto e imaginario, es un lienzo en blanco que inspira y motiva, una oportunidad infinita para crear, para innovar con audacia, para emprender nuevos caminos y para materializar las ideas más visionarias.

La filosofía, en su esencia, es aprender a vivir. Parte de ese aprendizaje es querer algo lo suficiente. Cuando la intención es fuerte y vibrante, se enrumba la acción hacia creer, crear y crecer hacia el futuro, nutrida por la eficacia.

Escuche el episodio 268 de Diálogos con Álvaro Cedeño titulado “Indicadores de éxito”.

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