En los últimos meses, hemos visto cómo se intensifica el debate en torno a la conservación de las abejas y su relación con el uso de agroquímicos. Como presidente de la Asociación de Apicultores de Jicaral (ASOAPI), una organización que representa a 30 apicultores y maneja cerca de 7,000 colmenas, estoy convencido de que la solución a los problemas que enfrentan los polinizadores no está en la prohibición de productos fitosanitarios como el Fipronil, sino en la educación, el diálogo y la implementación de Buenas Prácticas Agrícolas (BPA).

El proyecto de Ley presentado por el diputado Ariel Robles, que busca prohibir este insecticida, parte de la preocupación por los efectos adversos en las abejas. Sin embargo, en ASOAPI hemos comprobado que la clave está en la capacitación y concientización de los agricultores y apicultores. 

Hace unos años, en nuestra región, esta comunicación entre agricultores y apicultores era casi inexistente, hoy, gracias al diálogo, hemos implementado medidas que protegen tanto a las abejas como a los cultivos. 

Por ejemplo, en el caso de los productores de la zona, las aplicaciones de insecticidas las realizan por la noche, cuando las abejas no están activas, y se priorizan productos de contacto en lugar de aquellos con residuos persistentes.

Este esfuerzo conjunto ha dado resultados palpables: no se han reportado muertes masivas de abejas, y los cultivos han alcanzado rendimientos óptimos, en gran parte gracias a la polinización cruzada que mejoró la cantidad, el tamaño y la calidad de los frutos. Además, las pérdidas de colmenas al finalizar la temporada de cultivo, que anteriormente oscilaban entre el 25 % y el 30 %, se han reducido significativamente a un promedio de apenas el 2 % al 3 %.

Las abejas no solo son fundamentales para la apicultura, sino también para la agricultura, se estima que entre el 60% y el 90% de la producción agrícola en cultivos como el melón y la sandía depende de la polinización, una buena polinización garantiza frutos de mayor calidad y un mayor valor comercial, lo que beneficia tanto a los agricultores como a los consumidores.

Desde ASOAPI, consideramos que las prohibiciones indiscriminadas, sin fundamentos científicos sólidos, pueden tener consecuencias desastrosas al sector agrícola, si se aprobaran este tipo de proyectos de Ley, muchos agricultores quedarían sin alternativas viables para proteger sus cultivos, lo que podría comprometer el sustento de sus familias, además de la seguridad alimentaria y la competitividad del país. 

La experiencia de la península demuestra que es posible proteger a los polinizadores sin sacrificar la productividad, esto se ha logrado con formación, diálogo y el compromiso de todos los sectores involucrados. 

Es urgente que este modelo sea replicado en otras regiones del país, invitamos a los legisladores, productores, apicultores y consumidores a reflexionar sobre este tema, para que, en lugar de prohibir, trabajemos juntos para construir soluciones que beneficien a todos y preserven el equilibrio de nuestro ecosistema.

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