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El Instituto Robert Owen señala la urgencia de repensar la formación de líderes en un entorno empresarial definido por la incertidumbre, la aceleración y el cambio estructural.

La aceleración tecnológica, los cambios en las expectativas de los equipos de trabajo y la disrupción constante en los entornos organizacionales han creado un nuevo escenario: liderar ya no es una tarea exclusivamente operativa, sino una práctica que requiere propósito, conciencia y capacidad de transformación. En ese contexto, el Instituto Robert Owen plantea la necesidad de revisar a fondo cómo se está formando el liderazgo corporativo actual.

El liderazgo tradicional, centrado en jerarquías rígidas y competencias técnicas, ya no basta”, afirma Pablo Cruz Méndez, director del Instituto. “Hoy necesitamos líderes capaces de navegar tensiones sistémicas, tomar decisiones complejas y mantener coherencia entre su propósito personal y el propósito organizacional”.

Investigaciones recientes respaldan este cambio de paradigma. El Global Leadership Forecast 2023, elaborado por DDI, EY y The Conference Board, reveló que el 73% de los ejecutivos considera que las competencias que les permitieron destacar en el pasado ya no son suficientes para enfrentar los desafíos actuales. Además, estudios publicados en European Management Journal demuestran que los modelos centralizados de toma de decisiones obstaculizan la capacidad de adaptación de las organizaciones en contextos de alta incertidumbre.

La evidencia empírica reunida por centros académicos de América Latina y Europa es contundente: los programas de liderazgo más efectivos hoy son aquellos que integran tres dimensiones clave —cognitiva, emocional y ética— mediante experiencias pedagógicas transformadoras. “No basta con transmitir conocimiento”, señala Cruz. “Es necesario generar disonancias significativas, ofrecer espacios seguros para la reflexión y construir entornos donde se puedan ensayar decisiones complejas con conciencia”.

Entre las metodologías más valoradas destacan los laboratorios de innovación social, las comunidades de práctica entre pares, simulaciones inmersivas y las experiencias en terreno con actores reales. Estos entornos permiten que los líderes reexaminen sus modelos mentales y desarrollen nuevas formas de ejercer la autoridad, más alineadas con contextos colaborativos y propósitos compartidos.

El Instituto Robert Owen ha documentado, que gran parte de las decisiones ejecutivas —hasta un 68%— se sigue tomando bajo lógicas de optimización a corto plazo, incluso en organizaciones que declaran tener un propósito trascendente. Esta brecha entre discurso y práctica es una de las principales causas del desgaste directivo y de la desconexión con los equipos. “El liderazgo con propósito no puede ser retórica corporativa”, sostiene Cruz. “Debe ser una práctica cultivada intencionalmente desde el diseño educativo.

Los datos confirman que los líderes con mayor claridad de propósito toman decisiones más éticas (42% más), piensan con más proyección estratégica (37% más) y movilizan a sus equipos con mayor autenticidad. La clave, concluye Cruz, está en rediseñar la forma en que enseñamos a liderar:La educación no es solo un medio para adquirir habilidades; es el espacio donde se transforma la forma en que los líderes se relacionan con el poder, con el tiempo y con los otros”.


Sobre el Instituto Robert Owen
El Instituto Robert Owen es una institución especializada en formación directiva que promueve modelos educativos centrados en el propósito, la innovación pedagógica y el desarrollo integral del liderazgo. Con más de 15 años de trayectoria, integra teoría, práctica y reflexión en programas diseñados para transformar la forma en que los profesionales lideran en contextos dinámicos y complejos.