Participación ciudadana: deberes y formas de ejercer derechos culturales.

En el año 2022, después de una ausencia de cuarenta años, nuevamente se realizó la conferencia Mondiacult, organizada por la UNESCO. Este espacio urgente es la oportunidad que tienen los países para repensar el rol de la cultura en nuestras sociedades, y una plataforma para conocer los avances en políticas públicas e iniciativas importantes que den luz de posibles rutas para enfrentar los desafíos del contexto geopolítico actual. Precisamente, el próximo año se retomará en Barcelona, y se ha dado inicio al proceso consultivo a los países, América Latina se encuentra en el tercer grupo.

Mondiacult se propone traer a la mesa la discusión sobre los derechos culturales, y temas relativos a la sostenibilidad, aspectos en los que hay fragmentación de visiones y grandes retrasos en muchas de las naciones. La participación en este espacio consultivo será clave para nuestros países, sobre todo porque es claro que en América Latina, hay excelentes experiencias que podrían replicarse y encadenarse con otras, especialmente porque el esfuerzo articulado ha logrado que la creatividad y la cultura sean motores que dan vida a nuestras ciudades e incluso barrios, conectando a las personas con su entorno y entre sí.

Desde la perspectiva pública, generar discusiones sobre la escalabilidad y gobernanza de estos esfuerzos será clave para transformar la sostenibilidad de nuestros entornos. La política pública  y las alianzas público-privadas han realizado iniciativas para atender las desigualdades socioespaciales a través de la reconfiguración de los espacios urbanos,  en donde las comunidades son protagonistas de su propio espacio, gracias a los encadenamientos virtuosos.

Pero, ¿qué significa esto en nuestro día a día? Imaginemos nuestros barrios como referencia física y sensorial. Cuando pensamos en ellos con seguridad no nos limitamos a su espacio concreto, probablemente nos conectemos más con los significados y las memorias, sobre todo porque allí convergen muchos saberes y oportunidades, que terminan enriqueciendo nuestra dinámica cotidiana.

Si vamos más allá y pensamos en el desarrollo urbanístico, nos damos cuenta que aún siendo planificado y contemplando la mayor cantidad de elementos que inciden positiva o negativamente en el uso del territorio, suele adolecer de una visión transdisciplinaria, aunque haya excepciones. Es esa visión plural la que permite facilitar espacios de intercambio cultural y creativo, sin ella es imposible potenciar, orgánicamente, los objetivos de sostenibilidad.

Como ciudadanos es fundamental implicarnos, involucrarnos y participar para ejercer nuestros deberes y derechos culturales, es imperante también trascender del rol de receptores de servicios culturales, toda vez que estamos vinculados de manera continua con las contribuciones activas al diseño y ejecución de soluciones para nuestras comunidades. Después de lo vivido, y especialmente por lo aprendido posterior a una pandemia, necesitamos volver a hacer nuestros los espacios públicos.

De cara al próximo Mondiacult nuestra responsabilidad es ir un paso más allá, articulando la creatividad e innovación en la planificación urbana, no solo para garantizar su sostenibilidad, sino para redefinir lo que significa habitar en un espacio. Como hemos mencionado en nuestros artículos anteriores la Cultura es un organismo vivo que potencia, encadena y transforma.

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