Con mucha sorpresa leímos en la prensa nacional que el Ministro de Hacienda, Nogui Acosta, luego de haber cortado la inversión para la educación del país al nivel más bajo de los últimos años, sugiere que la discusión nacional debería centrarse en reflexionar sobre la calidad y la visión de futuro, y no tanto en el decreciente presupuesto. 

Aunque coincidimos en reflexionar sobre los asuntos de fondo también es necesario hacer conciencia de que, en la educación, la calidad pedagógica no puede estar desligada de la pertinencia y oportunidad en la asignación de los recursos.

Hace 140 años, en 1885, así lo entendió el Secretario del Tesoro de Costa Rica, (equivalente al Ministro de Hacienda de hoy).  Él sabía que el sistema educativo nacional, para ser de calidad, requería de los mejores recursos que el país pudiera ofrecerle.  Ese mismo Secretario del Tesoro, también dotó a la educación costarricense de un sistema basado en una visión educativa de largo plazo, que estuvo vigente por más de cien años. Ese sistema lo conceptualizó siendo, además, Secretario de Instrucción Pública (equivalente hoy al Ministro de Educación). Entonces, desde su responsabilidad como Secretario del Tesoro, puso los mejores recursos de la Patria para convertir la visión de una Costa Rica educada, en una realidad.

Ese ilustre ciudadano, como ya lo habrán supuesto, es Mauro Fernández Acuña de quien Luis Cruz Meza ha dicho: “era un hombre de costumbres puras, de talento e ilustración vastísimos, de elevados ideales y de carácter entero”. 

Para diseñar su propuesta y para ejercer los puestos en la Secretaría de Instrucción; en la del Tesoro; en la Presidencia de la Asamblea Legislativa; como profesor universitario y al frente del Banco de Costa Rica, don Mauro practicó, de manera permanente, el estudio riguroso y profundo. Sabemos que su biblioteca era su fortaleza. Quien la pudo visitar apreciaría que estaba repleta de libros de diversos autores, de distintos países, de diferentes disciplinas, leídos y vueltos a leer y con anotaciones de su puño y letra. Dejó un diario en el que recogía sus experiencias y estudios en diversos países como Inglaterra y España.

Recibimos ahora con sorpresa las declaraciones de don Nogui, por tres razones: i) porque por primera vez tenemos noticia de que él ha reflexionado sobre la visión de la educación del país; ii) porque parece creer que dicha reflexión no se ha dado en el país y iii) porque parece condicionar /o justificar los dramáticos recortes al presupuesto de la educación, a la calidad, o más bien a la eficacia del sistema educativo. 

En cuanto a la segunda razón de nuestra sorpresa, relativa a la reflexión, en Costa Rica, sobre el estado actual y la visión de futuro de la educación nacional, tal vez don Nogui, como muchos funcionarios de diversos gobiernos, no ha reparado en los IX Informes del Estado de la Educación que por 18 años ha preparado el Programa del Estado de la Nación. En dichos informes, rigurosa y científicamente elaborados por equipos de reconocidos académicos y académicas del país, no solamente se da cuenta, sistemáticamente, del estado de la educación nacional, sino que, a partir de las falencias encontradas y los estudios comparativos realizados, se recomiendan rutas para su mejoramiento e innovación. Y, además de estos importantísimos informes, tan frecuentemente obviados por los sucesivos gobiernos, existen decenas de resultados de investigaciones y cientos de artículos publicados por investigadores, investigadoras y personas expertas en relación con el estado de la educación y su rumbo futuro. En particular quisiéramos señalar la Política Educativa aprobada por el Consejo Superior de Educación CSE, en 2016. Allí, en ese documento se encuentra una visión clarísima sobre el rumbo que debería haber tomado la educación. Podríamos concordar en que tal vez requiera actualización, pero eso es muy distinto a creer que no existe.

Lamentablemente, estos documentos no han sido brújula para quienes deben cumplir con la tarea ejecutiva de poner las ideas en marcha. Pero eso no indica que en el país no se esté reflexionando permanentemente sobre la misión de la educación de su pueblo.

En relación con la tercera razón de nuestra sorpresa, el condicionamiento de la asignación de recursos a la eficacia del sistema, existe una falacia en esa concepción, que lleva a un círculo perverso: si no hay eficacia, se quitan los recursos, por lo que habrá menos oportunidades de logros, por lo que se reducirían más los recursos… y así infinitamente, hasta llevar al sistema educativo en una dieta de pan y agua que le condena a la desnutrición.  Esa falacia sirve de escudo para incumplir flagrantemente con el mandato constitucional de asignar el 8% del Producto Interno Bruto PIB a la educación, colocándola en el umbral de la miseria.

Pero como la educación de niños, niñas, jóvenes y personas adultas no puede detenerse, alguien debe afrontar los gastos cotidianos, básicos: luz, agua, implementos de limpieza; arreglos pequeños a una infraestructura que tiene órdenes sanitarias por parte del Ministerio de Salud; alimentación, papel, impresiones, conexión a internet.

Y sí, adivinaron otra vez: los y las directoras, docentes y familias deben hacerlo, ya sea invirtiendo sus propios recursos, o realizando actividades como rifas, ventas y otras actividades solidarias. Quienes están en primera línea en el sistema educativo, además de enfrentar las carencias debido a la falta de inversión, terminan subvencionando al sistema. Otro círculo perverso.

Este es el panorama al que estamos condenando al sistema educativo nacional de  las poblaciones más vulnerables y con menos recursos. Porque hay otra población, de por sí ya privilegiada, que puede tener acceso a la educación privada e incluso internacional.

En relación con la primera razón de nuestra sorpresa, queremos aprovechar la muestra de interés del señor Ministro de Hacienda en el tipo de educación que requiere Costa Rica, para invitarle a que se una a alguno de los diversos foros de reflexión, en curso en el país, sobre este importantísimo tema. Tal vez así, al comprobar que existen pensamiento y propuestas para una visión de futuro, se decida a cumplir con la parte que le corresponde y a la que le obliga la Constitución Política, que es, dotar de los mejores recursos con que contamos para apoyar la educación pública nacional.

De esa forma podrá contribuir con un futuro próspero para la Patria y hacerle honor a su predecesor, el Secretario del Tesoro Mauro Fernández Acuña.

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