Nada se queda. Todo se transforma. Así es la energía del universo, de la vida en la Tierra, y en particular de la vida humana cuyos pensamientos, emociones e ilusiones son efímeras.
Al ser todo impermanente, nos cautiva el futuro, la aventura, lo que está por venir. De eso se trata el adviento, celebración católica que tiene sus orígenes hace más de 1500 años. Aún en el umbral laico de la creencia, se siente que algo nace o renace en esta época.
Termina el año en el calendario gregoriano y deja una sensación de alivio, de logro, de resignación. Por supuesto, también emerge la ilusión, como la semilla que brota en el jardín, de que algo nuevo está por suceder que podría ser tan grandioso como lo imaginamos.
También hay disrupciones no lineales en el continuo de la historia. Se consolida el régimen de Trump y colapsa el de Al-Assad en Siria. Como las mareas, como las fases de la luna, como el yin y el yang, así es abrazar la impermanencia: todo se transforma.
Quizás convenga en esta época retomar el concepto de antifragilidad, que significa robustecerse en la adversidad. Como las raíces del árbol que se hacen más fuertes en el vendaval. Como el sistema inmunológico durante la enfermedad.
Así podemos diseñar nuevos sistemas, nuevos productos, nuevas organizaciones. Nada se queda. Ni las corporaciones, ni las leyes, ni los gobiernos. Por diseño, son entidades vivas creadas para ser superadas por el tiempo, por sí mismas, por contendientes, por el soberano.
Por aquí vamos. No todo lo que es aparenta serlo. Creemos vivir en la era de la inteligencia artificial. Dice Harari que chatGPT es en esta era lo que una ameba es para la biósfera. Podrían cumplirse los pronósticos de quienes sugieren que la abundancia de herramientas de inteligencia artificial hará a OpenAI caer en la bancarrota a la vuelta de unos años. Todo se transforma.
Sí sabemos, un poco con fe y un poco con evidencia empírica, que estos suelos de hoy son fértiles para lo próximo que nacerá. Todas las poblaciones se regulan a sí mismas. Algunas por clima, otras por hambre, y unas más por violencia.
Corresponde estar atentos, ser amorosos, sentirnos responsables, hacerle aportes al bien común, siempre en respeto por la dignidad humana. Sí tenemos formas conocidas y comprobadas de subsistir de manera sostenible y perdurable, aunque nada sea para siempre.
Escuche el episodio 243 de Diálogos con Álvaro Cedeño titulado “Impermanencia”. Suscríbase y síganos en nuestro canal de YouTube, en Facebook, LinkedIn, Twitter y en nuestra página web para recibir actualizaciones y entregas.
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