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El avance hacia la equidad de género no es solo una tarea de las mujeres, sino un compromiso colectivo en el que los hombres juegan un papel fundamental.

Ingresar a una industria tradicionalmente liderada por hombres me presentó desafíos que muchas mujeres aún enfrentan: la falta de representación en puestos estratégicos, la necesidad de demostrar de manera constante nuestra capacidad y los sesgos que limitan nuestro crecimiento. A pesar de estos retos, he sido testigo del impacto positivo que genera la inclusión. Las empresas que promueven la diversidad no solo innovan más, sino que fortalecen su competitividad y sostenibilidad.

Es cierto, queda mucho camino por recorrer. La brecha salarial persiste, el acceso a posiciones de liderazgo aún hoy, es desigual y la conciliación entre la vida profesional y la maternidad es un verdadero desafío. Por eso es fundamental adoptar políticas que promuevan la equidad: modelos de trabajo flexibles, licencias equitativas y oportunidades de desarrollo sin sesgos de género.

Ninguna mujer debería verse obligada a elegir entre su carrera y su maternidad. En un mundo que avanza hacia la equidad, es imprescindible que las empresas reconozcan la importancia de la conciliación laboral y familiar, derribando los sesgos que aún limitan el crecimiento profesional de tantas mujeres. La verdadera transformación ocurre cuando garantizamos entornos de trabajo flexibles, políticas justas y redes de apoyo que permitan a cada mujer desarrollarse con plenitud, sin sacrificar ninguna de las facetas que la hacen quien es. Construir un futuro más equitativo es responsabilidad de todos.

El verdadero cambio sucede cuando una mujer abre el camino y extiende la mano a otra. Quienes hemos tenido el privilegio de contar con mentoras sabemos que el acompañamiento transforma, inspira y fortalece. Hoy, más que nunca, tenemos la responsabilidad de abrir puertas, compartir aprendizajes y demostrar que, cuando nos apoyamos mutuamente, ninguna barrera es imposible de derribar. Construyamos redes que impulsen, espacios donde todas nos sintamos representadas y un futuro donde el liderazgo femenino no sea la excepción, sino la norma.

El cambio no ocurre solo en las empresas. Desde la educación debemos incentivar a más niñas y jóvenes a ver en sectores como la ingeniería, la tecnología, las ciencias y las matemáticas un espacio seguro en el que pueden crecer y liderar. Debemos promover modelos educativos que incentiven la formación en áreas STEM, reforzar programas de mentoría y visibilizar referentes femeninos que inspiren a las próximas generaciones. Cuando una niña ve a una mujer liderando, creando y transformando, entiende que ella también puede hacerlo.

Un futuro más equitativo

El avance hacia la equidad de género no es solo una tarea de las mujeres, sino un compromiso colectivo en el que los hombres juegan un papel fundamental. Ser aliados implica reconocer las desigualdades existentes, cuestionar los privilegios adquiridos y tomar un rol activo en la eliminación de barreras que limitan el crecimiento profesional de las mujeres.

Construir una sociedad más equitativa y justa es un trabajo conjunto, de hombres y mujeres, donde empresas, instituciones y personas comprometidas con el cambio asuman el desafío de eliminar barreras y construir entornos donde el talento sea el único criterio para el crecimiento profesional. La equidad de género no es un favor ni una concesión, es un pilar fundamental para el progreso social y económico, una estrategia clave para la innovación y la competitividad.

Empresas más equitativas, empresas más exitosas

Cuando las empresas adoptan una cultura de inclusión, los beneficios son innegables. Datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) revelan que compañías con mayor equidad de género en sus consejos de administración tienen un 20% más de probabilidades de mejorar sus resultados comerciales. Además, las políticas de inclusión aumentan en un 63% la rentabilidad y productividad, en un 60% la capacidad de atraer talento y en un 59% la innovación. Sin embargo, implementar políticas de diversidad no basta: es fundamental garantizar su aplicación efectiva y medir su impacto.

La responsabilidad de quienes hemos avanzado en nuestras carreras es brindar apoyo a otras mujeres, abrir puertas, compartir aprendizajes y demostrar que el camino puede ser menos difícil cuando nos acompañamos y respaldamos mutuamente.

Que el Día Internacional de la Mujer nos permita visibilizar que seguimos avanzando con determinación, con la certeza de que cada paso que damos no solo fortalece nuestro camino, sino que también allana el de las generaciones que vienen detrás. La verdadera transformación ocurre cuando desafiamos los límites, cuando nos atrevemos a liderar y cuando dejamos claro que la capacidad no tiene género.

Artículo escrito por Marcela Cano, gerente de Sostenibilidad en Garnier & Garnier Desarrollos Inmobiliarios