Esta es la transcripción literal del discurso pronunciado por Rodrigo Arias Sánchez en respuesta al discurso pronunciado previamente por Rodrigo Chaves Robles ante la Asamblea Legislativa el 5 de mayo de 2025, con motivo del tercer informe de labores del gobierno. Al ser una transcripción literal, su contenido puede diferir del contenido oficial del discurso escrito que la Asamblea Legislativa suministró a los medios de prensa. Para ver las diferencias entre ambos discursos de click en este enlace.

San José, Costa Rica
5 de mayo de 2025

Señor presidente de la república, Rodrigo Chaves Robles, y señora primera dama de la república, señora Signe Zeikate.

Señor presidente de la Corte Suprema de Justicia, magistrado Orlando Aguirre Gómez.

Señora presidenta del Tribunal Supremo de Elecciones, magistrada Eugenia María Zamora Chavarría. 

Señor y señora vicepresidentes de la república.

Señoras y señores miembros de los supremos poderes.

Señor Arzobispo Auxiliar de la Arquidiócesis de San José.

Excelentísimos señores miembros del cuerpo diplomático.

Distinguidas y distinguidos jerarcas de las instituciones del Estado costarricense.

Señoras y señores.

Es evidente que, en esta ocasión, más después de todos los videos que acabamos de escuchar, estamos aquí, no solamente para escuchar un informe presidencial sobre el estado de la nación, sino frente a una obligada reflexión sobre el devenir de nuestro país. 

Porque, aunque a veces agitada, a ratos evasiva, compleja y controversial, la vida política obliga siempre al rito sagrado de la escucha respetuosa y la respuesta apropiada. 

Ahí descansa el secreto de la renovación democrática, que se asienta en el diálogo, para reafirmar una y otra vez la vigencia de ese contrato social que nos une como nación, pero que vive asediado por quienes engañan promoviendo respuestas simples y milagrosas, para problemas sociales complejos.

Hemos escuchado sus palabras, señor presidente, sobre su tercer año de gestión y también sobre sus preocupaciones y ambiciones políticas. También hemos escuchado a diario las voces de un pueblo angustiado.

No parecieran ambos mensajes hermanados en la misma realidad. Parecieran, más bien, surgir de mundos ajenos, donde la ambición contrasta con el descontento. 

Hay disonancia, entre las voces satisfechas de Monterán y el murmullo de desconcierto de Purral.

A pesar de ello, sería mezquino de mi parte, no reconocer que su gobierno ha logrado éxitos en el campo macroeconómico, manteniendo una política fiscal saludable, que ha sido en parte heredada.

Porque bien es sabido que el balance fiscal es la premisa de una inversión social sustentable. Pero las cuentas públicas pierden todo sentido si se logran en detrimento de las necesidades más básicas de nuestra población. 

Las finanzas sanas son medio, no un fin en sí mismas. 

Mientras los recortes a programas sociales le han generado ahorros para tener resultados contables positivos, atrás quedan olvidados y desatendidos los índices relacionados con las carencias de la población.

Por eso, señor presidente, sus olvidos destilan la indiferencia de un mandatario que prefirió ser mejor contador que gobernante.

Porque gobernar no es solamente la administración de las cifras. Es garantizar derechos, es proteger a los más vulnerables y resguardar al Estado de Derecho que permite la convivencia democrática.

Y es allí donde se han evidenciado profundas fallas en su administración. A pesar de todo lo bonito que puedan ser esos videos que hemos presenciado hoy acá. 

Uno de los sectores más afectados ha sido precisamente el educativo.

Todos sabemos que una educación pública sólida y equitativa es clave en el crecimiento económico, la movilidad social y la paz ciudadana. 

En la peor, en la peor crisis educativa de la historia reciente, este gobierno ha reducido de forma sistemática los recursos destinados a este sector, pasando de un 6.3% del PIB en 2021 a 4.9% presupuestado para el 2025.

Los recortes han golpeado especialmente a programas diseñados para retener en el sistema a las y los estudiantes de contextos vulnerables —como los comedores escolares, el transporte estudiantil y las becas Avancemos—. 

La llamada "Ruta de la Educación" nunca existió, más que en la mente de la entonces ministra. Improvisación, discursos sin sustento y una preocupante inacción en un área clave para el desarrollo nacional obligaron a este Parlamento a censurar a la ministra. No por razones ideológicas, sino por su manifiesto incumplimiento del deber. Una decisión ignorada en una clara muestra de indiferencia y menosprecio al futuro de la infancia de nuestra patria.

En salud, señor presidente, el deterioro también es alarmante. 

Las listas de espera han pasado de ser inadmisibles a ser insoportables. Solo por poner un ejemplo, hoy en día casi 300 mil costarricenses esperan más de un año para ser valorados por un especialista. 

