Inicia un nuevo año.

El 2025 nace en en una sociedad enojada, amargada, frustrada y desilusionada. En una sociedad que en medio de un cambio de era siente miedo por el aumento de la incertidumbre, ira por las expectativas insatisfechas y se duele por el desarraigo que vive.

¿Cómo enfrentar el Año Nuevo? ¿Hurgando en los temores, lamiéndonos las heridas, sumiéndonos en la impotencia?

El papa Francisco con mirada certera nos ha pedido que no.

Este 24 de diciembre el papa Francisco abrió la Puerta Santa de San Pedro para dar inicio al año Jubilar 2025.

En la bula denominada “La Esperanza no Defrauda” con la que el pasado 9 de mayo el papa Francisco convocó este Año Jubilar y nos entregó un bello mensaje sobre la fuerza de la esperanza.

Para los cristianos la esperanza nace del amor, del amor que el Señor Jesús nos entrega con su vida, pasión, muerte y resurrección.

El papa Francisco nos indica:

Este entretejido de esperanza y paciencia muestra claramente cómo la vida cristiana es un camino, que también necesita momentos fuertes para alimentar y robustecer la esperanza, compañera insustituible que permite vislumbrar la meta: el encuentro con el Señor Jesús”.

Para los creyentes de las diferentes religiones la presencia permanente del amor de Dios nos infunde fe y nos da esperanza en el camino de la vida.

Para todas las personas la esperanza en el triunfo del bien, de la verdad, de la belleza es fuerza para promover el bien, la verdad y la belleza.

En nuestro vivir encontramos lágrimas y sonrisas, dolores y alegrías, triunfos y fracasos. Pero la esperanza nos da fuerza para no desfallecer en nuestro camino y perseverar en la lucha por el bien, la verdad y la belleza a pesar de los obstáculos y dificultades.

Cada paso en nuestra vida debe confirmar nuestra vocación a construir el bien, la verdad y la belleza. Y cada experiencia en perseguir esos objetivos nos debe reafirmar en la seguridad de que el principal instrumento para tener éxito en esa construcción es el amor.

El amor que se expresa en fraternidad, perdón y respeto.

El amor que se expresa en tolerancia y paciencia.

El amor que se convierte en paz.

La ausencia de paz y de fraternidad es hoy causa de los más profundos dolores que la humanidad gime. Construir paz y construir fraternidad deben ser objetivos fundamentales de nuestras vidas en el nuevo año que inicia.

“Mirar el futuro con esperanza también equivale a tener una visión de la vida llena de entusiasmo para compartir con los demás …  estamos llamados a ser signos tangibles de esperanza para tantos hermanos y hermanas que viven en condiciones de penuria” (Spes non confundit).

¿Pero cómo tener esperanza y construir con amor cuando vemos surgir los populismos estatistas que engañan y después empobrecen, cuando vemos que los pueblos apoyan a los extremistas de derecha y de izquierda que predican la división y el odio?

En su despedida después de 25 años como columnista del New York Times, el premio Nobel de Economía Paul Krugman nos dice:

Aunque el resentimiento puede llevar a personas malvadas al poder, a largo plazo no puede mantenerlas allí. En algún momento, el público se dará cuenta de que la mayoría de los políticos que critican a las élites en realidad son élites en todos los sentidos que importan y comenzará a responsabilizarlos por su incapacidad para cumplir sus promesas. Y en ese punto, el público podría estar dispuesto a escuchar a personas que no intentan argumentar desde la autoridad, no hacen falsas promesas, pero sí intentan decir la verdad lo mejor que pueden”.

Las personas podrán percatarse más rápido de la falacia de construir promoviendo la polarización y el odio si la respuesta a esa prédica no es el enfrentamiento radical sino el amor, el escuchar, el tratar de entender, el perdonar, ejercer la fraternidad, proponer y ejecutar soluciones verdaderas a los problemas que se denuncian.

Lo que no cabe es la desesperanza. La desesperanza y el negativismo nos hacen sufrir ya hoy los posibles problemas de mañana. La desesperanza y el negativismo disminuyen la energía, la fortaleza, la determinación y la capacidad de vencer el mal que tememos.

La esperanza construye.

Feliz año 2025.

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