Lo que debía ser un hito en la relación entre Estados Unidos y Ucrania terminó en un desastre diplomático sin precedentes. Donald Trump y Volodímir Zelensky se reunieron en la Casa Blanca con la expectativa de firmar un acuerdo sobre recursos minerales y, en el trasfondo, discutir la posibilidad de un liderazgo estadounidense en las negociaciones de paz. Sin embargo, lo que se vio fue un enfrentamiento abierto entre ambos líderes, que culminó con la cancelación del acuerdo y la salida abrupta de Zelensky del Despacho Oval.
El impacto de este choque no tardó en sentirse. Trump endureció su postura y dejó claro que no continuará financiando la guerra en Ucrania sin cambios sustanciales en la estrategia de Kiev. Su declaración fue contundente:
Zelensky tiene que entender que la paz no se logra pidiendo más armas.”
Esto no solo generó incertidumbre en Washington, sino que también puso en alerta a los líderes europeos, quienes hasta ahora han dependido en gran medida del respaldo estadounidense para sostener a Ucrania.
Europa reacciona: cumbre de urgencia en Londres
Ante la crisis, Zelensky emprendió una ofensiva diplomática en Londres, donde el primer ministro británico, Keir Starmer, convocó a más de una decena de líderes europeos para definir una estrategia común. La cumbre, titulada Securing Our Future (Asegurando Nuestro Futuro), fue presentada por Starmer como un momento decisivo para la seguridad de Europa. Entre los asistentes estuvieron Emmanuel Macron, Olaf Scholz, Giorgia Meloni, Pedro Sánchez y altos representantes de la OTAN y la Unión Europea.
El objetivo del encuentro fue claro: garantizar el respaldo a Ucrania ante la posibilidad de que Estados Unidos se retire del conflicto. Starmer anunció un paquete adicional de casi 2.000 millones de euros en misiles para fortalecer la defensa aérea de Ucrania, subrayando que no se puede repetir el error del Acuerdo de Minsk, el cual Rusia incumplió con facilidad.
Además, el primer ministro británico reveló que había hablado con Trump y Zelensky tras su enfrentamiento y que el Reino Unido, junto con Francia y posiblemente otros países, trabajará en un plan de paz para Ucrania que más adelante será presentado a Washington. Starmer insistió en que cualquier acuerdo final “tendrá que involucrar a Rusia”, pero sin permitir que Moscú dicte las condiciones de seguridad para Ucrania.
El dilema de la UE: ¿puede sostener sola la guerra?
La gran incógnita ahora es hasta dónde está dispuesta la Unión Europea a sostener a Ucrania sin el respaldo militar, financiero y de inteligencia de Estados Unidos. Hasta ahora, la UE ha sido un pilar clave en el apoyo a Kiev, pero sin Washington, el desafío es monumental. Ursula von der Leyen advirtió que Europa debe “rearmarse urgentemente”, mientras que el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, sugirió a Zelensky buscar un acercamiento con Trump.
La crudeza de la política internacional se impone: no importa quién tenga la razón, sino quién tiene el poder. Y, en este momento, Trump está en una posición de fuerza. Zelensky lo sabe y su margen de maniobra es cada vez más reducido.
Mientras tanto, Vladimir Putin observa con paciencia. El gran beneficiado de esta fractura es Rusia, que ve cómo sus adversarios se dividen y su objetivo de desestabilizar Occidente avanza sin necesidad de disparar un solo tiro.
¿Hacia una recomposición o una ruptura total?
El futuro de la relación entre Estados Unidos y Ucrania dependerá en gran parte de los próximos pasos de Zelensky y la UE. Si el bloque muestra una determinación clara de aumentar su apoyo sin depender de Washington, Trump perderá influencia en la ecuación. Si, en cambio, la UE da señales de agotamiento, Zelensky tendrá que hacer lo que sea necesario para recuperar el respaldo de EE.UU.
En este juego de poder, algunos líderes europeos, como Meloni y Rutte, buscarán reconstruir puentes entre Washington y Kiev. Incluso el rey Carlos III del Reino Unido podría asumir un rol de mediador en este conflicto de egos y diplomacia.
Los próximos días serán determinantes. La política internacional no puede permitirse el lujo de la emocionalidad ni de los egos. Se necesita pragmatismo, cabeza fría y, sobre todo, respeto. Justo lo que faltó en la Casa Blanca.
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