La atención médica no llega, la gente desespera y muere: 500… 5793 personas han fallecido desde el 2023 esperando para ser atendidas. Esas son más de siete personas que mueren al día para poder ser atendidas. ¿Ese es el paraíso que usted quiere presentarnos hoy en día? 

A ello debe sumarse el dolor de las madres ante el alarmante repunte de la mortalidad infantil, que en este 2024 alcanzó los 10.3 fallecimientos por cada mil nacimientos, una cifra que el país no registraba desde hacía más de dos décadas.

Presidente Chaves, una de las más nobles y legítimas aspiraciones de cualquier persona es tener un techo propio, un hogar donde echar raíces y construir un futuro con dignidad. Sin embargo, el desempeño de esta administración en materia de vivienda durante los primeros tres años ha sido profundamente decepcionante. 

La entrega de bonos habitacionales, que debería ser una herramienta para reducir desigualdades, se ha visto, se ha visto gravemente rezagada, dejando a miles de costarricenses sin acceso a ese anhelo fundamental. 

Lamentablemente, la cifra de viviendas en condición de precario se ha disparado un 44% en apenas un año: un dato que retrata, con crudeza, la indiferencia oficial. 

Ese incremento no solo refleja abandono social, sino que también genera condiciones propicias para el avance del narcotráfico y el crimen organizado, que se aprovechan de la vulnerabilidad y la falta de oportunidades.

Hoy, miles de familias continúan esperando, con impaciencia, el apoyo del Estado. Esperan que el aumento presupuestario anunciado para este año no quede, una vez más, atrapado en la inercia de la subejecución.

Por otro lado, por otro lado, señor presidente, hace su gobierno alarde de mantener baja la inflación, incluso con cifras negativas, presumiendo números que ocultan una verdad inquietante: aunque el índice general efectivamente ha disminuido, esto ocurre principalmente por la caída en los precios de bienes que favorecen a quienes más tienen, llámese autos nuevos, boletos de avión y combustibles. Pero en la vida cotidiana de las familias más vulnerables, la realidad es otra: medicamentos esenciales, así como el agua, el transporte público, los alquileres, los alimentos, continúan aumentando inexorablemente. 

Estos son los bienes y servicios que marcan la diferencia entre vivir con dignidad o padecer estrecheces. 

Su promesa, su promesa estrella de aliviar el costo de la vida desde el primer día de su administración ha terminado convertida en una amarga ironía para quienes más apoyo necesitan.

[En este momento diputaciones del oficialismo interrumpen fuera de micrófonos y no audible o captable en micrófonos]

Por favor le pido a los diputados que guarden silencio.

Señor presidente.

[Interrupción de nuevo] 

Por favor. 

Señor presidente, la inseguridad ciudadana es el principal problema del país. Costa Rica vive una tragedia por el avance de la narcoactividad. Ello me motivó a propiciar la construcción de una política de Estado, de una política de Estado en la que concurrieran los tres Poderes de la República, porque sabía que el problema no se puede combatir por solo una parte.

Creamos una comisión tripartita altamente productiva en la que usted y su gobierno participaron al inicio, se produjeron una recomendación de leyes que fueron aprobadas por este plenario. Sin embargo, usted abandonó ese foro, por razones que no conocemos, de forma estridente, manifestando que no tenía ningún interés en continuar y dijo una de las frases que pasará a la historia por su inaceptable negligencia.

Dijo usted: "Si saben contar, no cuenten conmigo". 

Avisada quedó toda Costa Rica de que no cuenta con el presidente de la República Rodrigo Chaves, a pesar de que en esta administración se han asesinado a más de dos mil quinientas personas. Una cifra que no hace más que aumentar. Una cifra fría que esconde la muerte de un niño mientras dormía, y de otro menor asesinado por defender a su madre del homicida. 

Una cifra tenebrosa que diluye los femicidios, que carcome el alma de la nación. 

Anoche mismo, otro niño de tres años fue herido en un precario en Pavas.

Pero usted dijo: "Si saben contar, no cuenten conmigo". 

Su decisión, no solo fue una retirada institucional: fue una renuncia al deber. Fue cerrar la puerta a una de las pocas mesas donde los costarricenses esperaban que los poderes del Estado se encontraran para construir soluciones.

Por si eso no fuera suficiente, se negó usted a girar los fondos que demandan las fuerzas del orden y seguridad, aprobadas por esta Asamblea, y que no entregó hasta el lamentable asesinato del subdirector del OIJ en Guápiles. 

Pero usted dijo: "Si saben contar, no cuenten conmigo". 

Usted habrá desistido de su obligación con las y los costarricenses, pero nosotros no. 

Esta Asamblea ha aprobado casi 40 leyes en materia de seguridad en estos tres años. Dos de ellas, propuestas por su gobierno. 

Presidente Chaves, a la tragedia de los hechos, usted ha sumado el desastre de las formas.

