
Además del trabajo de gobiernos y empresas, enseñar resiliencia climática a escolares es fundamental para la adaptación.
¿Usted sabe cosechar agua de lluvia? El principio es sencillo: se trata de recolectar y aprovechar el agua llovida para labores de limpieza y riego, con el fin de reservar el líquido potable para el consumo humano. Imagínese el impacto que podría tener esta práctica si logramos que se aplique en todo el país en nuestras empresas, casas e instituciones.
En la coyuntura global y local de crisis climática, la cosecha de agua es un camino clave para desarrollar resiliencia hídrica, que a muy corto plazo será ya indispensable. En la Tierra, solo cerca de un 0.007% del agua existente es apta para beber, y esa cantidad se reduce año tras año debido a la contaminación y las sequías.
Hay dos métodos muy conocidos para cosechar agua: por medio de reservorio y con tanque.
El primero es muy utilizado en la agricultura y ganadería. Consiste en realizar una excavación en el terreno y cubrirla con una geomembrana, que es una especie de manta impermeable para acumular el líquido. El segundo se adapta a casi cualquier actividad. Por lo general se recoge el agua que viene desde los techos, para lo cual se instalan bajantes y canoas que llevan el recurso hasta el tanque, para almacenarlo en las condiciones adecuadas.
Para la implementación de un reservorio es necesario analizar los siguientes factores: el uso que se le dará al líquido, la demanda hidráulica, las condiciones mecánicas y dimensiones del reservorio, entre otros. En el caso de los tanques lo que se debe medir son las precipitaciones, dimensiones de techos y tanques, diámetro de bajantes de agua y volumen de almacenamiento, sin olvidar la seguridad para que los niños o mascotas no sufran un accidente.
Y estos principios básicos se deberían enseñar en las escuelas, desde la práctica de la cosecha de agua en los centros educativos. La experiencia y el ejemplo de las instituciones educativas pueden impulsar la transformación profunda de nuestra relación con el agua.
Una urgencia para Costa Rica
De acuerdo con el más reciente Informe Estado de la Nación, en Costa Rica hay indicios de potenciales problemas de disponibilidad hídrica, principalmente en zonas de bajo desarrollo social. Por ejemplo, en el 2022 se registró una reducción en la cobertura de agua potable, la cual pasó de un 95,7% a un 89,9% de la población.
El informe explica que en esta situación influyen factores como la crisis climática, el mal estado de la infraestructura hídrica, la contaminación, el crecimiento de la población y la escasa planificación urbana.
Todos estos factores coexisten con otra oportuna realidad: nuestra temporada lluviosa es propicia para hacer un uso circular de las precipitaciones y así reducir la presión sobre las fuentes de agua. ¿Cómo logramos la generalización de esta práctica? Se requiere entrenamiento: debemos aprender a cosechar agua. Y ya estamos dando pasos hacia ese objetivo.
Desde 2023, las escuelas San Francisco, Ocochobi y Buena Vista, en Buenos Aires de Puntarenas, las cuales atienden a población indígena, cuentan con sistemas de cosecha de agua para atender sus necesidades críticas.
Y desde abril de 2024, la Escuela Jesús Ocaña Rojas, ubicada en El Coyol de Alajuela, se unió a la iniciativa Yo CosecH₂O, e instaló una red de tuberías que capta el agua de lluvia desde las canoas hasta un tanque, con el objetivo de reutilizarla en labores que no requieren agua potable.
El desarrollo de este tipo de infraestructura y recursos para la cosecha tiene la capacidad para suplir necesidades de alta demanda, como el abasto de los servicios sanitarios, pero aún más importante: su potencial de impacto en la experiencia educativa de niños y niñas es enorme.
Las escuelas son los segundos hogares de las personas estudiantes, y por esto, la toma de decisiones en los centros educativos permea las vidas de su población. Al normalizar la cosecha de agua se entrega un aprendizaje práctico para la vida y para el proceso de adaptación profunda al que nos obliga la crisis climática.
Datos del Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA) estiman que en el país cada persona consume alrededor de 180 litros diarios de agua. De esa cantidad, al menos una cuarta parte se utiliza en el servicio sanitario, el lavado de ropa y la limpieza de pisos y superficies, actividades que no requieren el uso de agua potable.
La escasez de agua es una preocupación cada vez más apremiante para muchas comunidades en Costa Rica. Esta crisis continuará limitando el acceso al recurso hídrico necesario para satisfacer las necesidades básicas y fomentar el desarrollo humano en la región. Debemos prepararnos todos para esta nueva realidad, comencemos ya, en las casas, las empresas y en las escuelas.
Este artículo fue escrito por José Pablo Montoya, gerente para Costa Rica de Durman by aliaxis