
Mujeres, niñas, niños y adolescentes son las principales víctimas de la violencia vicaria, una forma de maltrato que utiliza a menores como medios para causar daño, generando traumas y secuelas psicológicas.
La Asamblea Legislativa de Costa Rica ha dado un paso crucial en la protección de las mujeres y sus familias al aprobar recientemente la Ley contra la Violencia Vicaria (expediente 24.114). Esta iniciativa incorpora al ordenamiento jurídico costarricense una forma específica de violencia de género que, aunque poco conocida, tiene consecuencias devastadoras para las víctimas.
La violencia vicaria se define como un tipo de maltrato en el que la persona que violenta utiliza a personas o elementos significativos en la vida de una mujer, como sus hijos e hijas familiares cercanos, bienes materiales o incluso animales de compañía, para infligir daño psicológico y emocional. Según la psicóloga y docente de Psicología en Universidad Fidélitas, Tatiana Cartín, esta forma de violencia no se caracteriza por agresiones físicas inmediatas, sino por atacar los vínculos afectivos más importantes para la víctima, generando un sufrimiento profundo y prolongado.
Características y ejemplos de violencia vicaria
Entre las manifestaciones más comunes de este tipo de violencia se encuentran:
- Manipulación emocional: Las personas menores de edad son presionados para rechazar o culpar a la madre.
- Maltrato a personas menores: Descuidos o abusos que buscan angustiar emocionalmente a la madre.
- Interferencia en la relación madre-hijo/hija: Obstaculización del vínculo afectivo entre ambos.
- Daño a bienes o mascotas: Destrucción de objetos preciados o maltrato a animales de compañía.
- Uso del sistema legal: Prolongación de litigios mediante denuncias falsas o solicitudes de custodia sin justificación.
Consecuencias psicológicas
La violencia vicaria tiene impactos severos y duraderos tanto en las víctimas directas, principalmente las madres, como en las indirectas, como menores familiares cercanos.
- En las madres: Trastornos como ansiedad, depresión y estrés postraumático, además de sentimientos de culpa y desesperanza por no poder proteger a sus hijos. Muchas enfrentan dificultades para reconstruir vínculos afectivos seguros debido a la constante interferencia del agresor, señaló la docente de Fidélitas.
- En las personas menores: Traumas emocionales profundos, ruptura de vínculos de apego seguro y dificultades en su desarrollo socioemocional. Según UNICEF (2020), niños y niñas expuestos a violencia doméstica tienen mayores probabilidades de desarrollar síntomas de estrés postraumático y normalizar patrones de violencia.
- En familiares cercanos: Sentimientos de impotencia, estrés emocional y trauma vicario que fragmentan las redes de apoyo y generan un entorno familiar marcado por la angustia, agregó Cartín
Esta ley es un reconocimiento a la complejidad de la violencia vicaria y a la necesidad de sancionarla adecuadamente. Es imperativo que la sociedad costarricense comprenda esta forma de violencia y brinde apoyo a las víctimas. Además, se requiere un esfuerzo conjunto de las instituciones públicas y privadas para asegurar que las denuncias sean atendidas con celeridad y sensibilidad, evitando la revictimización y garantizando la protección integral de quienes enfrentan esta dolorosa realidad, enfatizó la profesional en Psicología
Esta ley representa un avance significativo en la lucha por la igualdad y equidad de género y la defensa de los derechos humanos en Costa Rica, agregó la docente.