Diálogo y colaboración, diálogo y colaboración, insignias de esta patria de maestros, no de sargentos, fueron sustituidos por confrontación y un irrespeto nunca imaginado, nunca imaginado.

Puentes institucionales entre el Legislativo y el Ejecutivo, han sido dinamitados, por el agravio constante, y son ahora trincheras de enfrentamientos generados desde Casa Presidencial.

Ha dedicado usted a las y los miembros de esta Asamblea, con extrema delicadeza, una letanía de insultos, que lo digo, como usted dice, “sin pelos en la lengua”. 

Y lo digo para ilustración de esta Costa Rica, insultos como por ejemplo: inútiles mafiosos, chantajistas, banda de corruptos, antipatriotas, desgraciados, malnacidos, burros mentirosos, desagradables, que rebuznan, vagos, mezquinos, traidores de la patria, ratas y cucarachas, Judas, matrafuleros, loca de Gandoca, zánganos y, como dice usted todos los miércoles, “mejor no sigo”.

Señor presidente, ¿así quiere usted negociar con esta Asamblea Legislativa? ¿Así espera usted que le aprueben las legislaciones? Porque usted señor presidente ha emprendido una cruzada sistemática y enteramente orquestada contra el andamiaje institucional de nuestra democracia.

Usted ha dirigido sus embates contra la Corte Suprema de Justicia, la Sala Constitucional, contra el Tribunal Supremo de Elecciones, contra la Contraloría General de la República, contra el Ministerio Público, contra el Organismo de Investigación Judicial y contra esta Asamblea Legislativa.

Ha extendido usted también los ataques a los medios de comunicación, a las organizaciones de la sociedad civil y a toda voz que no le rinde pleitesía. 

A algunas personas y a otras instituciones, usted las agrede por la sencilla razón de que ellas cumplen con su deber: investigar, como lo establece la ley.

Ha intentado sembrar el miedo, silenciar la crítica, desacreditar la verdad. 

Señoras y señores: 

Confieso que ni en mis momentos de mayor pesimismo llegué a vislumbrar que un solo mandatario fuese capaz de provocar el deprimente estado de la política que vivimos.

Tenemos menos seguridad, menos confianza, más problemas desatendidos, más desesperanza. 

Esta peligrosa realidad, sumada a la ambición desmedida por el poder —como lo acabamos de escuchar—, me obliga a dar una voz de alerta de que estamos transitando por una ruta hacia un populismo autoritario, es decir, la ruta hacia el sufrimiento.

Ese populismo sigue un libreto ya conocido y repetido a lo largo del tiempo y las geografías. Lo que inicia con el descrédito sistemático de las instituciones democráticas, la prensa y la intimidación de personas y empresas —adornado con promesas grandilocuentes de soluciones milagrosas— termina, inevitablemente, en la concentración absoluta del poder, el auge de la corrupción, de la persecución de las voces disidentes y del despojo de la libertad. 

La amenaza real de perder nuestra democracia nos obliga a despertar de esa modorra conformista en la que se había ido diluyendo nuestro sentido de urgencia. 

Los tiempos en que vivimos nos exigen unidad por encima de las legítimas divergencias político-partidistas. 

El deber que se nos presenta es claro: anteponer la defensa de la democracia como la causa común de todas y todos los costarricenses. 

No se trata de abandonar nuestras respectivas visiones de mundo, sino de comprender que sin democracia no hay proyecto posible, ni derechos garantizados, ni futuro que construir. 

Podemos debatir el rumbo, pero nunca ceder ante quienes buscan destruir el camino que nos permite decidirlo en conjunto.

Al igual que usted, he hablado con franqueza. Ahora quiero hablar con un poco de esperanza, porque creo en la capacidad de este pueblo de levantarse cuando todo parece oscurecer. 

Creo en la fuerza serena de la ciudadanía que no se deja engañar, que no cede al ruido ni al miedo, y que sabe unirse cuando está en juego lo esencial. 

La democracia costarricense ha resistido embates, ha resistido embates antes y volverá a hacerlo, si cada uno de nosotros asume su parte en la defensa de lo que nos une. 

Aún estamos a tiempo de cambiar el curso de nuestro destino.

Nuestra patria, nuestra patria es testimonio de luchas superadas y de sueños que no se rinden. Y así será una vez más. 

Hoy apelo a cada costarricense, como dijera Guillermo Mayer en sus versos: “No te rindas, por favor, no cedas (…) aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños”.

No nos rendiremos y no cederemos ante el espejismo del autoritarismo. 

Mientras siga existiendo fuego en el alma y sueños que alcanzar, defenderemos lo que somos y no renunciaremos jamás a lo que, en conjunto, como nación, podemos llegar a ser. 

Señor presidente, nos queda un año de trabajo. 

Construyamos, no polaricemos. 

Resolvamos, no acusemos. 

Solucionemos, no dividamos. 

Eso es lo que el pueblo espera, y merece, de nosotros. 

Muchas gracias.