A los científicos les encantan los nombres curiosos. Por ejemplo, hablan de eras geológicas, es decir, intervalos de tiempo desde que se formó la Tierra. Así, tenemos la Era Arcaica, la Paleozoica, la Mesozoica... Llegamos finalmente a la Era Antropozoica, momento festivo para nosotros los humanos pues fue entonces cuando nos apoderamos del escenario planetario (a costa de todas las demás especies). Pero bueno, me parece que con el sorprendente retorno de cierto personaje a la Casa Blanca podemos confirmar el advenimiento de una nueva etapa, una “Era Cuentozoica” en donde ya no es el ser humano el depredador supremo. Ahora a nivel global manda la fábula, el cuento, el discurso, la hablada, el mito. Y hemos elegido entregar el poder voluntaria, incondicional e irracionalmente.
La ironía es que en esta “Era Cuentozoica” la información sobra. Está al alcance de todas y todos, es cuestión de sacar el celular del bolsillo, si no es que ya lo tenemos en la mano. Más son tantos los datos y es tanto el vértigo de este mundo moderno que para las masas, es imposible sacar algo en claro. ¿Por qué habría de preocuparme a mí el cambio climático, una guerra lejana o los derechos de otros si la gasolina está tan cara? ¿Quiénes son los buenos y quiénes son los malos? ¿Quién dice la verdad y quién miente? Es más, ¿existe alguna verdad, o al menos, alguna verdad relevante para mí?
En medio de este caos, este mundo volátil, incierto, complejo, ambiguo (mundo “VUCA” según lo caracterizó el Pentágono) lo único que siente el pueblo son náuseas. Las redes sociales solo han servido para aumentar la confusión. La solución práctica que hemos encontrado es seguir el incauto ejemplo de Luis Miguel: “Miénteme, como siempre / Por favor miénteme / Necesito creerte / Convénceme”. Sí, hemos optado por creernos alguna historia, algún cuento que podamos entender y sobre todo que nos ofrezca consuelo. Así lo han entendido una multitud de políticos a nivel mundial y todos en coro, como nunca en la historia, todos nos cuentan cuentos. El autodenominado “Hombre Sabio” (Homo Sapiens) le ha entregado un cheque en blanco al Hombre Fuerte (Homo Fortis). Estos últimos nos recetan un coctel de sedantes verbales y analgésicos actorales día y noche y eso parece ser suficiente; independientemente de hechos, evidencias, argumentos y resultados. Es la era del discurso, del verbo inflamado, del golpe en la mesa. Nothing else matters…
¿Esperanza? Creo que sí, pero no a corto o mediano plazo. Dice la milenaria sabiduría india que “todas las cosas viajan inexorablemente hacia su contrario”. El péndulo de la historia volverá a oscilar y de alguna manera encontraremos el camino. Una novedosa legislación australiana que prohíbe las redes sociales para los menores de dieciséis años apunta en la dirección correcta.
Mi punto es sencillo: que no nos arrullen con cuentos de hadas. Una vez dormidos, pueden suceder muchas, muchas cosas. Cuando despertemos, quizá sea demasiado tarde.
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