Reflexionar sobre una educación que garantice el desarrollo de habilidades o competencias para la vida, es un ejercicio que vale la pena realizar, en especial para las personas que se dedican de lleno a la noble labor de la educación. En este sentido, el sistema actual, es sumamente competitivo y exige que los ciudadanos sean personas capaces de dominar ciertas habilidades propias del siglo XXI (computación, matemática, ciencia e idiomas)
Por otra parte, los sistemas económicos actuales, se encuentran en una guerra comercial que exige una mayor producción en las empresas, a fin de colocarse a la cabeza de las economías de sus países, esto genera un ambiente cada vez más tenso en relación con las dinámicas laborales de los países del mundo, en donde se apuesta más por una educación tecnificada, que responda a los intereses económicos, empresariales, de los mercados internacionales.
Llegados a este punto, se podría plantear las siguientes interrogantes: ¿qué tipo de educación es necesaria en la actualidad?, ¿es necesario un currículo educativo universal?, ¿qué papel tiene las nuevas tecnologías en el campo de la educación?
Meditar las preguntas anteriores, permite tener una visión más clara en relación con la educación y su papel como un agende de cambio social, económico y político, tanto para el presente como para el futuro.
Pensar en la educación, es sin lugar a duda un gran tema, ya que la misma está presente en todos los aspectos de la vida del ser humano, desde el seno familiar, hasta la escuela, colegio y universidad. En este sentido, se debe aclarar que, la educación como tal, no se puede limitar solo al campo de la escuela, colegio, universidad, (academicista) ya que el ser humano, es un ser muy complejo.
Hoy en día se habla de la educación financiera, sexual, moral o ética, e incluso educación a distancia, pero ¿qué es educación? según la UNESCO, la educación se define cómo: “un derecho humano fundamental que permite sacar a los hombres y las mujeres de la pobreza, superar las desigualdades y garantizar un desarrollo sostenible” (UNESCO, 2025)
Por otra parte, la educación se comprende como una adquisición de saberes:
Educar es, básicamente, adquirir en el proceso de intervención un conjunto de conductas que capacitan al educando para decidir y realizar su proyecto personal de vida y construirse a sí mismo, utilizando la experiencia axiológica para dar respuesta, de acuerdo con la oportunidades, a las exigencias que se plantean en cada situación”. (Touriñan, 2018, p. 17)
Como se menciona en la información anterior, la educación es una adquisición de saberes o conocimientos que permite a un individuo en particular, generar habilidades o competencias en alguna situación o área específica.
En cambio, los aprendizajes son procesos cognitivos que ocurren de forma distinta en cada persona de forma autónoma y consciente. En este sentido, los aprendizajes pueden llevarse de forma o maneras distintas, cuyo fin es la comprensión o el entendimiento de algún aspecto en particular.
Ahora bien, ¿quién diseña el currículo? ¿quién determina los contenidos que se supone que deben llevar cada currículo educativo de las distintas asignaturas? Por supuesto el Estado, ya que a nivel jurídico y constitucional le corresponde la responsabilidad de llevar a cabo los procesos de educación.
Lo anterior, implica que, es el estado el que debe tener una visión educativa sobre la clase de ciudadanos que piensa formar. En este sentido, el currículo (que forma parte los programas de estudio) se conforma de los conocimientos que el mismo determine que son fundamentales que los ciudadanos adquieran. ¿Significa que los docentes tienen que enseñar de forma mecanizada los programas de estudio? La respuesta es que no. Se espera que los docentes, no sean solo transmisores del currículo, sino que también sean capaces de fomentar el pensamiento crítico en sus estudiantes, y promover el análisis basado en la interpretación personal de los alumnos y de los contenidos abordado en el aula (no meras opiniones):
El currículo tanto de la enseñanza obligatoria como de la no obligatoria es un documento estándar. Según él, todo el mundo ha de aprender lo mismo como si en la sociedad todos fuéramos iguales; como si en la sociedad no hubiera diferencias sociales; no hubiera ritmos de aprendizajes distintos (Pagès, 2011, p. 209).
Por lo tanto, los docentes preocupados por su propia enseñanza priorizarán un currículo flexible, que se adapte mejor las necesidades de los estudiantes, no serán simples reproductores del currículo o programa de estudio, sino que serán, docentes reflexivos y analíticos de los contenidos abordados en las aulas, que les permitan a sus estudiantes tener una comprensión del mundo que los rodea.
Para la formación del pensamiento crítico en los estudiantes es necesario, que el docente sea el primero en practicar el pensamiento crítico. Si un docente no es capaz de construir un pensamiento crítico, es imposible que sus propios alumnos puedan generar este tipo de pensamiento.
La premisa fundamental es que, los docentes deben abocarse a mejorar su calidad de enseñanza, esto implica cambiar sus prácticas docentes en el aula, y apostar por una educación más analítica que fomente la formación del pensamiento crítico e ir abandonando los viejos paradigmas y prácticas educativas, que solo resultaban en una trasmisión estéril de contenidos.
Se requiere de docentes reflexivos más no simples reproductores del currículo, para ello deben centrarse en una educación que permita generar habilidades o competencias y no solo ser trasmisores de información.
Es necesario reflexionar los contenidos y contextualizar las realidades sociales de los estudiantes, esto implica pensar en que, los alumnos puedan manejar los recursos tecnológicos como un aliado para mejorar los aprendizajes en el aula y no solo como un simple entretenimiento. Siempre y cuando, las nuevas tecnologías, llamase (ChatGPT o alguna variante de la inteligencia artificial) nunca sustituyan las ideas humanas, sino más bien utilizar estas herramientas como un asistente para mejorar los aprendizajes.
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