Siendo un joven de 18 años, tuve la oportunidad de conocer por dentro la Penitenciaría de San José, actual Museo de los Niños, el edificio y parte de los ocupantes del mismo. Siendo ya mayor, estando preso en la Cárcel de Adulto Mayor, conocí a un compañero llamado Cayetano, quien estuvo privado de libertad muchos años en la Cárcel de San Lucas. Por cierto, salió en un suplemento de La Nación contando su historia. Luego, ya estando libre, tuve el privilegio de recibir en mi casa a José León Sánchez, escritor del libro titulado La isla de los hombres solos, que describe los años que estuvo preso en la cárcel de San Lucas.
Viviendo en Cinco Esquinas de Tibás, tuve la oportunidad de escuchar muchas veces los gritos de reclamo de los habitantes de la Penitenciaría Central de San José, pues los tenían en un estado de hacinamiento insoportable. Esta situación pude verla y comprobarla en mi vieja visita a la "Peni", como la llamaban. Los últimos gritos terminaron en un incendio y en una huelga de hambre que logró aplacar, luego de muchas negociaciones, mi amigo y exministro de Justicia y Gracia de Costa Rica, Joaquín Vargas Gené.
Tras esta lamentable situación, empezó en Costa Rica el cambio en el concepto de encarcelamiento y se llamó a la nueva cárcel "La Reforma", cuyo nombre implicaba también un cambio en el propósito del sistema penitenciario. Antes, las cárceles se enfocaban en mantener a las personas privadas de libertad bajo cautiverio y castigo, incluyendo torturas, agresiones físicas y la falta de comodidades, sin considerar la posibilidad de un cambio en ellos. Me contaba José León Sánchez que Monseñor Carlos Humberto Rodríguez Quirós lo visitó e invitó a participar en este proceso de reforma entre 1977 y 1979.
Tuve la oportunidad de estar en las cárceles de San Sebastián, Puesto Diez y Adulto Mayor. Ya en un proceso de salida, estuve en la cárcel de San Isidro de Heredia y en otra en el centro de Heredia. La situación de hacinamiento prevalecía, pero pude notar las variaciones en el sistema penitenciario actual. Entre mis 59 y 68 años, Dios y el sistema penitenciario me convirtieron en un nuevo ser humano. Recibí clases de Biblia, participé en cultos en todas las instituciones carcelarias, asistí a exámenes de la UNED, gané asignaturas y participé en cursos de AGECO. Incluso gané un concurso literario, cuyo premio me fue entregado por la ministra de Justicia de ese momento.
En las cárceles, jugué fútbol, ajedrez y billar; hice ejercicios al aire libre; caminé por los espacios disponibles; y recibí atención médica, incluyendo visitas a hospitales cuando fue necesario. Los alimentos que consumí estaban ajustados a una dieta para adultos mayores y, salvo en San Sebastián, siempre dormí en una cama confortable. Aunque en algunos momentos dormí en una colchoneta en el suelo, lo más valioso fue tener la oportunidad de trabajar y reducir mi pena. Realicé tareas de limpieza, pinté aulas y celdas, y di clases de inglés, historia y matemáticas a compañeros que buscaban obtener el bachillerato. Ya en Adulto Mayor, empecé a escribir un libro titulado Cristo vs. Buda con una vieja computadora Apple de escritorio.
En libertad condicional, la cual obtuve tras cumplir un tercio de mi pena, continué escribiendo. En 2016, terminé mi condena, pagué mi deuda con la justicia costarricense y recuperé todos mis derechos como ciudadano. Hoy puedo incluso aspirar a la presidencia de la república.
Escribo este artículo para explicar a los costarricenses cómo es el proceso de cambio de una persona privada de libertad en el sistema penitenciario actual de Costa Rica. Sin embargo, lo que aún está pendiente es cómo insertar a estas personas en la sociedad, ya que enfrentan discriminación y falta de misericordia.
Quiero felicitar a los funcionarios penitenciarios por el trato recibido y agradecer a Dios por los maestros que me enseñaron sobre la verdad y la justicia. Ahora, mi misión es compartir estos conceptos con otros.
Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio. Delfino.CR es un medio independiente, abierto a la opinión de sus lectores. Si desea publicar en Teclado Abierto, consulte nuestra guía para averiguar cómo hacerlo.