El desarrollo de sociedades sostenibles depende del logro de un complejo conjunto de objetivos relacionados con distintas dimensiones humanas, sociales, culturales, laborales, económicas, tecnológicas y ambientales.

Hoy en día, la inteligencia artificial se presenta como una tecnología basada en aplicaciones que emulan las capacidades o comportamiento humano para resolver problemas, aprender, detectar patrones, tomar decisiones, interactuar con el entorno y adaptar sus resultados a situaciones cambiantes, siempre a través de la utilización de grandes cantidades de datos tanto estructurados como no estructurados.

Las tecnologías de la IA pueden beneficiar los objetivos de sostenibilidad o dificultar su consecución, dependiendo de la forma en que se apliquen en los países, con diferentes niveles de desarrollo social y económico. Por consiguiente, la evaluación continua de los efectos humanos, sociales, culturales, económicos y ambientales de las tecnologías de la IA debería llevarse a cabo con pleno conocimiento de las repercusiones de dichas tecnologías en la sostenibilidad como un conjunto de metas en constante evolución en toda una serie de dimensiones, a la luz de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y de las normas constitucionales e instrumentos internacionales.

La IA también puede desempeñar un papel esencial en la gestión ambiental y la lucha contra el cambio climático. Algoritmos avanzados analizan grandes volúmenes de datos medioambientales, optimizando el uso de recursos y mejorando la eficiencia energética.

Según PwC (2021), la IA puede ayudar a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 4% para 2030, apoyando los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030. Por otra parte, ayudaría en aquellos casos donde el cambio climático y los fenómenos naturales repercuten directamente en el modo de vida de las personas y en la producción agrícola, es decir, se trata de un nuevo escenario, que abre la oportunidad para que el Estado pueda contribuir, a través del uso de la inteligencia artificial, a predecir las variaciones del clima, las inundaciones y las pérdidas sobre las cosechas, así como las situaciones de emergencia que afectan frecuentemente las comunidades, con alto índice de fragilidad socioambiental.

Mirando hacia el futuro, se espera que la IA continúe expandiéndose en nuevas áreas, con aplicaciones emergentes en energía renovable, gestión del cambio climático y desarrollo sostenible. La capacidad de la IA para analizar grandes conjuntos de datos ambientales puede tener un rol determinante en la mitigación de los efectos del cambio climático y la promoción de prácticas de desarrollo sostenible. El gran desafío a la innovación es un prometedor paso adelante para aprovechar el poder de la inteligencia artificial y empoderar a las y los innovadores de los países en desarrollo como Costa Rica.

Aprovechar la inteligencia artificial como activo estratégico para mitigar el cambio climático implica integrarla en las políticas y planes nacionales. Esta integración facilita el uso de la analítica de datos para alinear las políticas con los datos climáticos en tiempo real, mejorando así su eficacia y avanzando en el desarrollo tecnológico y los descubrimientos científicos en el campo de la energía. Estas medidas y políticas no deben considerarse de forma aislada, sino como una iniciativa global unificada, reconociendo que el cambio climático trasciende las fronteras geográficas y requiere esfuerzos globales concertados.

Este enfoque hacia una IA verde no solo implica una transformación en la manera en que desarrollamos y utilizamos la tecnología, sino también un cambio cultural en la sociedad. Al promover la conciencia sobre la huella ambiental de la IA y fomentar la adopción de prácticas más sostenibles, podemos contribuir colectivamente a un futuro más equitativo y respetuoso con el medio ambiente.

La IA puede revolucionar el enfoque mundial de la neutralidad de carbono y marcar el comienzo de una era de sostenibilidad inteligente a escala mundial en un momento en el que la carrera por evitar que la tierra se caliente hasta niveles peligrosos está en marcha.

En el caso de Costa Rica ya se cuenta con una estrategia nacional (2024-2027) donde gracias a la IA, los mapas de susceptibilidad pueden ayudar a los gobiernos locales a tomar decisiones para mejorar la salud pública y la resiliencia urbana, así como la gestión del tráfico y los residuos, haciendo que las ciudades sean más sostenibles y habitables.

Por ello, la Inteligencia Artificial podría ser una herramienta, motor o elemento reactivador de la economía verde, optimizando los procesos de desarrollo sostenible, contribuyendo al mejoramiento de los servicios del Estado, potenciado a la vez las oportunidades reales de los ciudadanos, que faciliten el crecimiento económico y social y ambiental que el país requiere para los próximos años.

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