Vivimos en un mundo con una realidad política sumamente retadora, adversa y compleja. Estamos frente a una sociedad en la que los movimientos extremistas y contrarios a los derechos humanos, la democracia y el desarrollo sostenible, cobran mucha más fuerza. Esto se da como resultado de liderazgos débiles y poco firmes en la defensa de estos ideales, que han optado por reproducir formas escuetas y desactualizadas de hacer política. Tomando en cuenta lo anterior, mi artículo de hoy se basa en analizar nuestra coyuntura mundial y proponer una forma de hacer política de la que tal vez se ha hablado, pero en realidad, aún no se ha concretado (o al menos no lo he visto): hacer política desde la empatía, la solidaridad y el amor.

Nuestro mundo cada día se enfrenta a retos verdaderamente preocupantes, como lo son los retrocesos democráticos y de derechos humanos, la emergencia climática, la desigualdad y la acumulación de riqueza en manos de pocas personas (para ser exacta, según las Naciones Unidas, el 10% más rico del mundo posee el 76% de la riqueza mundial, algo enormemente alarmante), el debilitamiento y la ineficacia de la puesta en práctica de las estrategias diplomáticas de negociación y resolución de conflictos, el aumento de la militarización, la opresión y la violencia contra varios pueblos, el ascenso acelerado de los discursos y narrativas de odio, entre otros. Para poder abordar y responder ante estas situaciones, primero es importante saber en qué hemos fallado como sociedad para llegar a este punto.

Esto se debe en gran medida por una técnica y estrategia de ciertos liderazgos que ha resultado en posturas poco firmes en la defensa y lucha por estas causas. Incluso, promesas vacías y fallidas, dirigidas por personas que, si bien han dicho representar al pueblo, no interactúan o conllevan una comunicación directa con él. Esto, en consecuencia, provoca que haya una pérdida de confianza por parte de las personas en las instituciones democráticas y en la política. Esa pérdida de confianza, abre un portillo para el extremismo en el que pueda ganar apoyo y crecer. En este sentido, es importante saber que una trascendente y firme respuesta al extremismo se da por medio de tres puntos.

Hablemos, primero, de la empatía. Necesitamos una política que construya y no destruya. Y con eso me refiero a que construya oportunidades de desarrollo sostenible para todas las personas. Que aspire a un modelo de justicia social en el que todas las personas puedan tener la oportunidad de tener una calidad de vida digna, bajo la que pueda acceder a servicios de calidad de educación, salud, vivienda, transporte, recreación cultural, recurso hídrico, entre otros.

Necesitamos una lucha incansable por una sociedad feminista y la igualdad de género. Por las personas jóvenes. Por las personas trabajadoras. Por las personas afrodescendientes. Por los pueblos indígenas. Por la comunidad LGBTQIA+. Por las personas migrantes. Por las personas en condición de pobreza. Por las personas en situación de discapacidad. Por la regionalización. Por la educación. Por la salud. Por la vivienda. Por el Estado Social y Democrático de Derecho. Por la cultura. Por la sostenibilidad. Por los pueblos oprimidos y que día a día sufren del genocidio perpetrado o apoyado por potencias. Por la libertad pura y real, entendiéndola como un derecho y no una carta a instrumentalizar para justificar un odio. Por políticas exteriores diferentes al imperialismo y promotoras de un diálogo diplomático de paz y prosperidad para todas las naciones. Por la justicia social. Por los derechos humanos para todos, todas y todes. Tan solo una forma de hacer política que vea a las personas como seres humanos que aspiran a un bien colectivo y no como títeres a utilizar para un bien particular o personal, será eficiente para sostener una respuesta firme al extremismo.

En segundo lugar, hablemos de la solidaridad. Muy de la mano con la empatía, necesitamos solidaridad. Esa solidaridad consiste en ver a la política como una aspiración colectiva en la que nos sumamos y participamos no porque buscamos un puesto de poder o algún beneficio meramente personal, sino porque tenemos ideales, creemos en una causa, poseemos convicciones, y sobre todo, porque soñamos con una mejor comunidad, región, país y mundo. Necesitamos una forma de hacer política que sea solidaria y que comprenda que las realidades de todas las personas son diferentes. Que debemos buscar lo mejor adaptándolo y adecuandolo a la realidad de cada quién, de modo tal que nadie se quede atrás. Y saber que esa lucha no debemos hacerla desde el sectarismo, sino desde la inclusión de todas las voces que aspiran trabajar por los derechos humanos y por el bienestar de cada persona.

En tercer lugar, necesitamos una política hecha con y desde el amor. Necesitamos política que, ante la desinformación, responda con evidencia y argumentos coherentes. Ante la violencia política, utilice el diálogo cívico y democrático y el intercambio de ideas desde el respeto. Ante los discursos de odio, aplique mensajes de amor hacia la comunidad, hacia el país, hacia el mundo y hacia los derechos humanos. Cuando la política del odio triunfa, es porque la política desde el amor no es aplicada o es sustituida por la política de la indiferencia. Eso debe cambiar.

Soy una persona que ha dedicado y piensa en dedicar su vida a la formación y el aprendizaje sobre los derechos humanos. Hoy sé más que lo que supe ayer, y sé menos de lo que sabré mañana. Aunque, de lo que hoy por hoy sí tengo certeza, es que el mundo tiene la capacidad de ser mejor y mucho más justo, inclusivo, interseccional y equitativo.

Que las desigualdades existen, y que los discursos optimistas son vacíos y no son suficientes si no se pone en práctica un movimiento que garantice derechos humanos para todas las personas. Por ello, es hora de que en todo espacio de incidencia política, hagamos lo posible para dar visibilidad e incluir a todas las personas que históricamente han sido puestas de lado. Porque la política desde la empatía, la solidaridad y el amor, es posible cuando todas las personas trabajamos juntas por ello.

Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio. Delfino.CR es un medio independiente, abierto a la opinión de sus lectores. Si desea publicar en Teclado Abierto, consulte nuestra guía para averiguar cómo hacerlo.