Hoy me detengo a reflexionar sobre un hito que merece ser celebrado con orgullo: los 30 años del Proyecto Estado de la Nación. Para mí, este proyecto no es solo un informe anual, sino un espejo crítico que nos muestra, año tras año, quiénes somos como país, dónde hemos avanzado y, sobre todo, dónde estamos fallando.
Recuerdo las primeras veces que tuve en mis manos uno de estos informes. Fue revelador. Encontré un análisis profundo, claro y objetivo, que no solo exponía las carencias y desafíos de nuestra Costa Rica, sino que también reconocía los logros y éxitos que, aunque a veces pasan desapercibidos, merecen ser destacados. En cada página, el proyecto invitaba al debate y a la reflexión, una herramienta indispensable para quienes realmente deseamos un mejor futuro para nuestro país.
A lo largo de estas tres décadas, el Proyecto Estado de la Nación, bajo la dirección de figuras como Miguel Gutiérrez Saxe y Jorge Vargas Cullel, se ha convertido en una referencia insustituible. Su rigor y compromiso han elevado el nivel del debate público, proporcionando datos y análisis que trascienden intereses políticos y personales. Es un proyecto que pone a Costa Rica primero, siempre.
Pero lo que más valoro es cómo este esfuerzo ha impactado directamente en nuestra democracia. En un mundo donde muchas veces predominan las opiniones sin fundamento, contar con un análisis basado en evidencia nos ha permitido tomar decisiones más informadas y exigir políticas públicas más eficaces. El Estado de la Nación nos ha dado las herramientas para mirar de frente nuestros problemas: la desigualdad, las brechas educativas, los retos ambientales, y también para reconocer los avances que hemos logrado en temas como la salud, la participación ciudadana y la sostenibilidad.
En estos 30 años, el Programa Estado de la Nación no solo ha sido una voz crítica, sino también un aliado en la construcción de una sociedad más justa, equitativa y sostenible. Es un ejemplo claro de cómo el conocimiento puede transformar realidades, de cómo la constancia y la objetividad pueden generar un impacto real en un país.
Hoy, más que nunca, necesitamos proyectos como este. En un momento donde la polarización y la desinformación amenazan nuestra capacidad de diálogo, el Estado de la Nación nos recuerda la importancia de basar nuestras decisiones en datos, en evidencia y en un compromiso genuino con el bienestar colectivo.
Como costarricense, celebro este aniversario no solo como un logro institucional, sino como un recordatorio de que juntos podemos construir un mejor país. Los retos son muchos, pero también lo son las oportunidades, y estoy convencido de que este proyecto seguirá siendo una guía indispensable para afrontarlos.
¡Gracias, Estado de la Nación, por estos 30 años de compromiso con Costa Rica!
Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio. Delfino.CR es un medio independiente, abierto a la opinión de sus lectores. Si desea publicar en Teclado Abierto, consulte nuestra guía para averiguar cómo hacerlo.