Administración Trump votó en contra de resoluciones sobre democracia, derechos humanos y sostenibilidad.

Estados Unidos anunció su rechazo a la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), marcando un nuevo distanciamiento de las políticas multilaterales promovidas por la Organización de Naciones Unidas (ONU).

El anuncio se hizo el martes pasado durante una sesión inusual en la Asamblea General de la ONU. EE. UU. fue uno de los tres países que se opusieron a declarar el 28 de enero como el “Día Internacional de Coexistencia Pacífica” reafirmando la agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. La moción fue aprobada con 162 votos a favor y solo votaron en contra EE. UU., Israel y Argentina.

La delegación de EE. UU. también fue la única en votar en contra de varias resoluciones promovidas por la ONU, incluyendo:

  • La creación de un Día Internacional de la Esperanza y un Día Internacional para el Bienestar Judicial, argumentando que ya existen fechas similares.
  • Una resolución sobre Educación para la Democracia, que reafirma el derecho universal a la educación y su rol en la construcción de sociedades pacíficas y democráticas.
  • Una resolución sobre cooperación global para reducir la desigualdad, en la que EE. UU. objetó referencias a diversidad, equidad e inclusión (DEI), afirmando que van en contra de su política de eliminar programas que, según la administración Trump, “promueven la discriminación”.

El representante estadounidense, Edward Heartney, justificó la postura afirmando que los estadounidenses votaron en noviembre por un gobierno que prioriza los intereses nacionales y que “los globalistas perdieron en las urnas”.

En pocas palabras, los esfuerzos globalistas, como la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), perdieron en las urnas; por lo tanto, los Estados Unidos rechazan y denuncian la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y los ODS”, dijo.

La postura de EE. UU. ha generado preocupación entre gobiernos y organizaciones internacionales, dado que Washington ha sido históricamente uno de los mayores financistas de programas de desarrollo y educación impulsados por la ONU.

Un cambio en la estrategia global

Esta no es la primera vez que la administración Trump rompe con la ONU. La semana pasada el gobierno estadounidense ya había generado sorpresa al abstenerse de votar por su propia resolución sobre Ucrania, luego de que la Asamblea General aprobara una enmienda para mencionar explícitamente a Rusia como el agresor en el conflicto.

El giro de EE. UU. hacia una postura más nacionalista y menos comprometida con organismos multilaterales podría afectar programas de financiamiento y cooperación internacional, incluidos aquellos en los que participa Costa Rica.