Académico del Cinpe-UNA sugiere reducciones significativas en semanas.

El economista del Centro Internacional de Política Económica para el Desarrollo Sostenible (Cinpe) de la Universidad Nacional (UNA), Leiner Vargas, analizó los factores de estacionalidad en la cosecha del tomate, y recordó que se verá beneficiada además por una transición gradual hacia la temporada seca: "La alarma generalizada que causó el aumento del precio del tomate y otros productos este mes tendería a relajarse con una disminución en su costo, a partir de la segunda o tercera semana de febrero".

De este modo, los precios del tomate, que recientemente fluctuaban entre 3.500 y 4.000 colones por kilogramo en supermercados y ferias del agricultor, podrían reducirse a un rango de 1.500 a 2.000 colones por kilo hacia mediados del próximo mes.

La corrección en los precios ocurriría en un periodo relativamente corto, ya que la producción del tomate consta de ciclos de dos semanas. “Los tomateros que tienen producciones intensivas con protección solar y contra la lluvia van teniendo cosecha nueva en cada ciclo. Se les atrasó la producción porque faltó sol en diciembre, pero ya en enero se está corrigiendo esa situación”, explicó Vargas.

El factor meteorológico señalado por el académico del Cinpe-UNA fue determinante en la disminución de la oferta de tomate. Las influencias indirectas de los huracanes Sara y Rafael sobre Costa Rica, junto con una zona de convergencia intertropical activa, provocaron 22 días de intensas lluvias que afectaron la producción en todo el país.

Con el periodo de floración de enero, la oferta de tomate volvería a incrementarse, lo que permitiría una estabilización de los precios de lo que el experto califica como un “fenómeno coyuntural”. Además, esto se vio influenciado no solo por factores climáticos, sino también por el aumento en el consumo de tomate debido al inicio de la temporada alta del turismo.

La Cámara Nacional de Agricultura y Agroindustria (CNAA) estimó que las pérdidas para los productores, a causa de las lluvias, superaron los 500 millones de colones. Ante esto, Leiner Vargas enfatizó que la reciente escalada en los precios de hortalizas y vegetales no representó un beneficio para los productores ni comercializadores.

No es que los productores estén ‘haciendo su agosto’. Es el clima que afecta de manera directa los bolsillos de los consumidores, lo que ha llevado a muchas familias a sacar de su lista de compras el tomate y verse obligados a sustituirlos por otras variaciones".

Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), el valor de la Canasta Básica Alimentaria (CBA) se situaba en 61.037 colones a noviembre del año pasado. Dentro de este cálculo, el rubro de hortalizas alcanzó un costo de 4.480 colones, posicionándose como el más alto después de los lácteos, la carne de res, el pan y las galletas.

Lo que sí se vislumbra es que el aumento generalizado en el valor de estos productos agrícolas puede ejercer presión sobre el Índice de Precios al Consumidor (IPC) a enero, según indicó el académico. En diciembre de 2024, este índice tuvo una variación mensual positiva de 0,94% que impacta en la inflación del país.

Con respecto a otros productos, la papa, el chile dulce, la cebolla, el pepino, entre otros también han sido noticia en enero por su aumento en el precio. Algunos de estos, además de los factores citados anteriormente, se vieron afectados porque son esenciales para la elaboración de tamales, lo que incrementa el consumo en la época navideña.

Vargas puso como ejemplo lo que acontece con el brócoli: “Prácticamente despareció del supermercado. Conseguir un brócoli en buen estado se volvió casi que una labor detectivesca, aunque no sea tan demandado en la dieta del costarricense. Otro caso singular fue el chile, que no tuvo tiempo para su maduración, y eso dio paso a que hubiese más oferta de chile verde, por lo que el efecto no se sintió tanto”.

El incremento en el precio de la papa, que ha llegado hasta un 200%, responde tanto a la alta demanda propia de la temporada navideña como a los efectos del clima en los cultivos. No obstante, su estabilización sería más inmediata en comparación con otros productos, ya que una parte del consumo se cubre con importaciones, lo que genera un balance en la demanda, según explicó el experto.

Para Vargas, "el hecho de que el clima y sus alteraciones, con temporadas de sequía o de exceso de lluvia generen estragos en el sector agro, de manera regular, es un tema que debe analizarse con detenimiento [...] El Estado costarricense debe dar pasos más acelerados hacia un modelo de agricultura de precisión, que permita al productor tener un mayor control sobre el grado de temperatura, viento e irrigación que deben tener los sembradíos. Debemos tener fincas donde exista una protección ante las alteraciones climáticas y evitar así riesgos ante el exceso de sol en determinados periodos, que controle la aparición de plagas o de lluvias como las que hemos visto y acostumbrar al agricultor a centrase en esos ciclos de dos o tres semanas y no solo en un boom de cosecha que se pueda perder después”.

Finalmente, el académico del Cinpe-UNA hizo un llamado a que estas acciones se consideren parte de una política pública, donde se realicen aportes desde la academia y las instituciones públicas. El uso de nuevas tecnologías es una pieza clave para dar pasos más certeros dentro de ese objetivo, apuntó.