En días recientes se publica en diferentes medios la noticia acerca del presunto desfinanciamiento del Programa de Agua Potable y Saneamiento (PAPS), unidad ejecutora del AyA, que arrancó allá por el 2010 el ambicioso proyecto denominado Mejoramiento Ambiental del Área Metropolitana de San José y que a la fecha actual ha ejecutado decenas de millones de dólares en tuberías que al momento actual, pareciera, no van a ninguna parte. Cientos de calles perforadas por la famosa cuadrilla de AyA después, pues a lo que vinimos, a vernos entre todos sosteniéndonos la quijada.

El proyecto mencionado tiene una relevancia técnica y ambiental sin precedentes en Costa Rica, la ejecución satisfactoria de este proyecto significaría la transformación sanitaria de nuestros ríos, quebradas y demás afluentes urbanos, que hoy en día ebullen de detergente de las lavadoras, restos de comida, y aguas negras de los barrios, en el mejor de los casos. En mis sueños más guajiros me imagino tomando un fresco chapuzón en semana santa en el Virilla, o jugando barquitos con mis hijos en los caños de mi barrio cuando llueve, sin que eso signifique adquirir alguna enfermedad de dudosa procedencia, dicho lo cual, mi sueño podría haber sido una realidad llevando a cabo el proyecto a buen puerto, tantos años después de iniciado. Existen precedentes en otros países acerca de grandes proyectos de saneamiento ambiental que han logrado recuperar sus fuentes hídricas, otrora cloacas a cielo abierto.

Una pregunta pertinente que surge alrededor de este tema es, ¿Por qué a nadie le interesa? Años, millones de dólares, kilómetros de tuberías, y horas de trabajo, han pasado bajo el puente o aún mejor dicho bajo la cloaca, sin que se levante mucha alharaca en la opinión publica al respecto del proyecto. La percepción de todo lo que ha sucedido al respecto de la unidad ejecutora es difuso, la población parece no tener interés en el agua residual que pasa bajo sus pies. Al respecto de este tema tengo una teoría que titula el presente, es algo que llamo “la mentalidad de inodoro”, procedo a desarrollar en que consiste.

Cuando depositamos nuestros residuos, producto de las actividades diarias, en los diferentes dispositivos que hemos desarrollado como sociedad para su disposición final, nos olvidamos del asunto. El paquete de galletas y el jugo, cae en la bolsa del basurero y se acabó el proceso, seguimos a lo nuestro. Lo mismo sucede con nuestros residuos líquidos, el inodoro es aquel importante, pero a la vez irrelevante artefacto que hemos ideado para depositar aquello que ustedes saben y que se convierte en aguas negras. Y digo irrelevante en el sentido de que no le prestamos atención, pero que en realidad cumple una función preponderante en nuestra sociedad. El asunto es que una vez que descargamos el tanque del inodoro, ahí terminó el problema, nos hemos desecho de lo que nos molestaba y así queremos que sea, no le prestamos importancia hacia donde van esas aguas, no hay interés en detallar la situación de tratamiento o de contaminación que generamos y simplemente dejamos que el agua siga su curso.

Y es por esa necesidad de irrelevancia en el tema, que poca atención se le ha puesto al proyecto de Mejoramiento Ambiental del AyA. Dichosamente para algunos, ha pasado desapercibido, ya que así lo hemos querido, al común colectivo no le interesa qué pasa después de la descarga, es esa nuestra mentalidad, la del inodoro.

Con resultados como los obtenidos hasta el momento con el proyecto, podríamos decir que el mismo ha gozado de una invisibilidad colectiva, en donde simplemente se ha ignorado la inoperancia, la burocracia, el despilfarro y la pérdida de decenas de millones de dólares, todo porque no nos interesa en donde terminan nuestros residuos.

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