La semana entre Navidad y Año Nuevo tiene un aire particular. Es un espacio de transición que invita a la reflexión, a mirar hacia atrás y también hacia adelante. Durante estos días, solemos sentirnos atrapados entre el cierre de un ciclo y la anticipación de lo que está por venir. Este intermedio es una oportunidad valiosa para preguntarnos: ¿Qué hemos hecho como sociedad este año? ¿Y qué estamos dispuestos a cambiar o mejorar el próximo?

En un mundo marcado por crisis globales como el cambio climático, las desigualdades sociales y los conflictos armados, la época navideña muchas veces pone de relieve las contradicciones de nuestra humanidad. Mientras algunos celebran con cenas opulentas, otros luchan por encontrar algo que poner en sus mesas. Este contraste nos recuerda la urgencia de construir un mundo más justo y equitativo.

Solidaridad más allá de las fechas

En esta época, las campañas de donación y ayuda solidaria se multiplican. Es conmovedor ver cómo las personas se movilizan para ayudar a quienes más lo necesitan. Sin embargo, la solidaridad no debería limitarse a estas fechas. El hambre, la pobreza y la exclusión social no son problemas temporales; son realidades constantes que requieren soluciones sostenibles. El espíritu navideño debería inspirarnos a mantener estas acciones a lo largo de todo el año.

La importancia de la introspección

El cierre del año también es un momento para la introspección personal. ¿Qué tipo de personas queremos ser? ¿Qué valores guiarán nuestras acciones en el nuevo año? La prisa y las exigencias cotidianas a menudo nos hacen olvidar lo esencial: la importancia de las relaciones humanas, la empatía y el cuidado del medio ambiente. Quizá, este es el momento perfecto para replantearnos nuestras prioridades.

Mirando hacia el 2025

El año 2025 trae consigo la oportunidad de corregir el rumbo. Es un nuevo capítulo que podemos escribir con acciones concretas. Desde el compromiso con la inclusión y el respeto por los derechos humanos hasta el esfuerzo por reducir nuestra huella ecológica, cada acción cuenta. No necesitamos esperar a grandes cambios globales; el cambio también comienza en nuestras comunidades y en nuestras decisiones diarias.

Este periodo de reflexión entre Navidad y Año Nuevo no es solo un tiempo de descanso, sino también una invitación a repensar cómo podemos contribuir a un mundo mejor. Al final del día, lo que realmente importa no es cuánto poseemos, sino cómo impactamos la vida de quienes nos rodean. Que este cierre de 2024 y el inicio de 2025 sean una oportunidad para renovar nuestro compromiso con la solidaridad, la inclusión y la esperanza.

¡Felices fiestas y un próspero 2025 para todos!

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