Hace un par de semanas, la gentrificación y la destrucción de las playas de nuestro país por intereses hoteleros y de inversiones transnacionales nos provocaron indignación. Hoy quiero traer a reflexión un tema similar, sobre la destrucción del Valle Central por los mismos procesos de elitización y de intereses económicos.

Primero que todo, analicemos la región en cuestión. Prefiero el término Valle Central y no Gran Área Metropolitana porque este último nombre tiene una intención política que es, en buena parte, el problema que quiero señalar, para esto hagamos un breve ejercicio con nuestro navegador web, ya sea en el teléfono o la computadora según desde donde estés ahora.

Busquemos en Google la palabra "GAM Costa Rica", si ya lo has hecho habrás notado que las imágenes que aparecen son dibujos cartográficos de una enorme área en el centro del país, son en mayoría dibujos de líneas bastante técnicas. Pero ahora, si buscamos la palabra “Valle Central de Costa Rica”. ¿Qué hemos visto? Posiblemente ríos, ciudades, montañas y agricultura, un ecosistema de ciudades y naturaleza que conviven en una misma región.

Esta es una interpretación completamente distinta de la región central del país, es más o menos la misma región, pero con lentes distintos. El uso de los lentes de la técnica y la ciencia a veces nos distorsiona de la realidad, por ejemplo si estudiamos los mapas cuando buscamos “GAM Costa Rica” y comparamos con la realidad, el área de la supuesta G.A.M está urbanizada en un 50%, el resto del área es zona de naturaleza y agricultura, los mapas lineales en blanco y negro han creado el imaginario de que en el centro del país existe una enorme ciudad cuando en realidad es algo más parecido a un proyecto en proceso que se inició hace varias décadas.

Es un proyecto no intencionado (¿o sí?). Pese a que existe el Plan GAM y el gobierno promueve un anillo de contención, la mancha urbana no para de crecer comiéndose las montañas y su periferia rural.

¿Por qué se utiliza la palabra Gran Área Metropolitana de Costa Rica?

Hay cientos de razones académicas y técnicas, pero la más importante es que sonaba muy bien. Nos gusta compararnos a otras metrópolis del mundo donde las ciudades en una región han crecido al punto de conformar una única ciudad y es necesario rebautizar la región con un nombre que englobe todas las ciudades absorbidas.

En Costa Rica ocurre esto, pero solo en parte. Alajuela, San José y Heredia comparten mucho para ser consideradas una zona metropolitana, pero a muchos cantones se les está acelerando el proceso de urbanización sin que se den cuenta, la GAM es la región más desarrollada del país en la teoría, pero en la realidad de los 31 cantones que la componen solo 19 tienen un plan regulador vigente.

Ahora es un consenso costarricense, nadie pone en duda la existencia de la GAM y seguro algunas personas ya tengan objeciones a mi argumentación. Realmente yo no haría la distinción si no fuera para señalar la destrucción de la riqueza natural y la agricultura de la zona.

Con el uso popularizado del nombre de GAM, entre otras funciones, en el pasado se dio legitimidad para explotar las áreas interciudades con desarrollo urbanístico. Ahora el proceso continúa con la construcción de barrios para ricos y zonas francas en las montañas y el sur-occidente de la región.

Un estudio de la Universidad de Costa Rica, con datos de hace casi 20 años, señaló el aumento de inversión extranjera en la GAM no urbanizada, demostrando que Atenas aumentó un 430% de la inversión extranjera inmobiliaria del 2005 al 2006 solo en compra masiva de tierras. Este mismo estudio señaló el acelerado cambio en el uso del suelo de agrícola a urbano en zonas de Heredia y Cartago, zonas donde cada vez es más evidente la participación de uno de los nuevos agentes promotores de la “metropolitización” del Valle Central, las inmobiliarias.

El otro agente, el de la zonas francas, hace lo suyo por su parte, para el 2023, el Coyol Free Zone y la construcción de la nueva Evolution Free Zone presumían una expansión de 62.000 metros cuadrados en pos del progreso, la creación de empleos y la inversión extranjera. Afines a estos proyectos de inversión se encuentran otros proyectos como la ampliación de la carretera a San Ramón, la construcción de centros masivos de entretenimiento como el Parque Viva y la idea de expandir la línea del Tren Urbano en esta dirección, todas estas son señales de que la política pública y el mercado son aliados en esta colonización urbana. En sí el problema no es el crecimiento económico y las conexiones entre las ciudades de la Guácima y San Ramón con San José el problema es que la política siga favoreciendo un modelo de ciudad dispersa de baja densidad.

El centro de San José, por su parte, sufre un efecto contrario a la gentrificación, pero igual de dañina, tanto la inversión, como las poblaciones con mejores ingresos quieren abandonar San José centro y construir ciudades y barrios cerrados en estas nuevas zonas. El abandono residencial, colateralmente, está volviendo nuestra capital un espacio para cambiar de buses durante el día y tierra fértil de la delincuencia por las noches.

Por ahora, terminemos esta breve reflexión con la siguiente conclusión: es urgente una revolución en la forma de hacer ciudades en Costa Rica que empieza por la transformación del cómo las pensamos y las nombramos. Esta revolución debe apostar por la ciudad compacta, revitalizando San José como un espacio de viviendas, respetando la naturaleza con un verdadero anillo de contención y, por último, garantizando la seguridad alimentaria con las zonas de agricultura en el Valle Central para el consumo local.

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