Todos los veranos espero ansioso las listas que comparte el expresidente Barack Obama en sus redes sociales, que van desde series o películas relevantes, hasta libros que cumplen una u otra función estratégica o, que simplemente, fueron de disfrute. Así mismo, soy parte del newsletter (me puse anglosajón, me disculpan de antemano) que Bill Gates envía de vez en cuando recomendando libros que han servido, o servirán, de inspiración para muchas personas o generaciones en diferentes ámbitos. Como soy un ávido lector de muchas de estas recomendaciones, me puse a pensar en el impacto real que estas lecturas han tenido en mí y en el desarrollo del liderazgo que he trabajo en los últimos casi 16 años de carrera profesional. Mi pregunta interna fue: ¿puede la literatura hacer a alguien mejor líder?

Les voy a comentar rápidamente de tres estudios específicos que hablan de este tema. El primero es un estudio publicado en Science en el año 2013, dirigido por David Comer Kidd y Emanuele Castano, que habla de cómo la ficción literaria (ojo ahí, el estudio no habla de la ficción de entretenimiento o la no ficción) mejora la Teoría de la Mente (capacidad de predecir y entender las emociones). El segundo es un estudio de la Universidad de Toronto, dirigido por Keith Oatley, que sugiere que leer novelas permite simular lo que podrían ser situaciones complejas, lo que nos ayuda a analizar distintos problemas desde otras aristas. Y el tercero, es un estudio realizado por Paul J. Zak, neuro economista de la Universidad de Claremont, que nos dice que las historias que son bien contadas aumentan el nivel de oxitocina en el cuerpo, lo que nos permite concluir que los líderes que leen y entienden las historias son, por ende, buenos comunicadores y narradores. Esto refuerza la capacidad que tienen de influir y motivar a sus equipos.

Como pueden ver, la ficción nos obliga y nos ayuda a ver el mundo desde distintas perspectivas, lo que permite que, como líderes, tengamos una habilidad clave en la resolución de conflictos y la gestión de equipos. Algunas obras que nos permiten ser más estratégicos son El arte de la guerra (uno de mis favoritos) y Guerra y Paz. Estas novelas, y algunas otras, nos permiten tener una mejor resistencia a la incertidumbre porque explora dilemas morales y decisiones complejas.

Algunos otros ejemplos podrían ser: Macbeth y Julio Cesar, de Shakespeare que hablan de liderar sin escrúpulos y los desafíos de la ética y el poder. Por supuesto, El Quijote, y como la determinación de su personaje central inspira a perseguir nuestros ideales y, de paso, desafiar el status quo. Algunos favoritos míos, que siempre recomiendo, son Home Deus y Nexus de quien fácilmente podría ser uno de los mejores autores vivos de no ficción, Yuval Noah Harari.

Pero el hecho de que existan estos libros, no quiere decir que nos harán mejores si no los leemos. Debemos encontrar el tiempo para leer y encontrar libros que nos ayuden a desafiar nuestra forma de pensar. En mi caso, en este momento estoy leyendo un libro fabuloso que se llama Orbital de Samantha Harvey, y que me tiene leyéndole unas 5 o 10 páginas por día, por la profundidad de sus apreciaciones. Me ha retado de muy buena manera. Y luego de ese, tengo en cola Lo espléndido y lo vil (The Splendid and the Vile) de Erik Larson, recomendación de un colega de Kansas.

En resumen, la literatura y el liderazgo van de la mano. Nos afina la empatía, la toma de decisiones y la visión estratégica, siempre y cuando le demos el espacio que se merece y nos dejemos retar intelectualmente. En general, el leer nos hace mejores seres humanos, nos hace más integrales. Y si un libro no logra ese cometido (que no creo que suceda), como siempre, podemos decir que la culpa es del arte.