Personas orientadoras brindan recomendaciones a las familias y responsables de menores de edad para prevenir y/o enfrentar una situación de este tipo.
Según datos del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), los reportes de desapariciones de menores de edad cada vez son más frecuentes. Entre enero y setiembre del presente año se registraron un total de 1941 denuncias, problemática que en los últimos años ha reflejado un aumento.
Mensualmente, las denuncias han mostrado un comportamiento mayoritariamente al alza: en enero hubo 196 denuncias y en setiembre 226, siendo mayo y agosto los periodos que registraron más casos: 257 y 259, respectivamente.
Sin embargo, alrededor del 99% de las personas denunciadas como no localizadas son ubicadas y principalmente, se trata de mujeres entre 14 y 17 años quienes se ven involucradas.
Ante esta realidad y a las puertas de la llegada del fin de año, el Colegio de Profesionales en Orientación (CPO) hace un llamado a las familias, personas responsables de menores de edad y a las autoridades en general, pues los casos de desapariciones pueden incrementarse por las fiestas clandestinas que se suelen realizar en esta época que culmina el año lectivo.
La preocupación crece considerando que orientadoras y orientadores reportan peligrosas situaciones como la mezcla de drogas como marihuana, clonazepam y cocaína, fenómeno muy alarmante por el daño fisiológico y psicológico que se puede generar en quien consume.
Estos espacios sociales se pueden llevar a cabo en casas de habitación o incluso en fincas, sin ninguna supervisión adulta y en donde hay exposición a licor, drogas y muchas otras amenazas.
Karen Álvarez, representante del CPO, afirmó:
Las personas adultas deben estar atentas para identificar conductas de riesgo como cambios abruptos en su conducta, aislamiento del entorno familiar, uso excesivo del teléfono y de redes sociales, llegadas tardías a los hogares, vinculación con personas desconocidas, bajo rendimiento académico, rastros o sospechas de uso de alcohol o drogas y problemas de regulación emocional; pues estas se convierten en señales de que participaron o participarán en espacios sociales sin supervisión adulta”.
La profesional en Orientación enfatiza en que ante esto es necesario reforzar el rol de cuido de las madres y padres sobre sus hijas e hijos, generar espacios de diálogo donde se atiendan dudas que puedan surgir en las personas menores de edad, conocer los círculos cercanos y mostrar interés sobre estos.
¿Qué hacer en caso de una desaparición?
Como se mencionaba anteriormente, los casos de desapariciones de menores de edad han aumentado de manera exponencial, registrando por ejemplo, un incremento del 30% entre el 2022 y 2023.
Según Jose Miguel Chavarría, también representante del Colegio de Profesionales en Orientación y profesional en ciencias criminológicas:
Estas situaciones son multifactoriales, algunas obedecen a circunstancias de violencia intrafamiliar, a causas propias de la edad como la necesidad de afianzar su identidad y contar con aceptación social, ser focos de atención para agentes delincuenciales de tipo convencionales u organizado, participación en fiestas clandestinas, exposición a conductas de riesgo (agresiones, violencia sexual, consumo de sustancia psicoactivas, entre otras) e incluso ya hemos visto cómo las relaciones impropias también están ligadas a esta problemática social”.
Si alguna familia se enfrenta a la desaparición de una persona menor de edad es importante recordar que no hay un tiempo mínimo para interponer la denuncia y que el tiempo es oro. Además, será clave toda la información que se pueda dar a las autoridades respecto a su círculo social cercano, situaciones previas a la ausencia y señas físicas y de vestimenta.
Tomando en cuenta que la gran parte de las personas desaparecidas son ubicadas, es importante realizar un adecuado abordaje posterior, que dependerá de la causa que lo desencadenó. Además de esto, las orientadoras y los orientadores recomiendan mostrar empatía ante lo sucedido, a pesar de la complejidad que supone.
“En este panorama, lo peor que se puede hacer es optar por la violencia o por un castigo, más bien se debe establecer un canal de comunicación desde el respeto y la apertura de escuchar la posición de la persona y priorizar su bienestar, sin dejar a un lado la toma de decisiones y el planteamiento de límites”, agregó Chavarría.
Para evitar que estas situaciones se presenten nuevamente, se requiere un trabajo de prevención donde es esencial crear factores de protección que puedan contrarrestar los riesgos a los que las y los menores de edad se exponen.
En esta misma línea se recuerda a la población que las y los profesionales en Orientación son un apoyo y guía con el que las familias pueden contar en caso de que reconozcan algún factor de riesgo. Esto es adicional a la atención que brindan a las y los menores de edad, por ejemplo en centros educativos, a través de diferentes acciones que promueven la importancia de tomar decisiones informadas, de mantener canales de comunicación abiertos con personas adultas de confianza y de buscar espacios en pro del bienestar integral.
Como mensaje final, el CPO recuerda que es necesario el compromiso de las personas adultas por velar por el bienestar integral de las niñas, niños y adolescentes y hacen un llamado para mantenerse alertas y responsables en las últimas semanas del año.