En un mundo globalizado y en constante cambio, las cooperativas representan una opción poderosa para transformar las economías locales, especialmente en las zonas rurales. En Costa Rica, este modelo enfrenta una limitación significativa: la falta de cooperativas en las áreas rurales y la percepción de los jóvenes de que este sistema está anticuado. Para que las cooperativas sigan siendo un motor de desarrollo económico, es imprescindible integrar a las nuevas generaciones, promoviendo la innovación, el uso de tecnologías emergentes y adaptando el modelo a las exigencias actuales del mercado.

Las cooperativas en las zonas rurales de Costa Rica tienen un gran potencial para mejorar la infraestructura, generar empleo y promover la equidad social. Sin embargo, la presencia de estas iniciativas aún es limitada, lo que profundiza la desigualdad y restringe el acceso a oportunidades. Si bien sectores como la agricultura y los servicios han adoptado el modelo cooperativo en alguna medida, este no ha logrado expandirse lo suficiente, especialmente en regiones más apartadas.

En contraposición, países como España, Italia y Canadá han experimentado una revitalización del cooperativismo, donde los jóvenes han desempeñado un papel clave en la adopción de innovaciones tecnológicas y en la modernización del modelo cooperativo, adaptándolo a las nuevas demandas del mercado. Estos ejemplos internacionales son prueba de que el cooperativismo puede ser una herramienta eficaz para el desarrollo económico, siempre que se logren superar las barreras culturales y estructurales.

En España, la Confederación de Cooperativas de Trabajo de Andalucía ha sido un ejemplo sobresaliente de cómo los jóvenes pueden revitalizar el cooperativismo. Este modelo ha integrado tecnologías avanzadas en la gestión y comercialización de productos, permitiendo que las cooperativas se mantengan competitivas en un mercado global. En Italia, el modelo cooperativo ha sido exitoso no solo en la agricultura, sino también en la tecnología y la sostenibilidad. Cooperativas como Legacoop han demostrado cómo un enfoque moderno y flexible puede beneficiar tanto a los productores como a los consumidores.

Israel, por otro lado, es un claro ejemplo de cómo la innovación en el sector agrícola puede ser un pilar para el desarrollo económico. Sus kibutzim, que originalmente fueron comunidades agrícolas cooperativas, han evolucionado incorporando tecnología de punta, biotecnología y agricultura de precisión, lo que ha posicionado al país como un líder mundial en la exportación de productos agrícolas y soluciones tecnológicas para el agro.

Para que Costa Rica pueda replicar estos modelos exitosos, es fundamental adoptar una serie de medidas que permitan la creación y fortalecimiento de cooperativas en las zonas rurales. Primero, es esencial fomentar la educación cooperativa desde temprana edad. Los programas educativos deben incluir los valores cooperativos, la gestión empresarial moderna y la innovación, asegurando que los jóvenes vean las cooperativas no como algo obsoleto, sino como una oportunidad de crear empleo y desarrollar proyectos sostenibles.

En segundo lugar, se debe fomentar la innovación y el uso de tecnologías digitales en las cooperativas. La digitalización y la adopción de herramientas como plataformas de comercio electrónico y la gestión eficiente de recursos son fundamentales para hacer que las cooperativas sean competitivas. Los jóvenes, familiarizados con estas tecnologías, pueden ser los principales impulsores de esta transformación digital.

Además, es necesario crear espacios de colaboración e incubadoras de cooperativas. Estas plataformas facilitarán la interacción entre cooperativas, universidades, empresas y gobiernos, proporcionando los recursos necesarios para el crecimiento de nuevas iniciativas. Las incubadoras pueden ofrecer desde asesoría legal y financiera hasta acceso a tecnologías innovadoras.

Otro aspecto clave es el impulso del cooperativismo verde y sostenible, en sectores como las energías renovables y la agricultura ecológica. Las cooperativas deben alinearse con las tendencias globales de sostenibilidad, aprovechando las oportunidades que ofrece el mercado verde y abriendo nuevas oportunidades de empleo para los jóvenes emprendedores interesados en estas áreas.

Finalmente, el apoyo gubernamental y financiero es esencial para el éxito de las cooperativas. El gobierno debe ofrecer incentivos, como subvenciones y préstamos a bajo interés, para apoyar a las cooperativas emergentes. Este respaldo permitirá la creación de un ecosistema cooperativo que favorezca la inclusión social y económica, especialmente en las zonas rurales.

El cooperativismo tiene un gran potencial para transformar las zonas rurales de Costa Rica, promoviendo el desarrollo económico y social. Para aprovechar este potencial, es fundamental superar las barreras culturales que limitan su expansión y promover la integración activa de los jóvenes como agentes de cambio. Al adoptar la innovación tecnológica, usar plataformas digitales y centrarse en la sostenibilidad, las cooperativas pueden convertirse en el modelo económico del futuro, con un impacto positivo en las economías locales y en la reducción de la desigualdad social. Los ejemplos de otros países demuestran que el cooperativismo puede ser revitalizado si los jóvenes lideran este proceso, aportando nuevas ideas, creatividad y tecnología.

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