Entre las tradiciones más modestas de la idiosincrasia costarricense, se encuentra el arte de quejarse. Todo tico reconoce ese graznido procedente del televisor luego de la cena, donde una cartulina amarilla recubre el cuerpo de un micrófono, y pintorescos parroquianos ejercen su derecho al berreo. La última vez que miré televisión nacional en horario prime, constaté que ahora varios canales ofrecen su versión diluida del “Quéjese”.

El oficio de quejarse se perfecciona con el tiempo. Entre los maestros del quejido que pululan en el ecosistema digital costarricense, destaca el educador pensionado (según nos ha aclarado en sus autobiográficas lamentaciones) don Ramiro Jiménez, quien se queja con pericia desde la caverna platónica de la sección de opinión del segundo periódico más popular de Tibás.

Ofrezco a continuación un brevísimo manual para una queja elegante, al mejor estilo de don Ramiro.

Primero: Elija un objeto. Este paso es de cautela crucial: sus incomodidades pequeñas y  específicas son objetos válidos, mas no muy pertinentes, para una queja. Por ejemplo, en enero de 2024, Ramiro se queja del cierre de la sucursal del BCR cerca de su casa. Irrelevante. Elija mejor algo de alcance nacional, o una indignante noticia viral del momento (los femicidios y la violencia grotesca contra niños y animales, nos aseguran ragebaits). Por ejemplo, en noviembre de 2024, Ramiro clama contra las agresiones cometidas contra niños con discapacidad en una escuela, mientras que asegura que los funcionarios del MEP en su mayoría, están como la Puerta de Alcalá: “viendo pasar el tiempo”. Las referencias a la cultura popular boomer son siempre apreciadas. Como exdirector de colegio que es, don Ramiro reclama mucho del sistema educativo, por ejemplo, se ha quejado de las notas de los exámenes de bachillerato y de los cambios en la nota de conducta.

Segundo: indígnese. Apele a la conmoción del auditorio. Saque su anciano interior. El presidente Chávez es objeto directo para invocar llantos y lamentos. Así, en su epístola de noviembre de 2024, Ramiro se queja del “show del presidente aprovechando la crisis de las inundaciones” en diciembre de 2024, por el “ridículo populismo demagógico”, en enero del 2025  redobla sus quejas por la “grosería vulgar del circo presidencial”, en febrero de 2025 por el “servilismo” ante la visita del secretario de Estado Marco Rubio. Para variar un poco el tema, a fin del año pasado, surgen quejas por los golpes entre los jugadores de la Liga y Heredia luego de la final, pero don Ramiro nos aclara que el verdadero responsable de esta violencia es Rodrigo Chávez Robles por sus discursos de odio en las conferencias de los miércoles.

Tercero. Ofrezca soluciones obvias y simples a problemas complejos. El verbo más repetitivo en la amplia correspondencia del señor Jiménez es “deben”, aplicado exclusivamente en tercera persona. Todas las quejas “deben” ser solucionadas por los demás. Véase por ejemplo la carta de enero del 2023, donde nos obsequia criticando al MEP, al MOPT, a la Caja, el Ministerio de Seguridad, y todo el poder ejecutivo y legislativo, señalando que deben solucionar sus quejas “urgentes”.

Los contertulios de la sección de cartas de La Nación están de acuerdo con su portavoz, pues son todos homogéneos e igualiticos, católicos, saprissistas y liberacionistas, como todo lo tico de buena voluntad. Las quejas de don Ramiro en ocasiones generan nuevas quejitas que imitan a su progenitor. La señora Marjorie de Curridabat, expresa: “Estoy de acuerdo con Ramiro H. Jiménez Rodríguez (4/10/2021)” y luego se queja de los “diputados independientes”, fenómeno que califica de “aberrante”. La exposición minimalista de soluciones engalana cualquier queja de calidad. Este caso es ejemplar, pues reparte culpas, responsabilidades y soluciones en la brevedad de veintiún sílabas: “El TSE debería promover el cambio y los diputados, aprobarlo”. No quisiera dejar de lado otra característica del plañido de Marjorie: su infecundidad. Ni la Asamblea ni el Tribunal hicieron nada, y los “diputados independientes” nos humillan largándose a vivir en USA en escandaloso concubinato mientras su familia disfruta de 400 litros de gasolina gratis.

