Existen límites de posibilidad determinados por aspectos materiales: “Es imposible para un ser humano volar de manera no asistida”. Hay otros límites que son mentales, resultado de creencias limitantes autoimpuestas: “Es imposible que Costa Rica sea un país desarrollado.”

Podríamos discutir los principios de la física cuántica, pero, como dice un buen amigo que la conoce bien, quien crea poder explicarla en realidad no la entiende. Lo que sí es cierto es que toda la materia está hecha de impulsos energéticos que vibran entre vastos espacios vacíos que existen a nivel subatómico. Parece inexplicable, y aún así podemos tomar un martillo – que no es más que energía vibrante y espacio vacío – y clavar un clavo entre dos trozos de madera, todos ellos compuestos de energía vibrante y espacio vacío.

El desarrollo de un país no es tan complicado como la física cuántica. Podría pensarse en la ruta de menor resistencia. Antes de delinear el trazado sobre el que se construirá un nuevo camino, algunos ingenieros se preguntarán si hay vacas en la zona, pues ellas suelen recorrer un camino que les resulte más sencillo. Esa es la ruta de menor resistencia para ellas, y podría serlo también para una eventual carretera.

También es cierto que la tracción necesaria para acelerar el avance requiere fricción entre dos superficies. A eso se le llama rozamiento y permite, incluso, calcular a qué cantidad de esfuerzo se obtendrá qué nivel de desempeño. El desarrollo de un país tal vez sí sea más complicado que cambiarle las llantas lisas al carro en época de lluvia.

Los seres humanos tenemos una necesidad de soñar y visualizar un sueño realizable que podamos compartir con otras personas con quienes llegaremos allá. Llegar al destino es una necesidad de logro que nos impulsa. Ningún logro valioso y perdurable que deje el mundo mejor a como lo encontramos se puede alcanzar de manera individual. La probabilidad de éxito y de impacto crece de manera exponencial cuando le sumamos seguidores a la ejecución de una idea.

La economía de Costa Rica ha crecido de manera acelerada y sostenida, década tras década, por 200 años. Es una de las naciones más exitosas del mundo convirtiendo ingreso económico en desarrollo humano. Esto lo revela de manera consistente el Índice de Progreso Social (IPS) que diseñó el Instituto Centroamericano de Administración de Empresas (INCAE) en Costa Rica y que ha venido a sustituir, en resultados e impacto, al Índice Global de Competitividad, que mide sólo la capacidad productiva.

Mientras alcanzamos el desarrollo como país, valdría la pena identificar los grandes pilares de la historia costarricense que han sido aportes a la civilización. Podrían ser un buen inicio para la hoja de ruta del futuro que anhelamos, apoyándonos en lo que ya sabemos que ha funcionado con eficacia en la cultura costarricense para llegar hasta donde hemos llegado.

No será suficiente, pero será un buen comienzo. También habremos de transformar en oportunidades las crisis planetarias que se muestran vigorosas, tales como el cambio climático, los riesgos de la inteligencia artificial, el cambio demográfico y la restructuración geopolítica. Eso demandará nuestro mejor esfuerzo para apostarle, de manera decidida y contundente, al mayor factor del éxito bicentenario costarricense: el talento a la tica.

Escuche el episodio 255 de Diálogos con Álvaro Cedeño titulado “Un país más civilizado”.

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Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio.