Cada 8 de marzo es un recordatorio de los avances que hemos logrado, pero también de todo lo que falta por hacer. En Costa Rica, las mujeres seguimos enfrentando brechas estructurales en lo económico, lo político y lo social. A pesar de que el país ocupa la posición 19 de 146 en el Índice Global de Brecha de Género 2024 del Foro Económico Mundial, lo que indica que hemos cerrado un 78,5% de la brecha, al ritmo actual nos tomaría mundialmente 134 años alcanzar la paridad real.
Los ámbitos donde la brecha de género es mayor, siguen siendo maracadamente la participación política y la participación económica. A pesar de que las mujeres representan una parte sustancial de la fuerza laboral, su tasa de desempleo es significativamente más alta que la de los hombres, situándose en un 10,58% frente al 7,46% masculino. Además, las mujeres suelen estar subrepresentadas en sectores de alta remuneración y espacios de liderazgo empresarial, lo que limita su capacidad de influencia y desarrollo profesional.
En el ámbito educativo, si bien las mujeres han alcanzado paridad o incluso superado a los hombres en áreas como educación y ciencias sociales, su participación en campos relacionados con STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) sigue siendo baja. Solo el 32% de las graduadas en estas disciplinas son mujeres, en comparación con el 67% de hombres, lo que perpetúa la segregación ocupacional y las disparidades salariales. Estas cifras pueden tener repercusiones hacia adelante, en relación a el acceso de las mujeres a las estructuras productivas futuras, y ser un factor clave en el camino en que se sigue en relación con la brecha. Es por esto que urgen acciones intencionales y bien estructuradas en espacio y tiempo, para incorporar a las niñas y mujeres a estos espacios.
Esto no es casualidad, sino el reflejo de una cultura que sigue encasillando a las mujeres en ciertos roles y restringiendo su participación en otros.
Por otro lado, la violencia basada en género sigue siendo una realidad alarmante. En 2023, se registraron 68 delitos sexuales contra mujeres cada día en Costa Rica, y solo el 15% de las denuncias terminaron en acusaciones formales. La impunidad persiste y muchas mujeres siguen sin encontrar justicia.
Varias diputadas han hecho esfuerzos importantes para visibilizar la problemática y poder ahondar en la normativa para un abordaje mejor, dentro de los esfuerzos, rescato el conjunto de proyectos conocidos bajo el nombre “Letras de Lucha”, que consiste en doce proyectos de ley (dos de los cuales ya fueron aprobados) promovidos por cinco diputadas de diferentes fracciones e impulsadas por nueve, de la mano con el Grupo de Familias Sobreviviendo al Femicidio. Las diputadas proponentes son Montserrat Ruiz Guevara, Kattia Cambronero Aguiluz, Carolina Delgado Ramírez, Rocío Alfaro Molina, y María Marta Carballo Arce, apoyadas por Luz Mary Alpízar Loaiza, Kattia Rivera Soto, Vanessa Castro Mora, y Andrea Álvarez Marín. El colectivo de proyectos está enfocado en no sólo mejorar la atención institucional a las diferentes formas de violencia basada en género que afectan a nuestras mujeres, sino también a atacar algunas de las manifestaciones sociales más prevalentes de la desigualdad de las mujeres en nuestra sociedad, una de las cuales se ha minimizado por años, que es el tema del cuido.
En otras de las dimensiones que estamos con mayor deuda, Costa Rica ha logrado avances en representación política: un 47,4% de la Asamblea Legislativa está conformada por mujeres, ubicándonos en la sexta posición mundial. Sin embargo, es crucial que esta representación se traduzca en políticas públicas efectivas que aborden las desigualdades persistentes y promuevan la equidad de género en todos los sectores, y por esto es tan importante la acción intencional y grupal de las diputadas mencionadas y el impulso a proyectos dirigidos a la erradicación de la brecha.
La promulgación e implementación de políticas públicas integrales que promuevan la igualdad en el ámbito laboral, educativo y social, así como el fortalecimiento del sistema judicial para proteger a las sobrevivientes de violencia basada en género, son pasos esenciales hacia una sociedad más equitativa y justa. También, la política pública que logre transversalizar la perspectiva de género para caminar hacia una convivencia más equitativa y justa son esenciales. La acción intencional y efectiva es lo único que nos ayudará a mover la aguja con mayor rapidez. No podemos esperar 134 años para cerrar la brecha. Necesitamos más que discursos; necesitamos acción. Que este Día Internacional de la Mujer sea un llamado a la acción, a la sororidad y a la urgencia de construir un país donde todas tengamos las mismas oportunidades de crecer, prosperar y vivir sin miedo.
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