El 3 de marzo del 2025, el ministro de Hacienda, Nogui Acosta Jaén, en su informe anual ante el congreso, expuso como uno de los mayores logros una serie de datos macroeconómicos muy favorables para Costa Rica según la perspectiva del gobierno. Estos datos que hablan sobre la inflación, la deuda, entre otros, son a su vez la carta de presentación de la presente administración ante los organismos financieros internacionales.

¿Cuál ha sido el coste real de estas cifras para educación pública del país? Una posible respuesta a esta interrogante deja entrever no solo la realidad actual de la inversión en educación, sino también la inversión social en general del presente gobierno.

El noveno informe del Estado de la Educación presentado en el año 2023, señala aportes importantes en torno a la inversión en la educación primaria, secundaria y superior en lo que va de la presente administración. El informe señala “Uno de los principales retrocesos experimentados en los últimos cinco años es la reducción en la inversión social pública en educación. Se trata, en este caso, de un retroceso absoluto, que compromete significativamente el potencial de crecimiento económico y desarrollo futuro, por cuanto limita la formación de recursos humanos de alta calidad y la capacidad para sostener los avances de los últimos años”.

Por lo tanto, la baja de la inversión en la educación, se refleja en las condiciones en las cuales se encuentran los salones de clase, con órdenes sanitarias en aumento cada día más y con menos presupuesto para poder trabajar por parte de las juntas de educación. Si a lo anterior se le suma que, en el marco de la Ley de Empleo Público, el personal docente y administrativo del Ministerio de Educación Pública no ha recibido un aumento salarial desde que entró en vigencia la ley. Todo lo anterior deja un panorama más que desalentador en el contexto en el cual se está desarrollando el sistema educativo.

Por ello, una gran interrogante ronda los salones de clases de la educación pública en Costa Rica y es saber ¿cuál es el camino a seguir en los próximos años? Si se parte del hecho primordial que organismos como el Fondo Monetario Internacional se preocupan más por los datos macroeconómicos que por fijarse realmente qué hacen los gobiernos para alcanzarlos, el próximo gobierno debe buscar el equilibrio correcto entre estos datos y el gasto o inversión social.

El alcanzar el 8% del PIB en educación suena hoy en día como un sueño muy lejano, ya que cada año se distancia más el porcentaje de dinero destinado en educación a esta cifra que parece hasta algo utópico.

Si a esta realidad económica dentro de la educación, se le suma el hecho que la política educativa de la presente administración nuca fue clara y nunca existió la “ruta a la educación”, además de que los cambios que se han realizado parecen más destinados a conformar un caudal político conservador para las próximas elecciones, que en ser pensados como una estrategia educativa clara para toda la población. El sistema educativo se encuentra en una de las peores crisis en las últimas décadas y no se ve en el horizonte un panorama que ayude a cambiar esta percepción. 

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