El patrimonio inmaterial de Costa Rica es mucho más que una colección de tradiciones; es el corazón vivo de nuestra identidad como nación. En las fiestas típicas nacionales de Santa Cruz y en la devoción al Cristo Negro de Esquipulas encontramos no solo motivos de celebración, sino también profundas lecciones sobre quiénes somos, de dónde venimos y cómo queremos construir nuestro futuro. Salvaguardar este legado no es solo un deber cultural, sino una responsabilidad compartida que nos involucra a todos.
El verdadero poder del patrimonio inmaterial radica en su capacidad de unir generaciones a través del tiempo. Las fiestas típicas nacionales en Santa Cruz, con sus vibrantes marimbas, danzas tradicionales y gastronomía local, no solo nos transportan al pasado, sino que también nos conectan con el presente y con las generaciones por venir. Es justamente el marco de encuentro que nos ofrecen las fiestas típicas nacionales una oportunidad para celebrar la identidad costarricense y sobre todo, como la fe, las artes, la cultura y la modernidad pueden convivir en un espacio de tiempo simultáneo, para rendir tributo al de dónde venimos para también celebrar nuestro futuro.
De igual forma, la devoción al Cristo Negro de Esquipulas no se limita al ámbito espiritual; es un testimonio vivo de la fuerza de las comunidades, de su capacidad para preservar un ritual lleno de fe y significado. Las velas, el cambio de vestido, la entrada del Santo Cristo Negro en procesión por la comunidad, las danzas de los indios profesanos, y el rol de la comunidad hacen de estas celebraciones algo único en el mundo. Si no enseñamos a nuestros niños y jóvenes el valor de estos símbolos, corremos el riesgo de que se conviertan en ecos vacíos en lugar de voces vibrantes de nuestra herencia cultural.
Con un enfoque consciente y colaborativo, podemos documentar, registrar y promover las festividades como un patrimonio que merece ser reconocido a nivel nacional e internacional. Por eso, nuestro compromiso como Ministerio es que, junto a la comunidad, presentemos en 2025 la candidatura de estas celebraciones como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad ante la UNESCO.
El Ministerio de Cultura y Juventud trabaja para que estas expresiones del patrimonio inmaterial no solo sean protegidas, sino celebradas y fortalecidas. Pero el gobierno no puede hacerlo solo. La preservación del patrimonio es una tarea compartida que requiere la colaboración de todos: desde los educadores que inspiran a sus estudiantes, hasta los artistas que reinterpretan nuestras tradiciones, pasando por cada ciudadano que se compromete a participar y transmitir estas riquezas culturales.
Parafraseando las palabras del gran escritor costarricense Carlos Luis Fallas: “La cultura es el puente que nos une a nuestras raíces y la vela que nos guía hacia el porvenir.” Sigamos construyendo ese puente juntos. Las fiestas típicas nacionales que celebraron sus 50 años en Santa Cruz y la devoción al Cristo Negro de Esquipulas no solo nos pertenecen a nosotros, sino también a quienes vendrán después, a quienes debemos entregar un legado vivo, lleno de sentido y orgullo.
Al fin y al cabo, preservar nuestro patrimonio inmaterial no es solo un acto de memoria; es un acto de respeto hacia lo que somos y hacia lo que seremos como nación. Es un acto de rebeldía que con compromiso nos permitirá seguir disfrutando de nuestras tradiciones para encontrarnos en comunidad y que es muestra de que el patrimonio es vivo, celebrado y difundido para su disfrute.
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