Las recientes declaraciones del presidente Rodrigo Chaves, al responder con desdén a las críticas del secretario general de Liberación Nacional, Miguel Guillén, evidencian una preocupante desconexión con la realidad que enfrentan los costarricenses. En un momento en que los precios de la canasta básica siguen aumentando de manera alarmante, con productos como el tomate y otros alimentos esenciales alcanzando precios desorbitados, muchas familias luchan por cubrir lo más básico. Sin embargo, el presidente parece estar más interesado en las confrontaciones políticas que en abordar las verdaderas necesidades del pueblo.

El costo de la vida se ha disparado en los últimos meses. No solo el tomate se ha vuelto un lujo inaccesible para muchos, sino que otros productos esenciales como el arroz también han aumentado de manera significativa. Lo que antes era un gasto rutinario en el supermercado, hoy representa una carga económica para las familias que, mes tras mes, deben ajustar sus presupuestos para llegar a fin de mes. En este contexto, el comentario del presidente, “me importa un rollo de culantro”, no solo refleja indiferencia, sino una falta total de empatía hacia quienes están enfrentando una realidad cada vez más difícil.

Pero la desconexión del presidente no termina ahí. En sus últimas declaraciones, Chaves rechazó la idea de renunciar a su pensión de lujo, un beneficio que, al parecer, no está dispuesto a abandonar, a pesar de haber defendido en su discurso la lucha contra las pensiones de lujo. Este doble discurso solo sirve para aumentar el descontento entre los ciudadanos, que ven cómo las élites políticas, lejos de sacrificarse por el bienestar común, mantienen sus privilegios intactos mientras el costo de la vida sigue subiendo.

La falta de coherencia entre las palabras y los actos del presidente es clara: si de verdad Chaves se considera un defensor del bienestar de los costarricenses, debería comenzar por dar el ejemplo, renunciando a esos privilegios y demostrando que está dispuesto a hacer sacrificios por el bien de todos. El precio de los productos básicos no es un tema menor, es una preocupación diaria para miles de familias costarricenses que no pueden permitirse estos aumentos sin que sus presupuestos se vean gravemente afectados.

El presidente no puede seguir ignorando estas preocupaciones y debe dejar de ver los problemas de la canasta básica como un tema trivial o una simple queja política. En lugar de responder con descalificaciones, es hora de que el gobierno tome acción concreta para abordar esta crisis económica y garantizar que los costarricenses tengan acceso a lo básico sin tener que hacer sacrificios imposibles.

Ante este panorama, es crucial que los costarricenses reflexionemos sobre el rumbo que queremos para el país en las próximas elecciones de 2026. Necesitamos un liderazgo que esté verdaderamente comprometido con el bienestar de la gente, y no con el populismo ni con las divisiones que tanto nos han dañado. Ya es hora de que dejemos atrás las promesas vacías y la manipulación mediática, y busquemos un gobierno que no se limite a las apariencias, sino que actúe con coherencia y responsabilidad. La situación del costo de la vida nos afecta a todos, y es momento de pensar en el futuro con seriedad, sin caer en el juego de las divisiones y las promesas fáciles.

El voto de 2026 debe ser una decisión de conciencia, de responsabilidad y de unidad. Si realmente queremos un cambio, no podemos seguir eligiendo líderes que se desconectan de la realidad del pueblo. Solo con una ciudadanía madura y comprometida podremos salir adelante.

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