Costa Rica no se construyó con quejidos. Imagínese que don Juan Mora, al proclamar la guerra en 1856, no hubiese dicho: “Compatriotas: ¡a las armas! Ha llegado el momento que os anuncié. Marchemos a Nicaragua a destruir esa Falange impía. A la lid, pues costarricenses. Yo marcho al frente del ejército nacional.” Qué tal si en lugar de eso don Juanito hubiese expandido una proclama gimoteando: “La gavilla de ruines esbirros notoriamente esclavista del ejército Filibustero, ha conquistado prácticamente la totalidad de Centroamérica, y está ya a nuestras puertas en Guanacaste. El señor William Walker, debería estar avergonzado, y detenerse.”

O que noventa años después, al prometer una Segunda República, José Figueres Ferrer no hubiese escrito:

Costarricense: ¿Está usted haciendo lo que puede por la victoria de la libertad? El Ejército de Liberación Nacional está batiéndose brillantemente en el teatro de la guerra. Usted puede ayudar eficazmente a la jornada patriótica atravesando palos y piedras en los caminos, cortando líneas telegráficas y telefónicas, acorralando sorpresivamente jefaturas políticas y resguardos, intentando desorganizar y desmembrar al gobierno usurpador. No use el pretexto de que no tiene armas. En la más humilde cocina existe un raspadulce, en cada casa de campo hay un chuzo, en cada hogar hay unas tijeras, y en el corazón de cada hombre y de cada mujer de Costa Rica hay un héroe.”

Qué tal si en lugar de eso, don Pepe se hubiese enclaustrado en su finca a escribir cartitas en el diario La Tribuna:

El gobierno mariachi Republicano de Calderón Guardia ha manchado la pureza del sufragio con el misterioso incendio del material electoral albergado en el Colegio de Señoritas. El presidente Teodoro Picado debe renunciar, y Otilio Ulate, juramentarse. Santa María de Dota, marzo de 1948.”

Cientos más han levantado sin muchas quejas la Costa Rica que, bien que mal, usted disfruta. Los nativos de la cuenca hidrográfica de los Negritos conocemos el trabajo del padre Luis de Cedros, quien construyó prácticamente con sus manos el colegio, la capilla y los lazos sociales que aún unen a esta comunidad. En la familia recordamos a la tía Dra. Xinia Carvajal, ministra de Salud y de la Mujer, quien promovió la Ley de Paternidad Responsable, instrumento imperfecto, pero existente al menos, para brindar justicia a las familias.

Todavía está con nosotros don Orlando Navarro, inquebrantable luchador por el bien de los más despreciados en la sociedad, quien se enfrentó a los avernos de la burocracia estatal para que sus décadas de investigación se materializaran en la Ley General sobre el VIH SIDA.

Hay ejemplos más públicos y recientes de costarricenses que no tienen tiempo de quejarse por estar construyendo cosas. A pesar de todo, ahí está el padre Sergio Valverde de las Obras del Espíritu Santo en Cristo Rey; o mi amigo Mauricio Murillo de Chepe se Baña, cristianos con los cuales discrepo porque considero que “… tú en cambio, cuando ayudes a los pobres, que no sepa tu mano derecha lo que hizo tu mano izquierda.” (Cf. Mt 6,3)

Tal vez es acertado resignarnos, y aceptar que Costa Rica nunca será capaz de resolver los muchos clamores de don Ramiro y sus prójimos. Pero nadie espera que usted sea Juanito Mora o Pepe Figueres, ni que llegue a diputado para cambiar la ley, ni que lo abandone todo para resolver problemas sociales como el padre Sergio o el mae de Chepe se Baña. Con quejarse menos y agradecer más ya es un aporte.

En su misiva de febrero de 2021, como excepción a la regla, don Ramiro nos entusiasma expresando sincero beneplácito ante la administración municipal de Moravia por sus relucientes oficinas. Porque hasta en el corazón más quejumbroso existe la semilla del agradecimiento.

Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio. Delfino.CR es un medio independiente, abierto a la opinión de sus lectores. Si desea publicar en Teclado Abierto, consulte nuestra guía para averiguar cómo hacerlo.